Hoy quiero romper una lanza y hacerla trizas por los olvidados. Por los apestados de la sociedad.
De todas las enfermedades que le puede aquejar al ser humano, esta es la que produce más rechazo y más miedo.
Antiguamente se creÃa que estas personas estaban poseÃdas por un demonio o vete tú a saber qué… Dado que la ciencia no les ha podido dar una solución, salvo paliar los efectos a base de fármacos, me pregunto si no tendrÃa razón la Biblia.
También es cierto que en otras culturas como la tibetana se les consideran iluminados.
Me refiero, como ya habrán supuesto, a las enfermedades mentales. Y entre ellas, la reina: la esquizofrenia.  Que, nada más pronunciar su nombre, echa para atrás.
Yo creo, que las pelÃculas de asesinos en serie y otras parecidas han debido colaborar en esta mala prensa que tienen estas personas.
La verdad es que la compasión no consigue hacerse con una parcela en ese «pueblo». Cuando sabemos que alguien tiene una enfermedad de este tipo; se le evita, se le echa, no sea que se ponga violento, o nos complique la vida. Sin embargo, gracias a estas anomalÃas mentales, hoy podemos disfrutar de grandes obras de arte de incalculable valor artÃstico. El último caso del que tengo referencia es el poeta recientemente fallecido don Leopoldo MarÃa Panero pero, podrÃa decir muchos más en todas las ramas de las artes que, no creo que sea necesario enumerar pues son de todos conocidos. Pero, estoy seguro que habrá cientos de personas en estos momentos que estén en este caso. Quizá usted conozca a alguno de ellos, o quizá sea usted mismo el que tenga este tipo de problema y le de vergüenza reconocerlo.
No se apure amigo, usted no eligió estar enfermo. Sin embargo, el que elige estafar a una pobre anciana o a todo un paÃs y seguir tan pancho, a ese sà que se le puede temer. A ese sà que se le tendrÃa que caer la cara de vergüenza, por el daño que produce al resto de las personas.
Hoy quiero tender mi mano a esos incomprendidos de la humanidad.
Hoy quiero hacerles un homenaje por lo mucho que nos dieron y, pedirles perdón por lo «solos» que les dejamos…