Valoramos mucho los esfuerzos desplegados desde la ACI-Américas en cuanto que “realiza actividades académicas para implementar de manera teórico-práctica la Guía para elaborar planes de incidencia, e influir en las políticas públicas de cada país de las Américas”.
Nos incentivan con una pregunta disparadora: ¿Por qué la ACI-Américas elaboró esta guía?
– Porque en el sector cooperativo y otras empresas de la economía social, se ha sentido la necesidad de incidir en las “políticas públicas” con miras a obtener resultados concretos que beneficien a sus miembros.
– Por la necesidad de fortalecer la capacidad propositiva y de respuesta de las organizaciones cooperativas en las Américas.
– Porque dentro del marco de la Recomendación 193 de la OIT se evidencia la necesidad de fortalecer a las cooperativas por medio del conocimiento y ejecución de estrategias
En resumen, esta guía es una valiosa ayuda para que las cooperativas desarrollen su capacidad de incidir estratégicamente en los procesos políticos, sociales y económicos de sus comunidades y países.
Nos permitimos reprochar los rutinarios señalamientos que persisten en análisis y conclusiones reiteradamente en congresos, debates y otros, que caen en aguas de borrajas, sin encarar seriamente su estudio y resolución:
“Débil integración cooperativa, cultura educacional cooperativa de muy bajo perfil, el gobierno no toma en cuenta a las cooperativas y las margina en su desarrollo, desconocimiento de las bondades de las cooperativas por parte de la sociedad civil, Muy poca autonomía y claridad de las funciones de los comités de educación en las cooperativas, injerencia político-partidario, las cooperativas no proyectan su accionar fuera de las decisiones de los directivos, los cuales no siempre traerán el perfil adecuado para hacer gestiones eficaces y eficientes, elitismo y burocratismo a toda escala, dócil y permeables a influencias neoliberales en la administración, gestión cuya consecuencias son nefastas”.
A nuestro modesto entender, deberíamos detener nuestra atención y estudio en encontrar una explicación sobre la naturaleza del capitalismo como organización socio-económica de las sociedades para revelarnos sus maneras de expresión y entender, consecuentemente, sus leyes íntimas para elaborar en base a ello acciones estratégicas y así construir poder de incidencia política del cooperativismo, he aquí el reto de hierro actual, según nuestra unidad de concepción y acción.
La metamorfosis política e institucional que impulsa el neoliberalismo, a través de los gobiernos, subordina, no tan sólo el progreso de la ciencia, la tecnología, la educación, la salud, la seguridad, el trabajo y la producción, el buen vivir, sino también el medio ambiente, puesto que conduce a una trasfiguración integral del modo de vida en libertad y en igualdad de oportunidades, y ello atenta la supervivencia de los valores y principios cooperativos.
Nélida Céspedes, Edgardo Álvarez, Francisco Cabrera, Mónica Boneffoy, Raúl Leis en “Educación popular: prácticas de incidencia como “estrategia de poder” (EP) nos alecciona:
“La EP como referencia teórica y metodológica opera en la constitución y fortalecimiento de sujetos sociales y políticos que desde la sociedad civil buscan un nuevo tipo de relación con el Estado y las formas de gobierno existentes, con especial énfasis en lo local, considerando que desde allí se constituye lo alternativo y la perspectiva de cambio”.
“En el proceso de incidir en políticas, los actores sociales pugnan por revertir situaciones de inequidad hacia otras de mayor equidad e inclusión”.
“Por ello con el presente material hemos continuado con el reto de ir discutiendo y delineando estrategias que contribuyan a explicitar, desde las prácticas, formas como se expresa el poder en la sociedad, es decir, cómo se logra tener fuerza suficiente para que las propuestas que se realizan sean tomadas en cuenta, recordando que específicamente lo estamos haciendo desde el campo educativo y conscientes que para cualquier cambio se requiere una mirada abarcadora de los procesos políticos y sociales en curso”.
Ya no se trata de ser buenos administradores, exitosos empresarios cooperativos, puesto que la situación descrita en su avance pronto hará sentir su influencia negativa en el seno cooperativo. No se puede creer, no se debe aceptar que no existan alternativas viables al nuevo orden internacional, nuestros pueblos tienen sabidurías ancestrales que se unifican con la ciencia de la cooperación actual.
El Movimiento Cooperativo está compelido a dar un paso adelante en su influencia sobre los decisores políticos, no podemos dejar en sus manos en exclusiva asuntos tan vitales como la cosa pública, puesto que la corrupción arrecia.
Posesionarse siempre sobre ellos debe ser una tarea constante si queremos edificar un mejor mundo. La posibilidad actual del cooperativismo, si está dispuesto, puede disputar abierta y legalmente muchos espacios, debe avanzar hacia nuevas experiencias organizativas y programáticas que lo sitúen en lo que desde hace tiempo se ha ganado, un movimiento cooperativo que debe ser respetado y consultado en las decisiones que afectan al pueblo.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
José Yorg, el cooperario.