El problema de los políticos es que no inspiran confianza. Desconfiamos de ellos y las razones están cada día en los medios: ajustes para salir de la crisis tipo ley del embudo: estrecho para unos ancho para otros; corrupción galopante, clientelismo político en las Administraciones que parece ser una causa fundamental de la existencia de 3,2 M de empleados en las 21.4 K instituciones públicas (*) ; ERE’s, falta de transparencia de la Administración, financiación ilegitima de los partidos, políticos que desaparecen de la escena y aparecen en grandes empresas, condonaciones de deudas a los partidos por Bancos, leyes con resquicios legales que parecen preparadas por los políticos para beneficiar a sus “amigos benefactores”; leyes injustas directamente, que desahucian por préstamos hipotecarios abusivos, participaciones preferentes de Bancos, burbuja inmobiliaria iniciada por un partido y sostenida por el otro..etc. y aquí no pasa nada. Y los partidos están en el núcleo de del problema.
Desconfiamos nosotros, y los “mercados” también, claro. Y eso cuesta dinero en forma de intereses de la deuda soberana que pagamos entre todos. ¿O alguien piensa que el clima de indignación creciente en España generada por esa desconfianza, no influye en la “prima de riesgo” o la famosa “marca España”? En un mundo como el actual todo está interrelacionado, y especialmente la confianza o la falta de ella, con las decisiones de inversión.
¿Y la solución? La solución pasa por cambiar políticos; y no por esperar que ellos cambien por propia iniciativa. No sirven códigos de conducta morales y éticos por su parte; no sirven los mecanismos de control que ellos mismos diseñaron, no sirven nuevas leyes por los mismos políticos sospechosos de hacerlas a su conveniencia; no sirven más partidos ahora pequeños que quieren ser grandes quizá para también aprovecharse, no sirve la justicia colapsada y cuyos máximo responsables son designados por los mismos partidos y parece que les deben obediencia por lo lenta que va y los numerosos casos de delitos que han prescrito antes de ser juzgados. Necesitamos un nuevo sistema electoral similar al que tienen en Francia, Inglaterra o Alemania, que permita elegir a políticos de nuestra confianza
El sistema electoral que tenemos ha generado lo que llamamos partidocracia y una casta política de gente integrada en los Partidos, que trata y consigue perpetuarse en el poder. Y hace que los políticos se elijan entre ellos porque nos hacen votar a ciegas, sin conocer a los candidatos por el tamaño de las listas. Hay ejemplos en todas las elecciones. Uno en Valencia, elecciones generales de 2011, listas de 16 candidatos, 5 partidos con representación parlamentaria y una fracción importante de los 32 que no obtuvieron representación. En total unas 20 papeletas que a 16 nombres cada una hacían 320 nombres de candidatos. ¿Quién conoce a 320 personas para poder elegir una lista adecuadamente? El resultado: el día de la votación uno coge una papeleta cuyo nombre le resulta familiar, cierra los ojos, se tapa la nariz y vota confiando en el nombre del partido y esperando que no le defrauden los políticos de la lista. Y hasta la próxima convocatoria dentro de cuatro años. Peor todavía en Madrid, cuyas listas tenían 36 nombres y en Barcelona, 31 nombres.
Otro ejemplo, incluso más sangrante: las elecciones autonómicas de Cataluña del 2012. Las listas de la provincia de Barcelona tenían 85 nombres. Por gusto de tenerlas, me he hecho enviar las papeletas que tenían los electores disponibles: son 16, que a razón de 85 nombres por lista hacen un total de 1360 candidatos. ¿Quién conoce a 1360 personas para poder elegir bien una lista? Nadie, claro. Resultado: votar a ciegas y confiar en el partido. El sistema que tenemos sirve para elegir partidos, no personas. Las personas eligen a ciegas a los candidatos; es el partido, al confeccionar las listas, quien decide quien está en política: de esa manera los políticos una vez electos pasan a ser sus empleados y le deben su puesto. Eso debe cambiar: los políticos son empleados nuestros, no de los partidos.
¿Y entre elecciones? ¿Qué posibilidades de prueba y error da el sistema al votante? ¿Qué pasa si resulta impropio el comportamiento de alguien de la lista que votó? O incluso ¿y si es impropio el comportamiento del partido a quien votó? Ninguna; tiene que esperar a la próxima convocatoria y entonces se encontrará que tendrá que votar a ciegas otra vez, y dar un cheque en blanco a otro partido; y repetir el ciclo.
El sistema electoral que tenemos otorga excesivo poder a los partidos y para el buen funcionamiento de la Democracia requiere del buen comportamiento de los Partidos; al no darse éste, y usar los partidos la confianza depositada en ellos para sus intereses partidistas, hay que corregir. Se necesita recortar el excesivo poder que les otorgan las listas cerradas y reintegrarlo al pueblo soberano; y ello mediante un sistema de elección que permita a los votantes ejercer el voto eligiendo directamente quién les va a representar los próximos cuatro años. De ahí la importancia de un nuevo sistema electoral que permita a los votantes conocer de cerca a los candidatos, elegirlos adecuadamente y controlarlos. Y esto en todos los niveles de la política: local, autonómico y nacional. Incluso a nivel de Presidente del Gobierno.
¿Cómo llevarlo a cabo? Particularmente, creo que la solución al sistema electoral debe venir desde fuera del sistema político español del que desconfiamos; creo que debería venir de ámbitos independientes, no políticos; gente de reconocido prestigio como organizaciones internacionales, Transparencia Internacional por ejemplo, Intelectuales independientes; con el apoyo y asesoramiento de expertos de la Unión Europea y de países como Alemania, Francia Inglaterra y otros, que disponen de sistemas electorales que pueden servir de referencia. Un gran debate nacional organizado por personas de prestigio e independientes que propusiera recomendaciones de cambiar todo lo necesario (Constitución, ley Electoral etc.), que podría generar en su caso un referéndum, podría ser un camino a la solución, que siente las bases de una democracia en España de cara al futuro, más plena y mejorada respecto a la que tenemos.
(*) (s/ J Lizcano de Transparencia Internacional en la comisión Parlamentaria de la Ley de Transparencia el 24 de enero 2013.
Y recuerda: si quieres que esto cambie, tu firma cuenta. Por la reforma del Sistema Electoral