Sociopolítica

Concepción errónea del ser humano racional en la tradición política

Se entiende en muchas teorías como el sujeto es racional, el ser humano es racional y actúa racionalmente. Así se presenta en la economía, en la política, en la sociología y en muchas disciplinas a las cuales la psicología social aporta estudios y demuestra el error tan grave de tal consideración en menoscabo de las teorías clásicas económicas por ejemplo o de las teorías de la política en la dicotomía liberalismo/liberalismo social.

Lock y Hume [1, 2] ya consideraban al individuo con la cualidad y buscar el interés propio mediante el cálculo de racional de beneficios y utilidades al tiempo que consideraban al individuo con una energía para moverse, crecer y ‘curiosear’. En los tiempos de estos filósofos, se gestaba la tradición liberal donde se oponía el concepto de la libertad por encima de todo, después de siglos o más subyugada a los designios de los reyes o equivalentes con poder autoritario y absoluto en algunos casos.

John Locke pensaba que el límite del estado se encontraba en ser garante de la vida, la libertad y de la propiedad privada mientras que, sugerido este concepto más generalizado, según Wilhelm von Humbolt [3], el estado se limita a la seguridad tanto externa como interna. En cualquier caso, la seguridad de los derechos inalienables propuestos como pilar del liberalismo eran labor de estado protegerlos y el debate quedaba en cómo el estado podía proceder con la mínima coacción a tales derechos y si tenía alguna otra función. Creo que fue Jeremy Bentham [4] el que poseía las ideas más claras ya que pensaba que el ciudadano y la política se debían subordinar al individuo y a la economía. Este pensamiento crea secuelas en muchos autores y redunda en la concepto del individuo, en palabras de Benjamin Constant [5], posee derechos políticos en tanto a sus propiedades.

La propuesta de Constant es muy importante porque asemeja un poco a la democracia original de los griegos donde se jactan de ser justos, de ser igualitarios pero se permitía la esclavitud. Entonces, en un sistema moderno, si los derechos que defiende el estado emanan de la propiedad privada, la desposesión de toda propiedad abre un camino a la servidumbre y retira del individuo todo derecho político. Parece que entonces la «igualdad ante la ley» no es más que el postulado útil de la «igualdad de los propietarios» pero como el ser humano actúa con razón y con cálculo frío de sus beneficios y utilidades -tomando las líneas de lo empiristas ingleses-  y cuyo objetivo en la vida no ha sido desvelado pero si es deductible o intuible: la acumulación del mayor beneficio y la consecución de las mayores utilidades se arman como la misión de todo individuo racional, rompiendo con las vagas ideas de solidaridad, caridad y ayuda privada a los necesitados cuando el supuesto estado liberal no tiene potestad en tales actividades ni derecho alguno. El fin de la misma filosofía liberal acontece con la acumulación de la riqueza en una mano y cero para todas las demás. No comprende el derecho a la vida por tanto de una forma coherente con la realidad diseñada ni comprende los derechos naturales de los ciudadanos, solo los de la propiedad: la propiedad hace a la persona.

Por suerte, el sujeto no es racional aunque tal consideración persistía con los reaccionarios socialistas y socialdemócratas del liberalismo extremo al que añadía al individuo una dimensión social manteniendo la racionalidad como guía del mismo. Hay que advertir que el estado de bienestar proviene de la irracionalidad de la justicia social o de los principios de los derechos naturales de los seres humanos no ligados a la propiedad para ser tales. Como postulados, aceptados o no (en las distintas épocas) siguen sin ser lógicos o racionales en sí pues la fuente de estas ideas proviene de la sensibilidad o de las emociones humanas. Por lo menos, algún liberal como Friedrich von Hayek [6] abría el campo de actuación al estado a la producción de aquellos servicios y bienes necesarios y no producidos por la empresa privada mientras que otros, en contraposición, negaban hasta el final de las consecuencias todo lo que es el estado como M. Rothbard [7], quién, con D. Friedman [8] pensaban vender el estado en ‘pedacitos’ para incorporar sus funciones al libre mercado.

La justicia social y la redistribución de la riqueza son males para el indiviuo como fin en sí mismo, consideración kantiana, para Robert Nozick [9]. Propone la doctrina del libertarianismo en consonancia con las doctrinas de M. Friedman o Ayn Rand [10, 11]. Tan sólo lo ven posible cuando es por medios privados con la aprobación de todos, todos los implicados.

La resistencia de los liberales se fundamental en el humano racional extremo con motivaciones de poder, logro y afiliación muy altas y en sentido negativo: la primera en pos de mejorarse así mismo y explorar nuevos campos aliada con el poder, las influencia en los demás para facilitar la consecución de sus objetivos y la afiliación como necesidad negativo de requerir de otras personas para conductas instrumentales: por cubrir necesidades básicas y como medios para sus fines. Cuando el ser humano sea declarado emocional y la razón como instrumento, la teoría sobre la humanidad desde cualquier óptica caerá hacia la realidad abandonando las teorías de ese ser ideal racional, con reticencias del Absoluto y con pretensiones no menos grandiosas.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.