Mientras tomaba un vuelo directo a la capital de Myanmar, Nay Pyi Taw, no pude sino pensar cuánto se parecía todo a un set de filmación: autopistas de cemento de ocho vías flanqueadas cada kilómetro por un gran nuevo hotel o el edificio de un ministerio, pero prácticamente sin automóviles, personas o residencias privadas. En el viaje en autobús a Yangon, esta imagen ambiciosa de la capital contrastó radicalmente con un paisaje agrícola de arrozales escasamente poblado, rodeado de montañas completamente deforestadas, pobladas con plantones de teca.
El cambio está llegando a Myanmar –país del sudeste asiático antiguamente conocido como Burma– y rápidamente. Con una creciente llegada de intereses externos, deseosos de explotar la riqueza de recursos del país, ahora accesible, el gobierno enfrenta algunas decisiones difíciles: cómo lograr el objetivo explícito de crecimiento verde y equilibrar las necesidades de los inversionistas extranjeros, preservando el medio ambiente y manteniendo el desarrollo rural.
Crecimiento verde y una estrategia energética verde –una señal de esperanza…
Es con estas ideas en mente que viajé a la emergente democracia para participar en el Segundo Foro Nacional sobre “Economía Verde y Energía verde” (GEGG por sus siglas en inglés), evento que convoca a líderes del sector privado, el gobierno y el campo de la investigación para discutir los caminos del desarrollo sostenible.
Myanmar ha tenido gobiernos militares, de una u otra forma, desde 1962; sin embargo, recientemente, su liderazgo ha hecho una serie de concesiones dentro del sistema político y económico, lo que ha resultado en una rápida mejoría de las relaciones con grandes potencias como los Estados Unidos, Japón y los países de la Unión Europea. Esto ha provocado la llegada repentina de inversionistas privados y donantes interesados en aprovechar los vastos recursos naturales del país (de hecho, ahora existe un vuelo en clase ejecutiva tres veces por semana entre Japón y la capital comercial de Myanmar, Yangon).
Pero… ¿es posible dada la evidente ausencia de donantes clave y ONGs?
A pesar de mis impresiones del campo entre la capital y Yangon, el lento crecimiento económico de Myanmar ha contribuido a la preservación de gran parte de su cobertura forestal (más del 49%), albergando Myanmar hoy en día una de las áreas más extensas de bosque natural en el sudeste asiático. Por ello, resultó tranquilizador que el vicepresidente de Myanmar, el Dr. Sai Mauk Kham, manifestara que la Nación está comprometida con el camino del “crecimiento verde”, donde “los caminos de crecimiento intensivos en recursos no representan una opción”. Además, destacó que la era de “crecer primero y limpiar después” había llegado a su fin.
Sin embargo, al ver la lista de ponentes invitados y de paneles, me percaté de que parecía haber algunas ausencias importantes que podrían generar preocupación respecto a la adecuada representación de actores del ámbito del medio ambiente y rural.
En 2011, esta misma conferencia recibió importante apoyo de la comunidad de desarrollo y conservación (así como del Premio Nobel , Aung San Suu Kyi). Si bien el evento de este año fue patrocinado internacionalmente y dos organizaciones internacionales de conservación tuvieron un gran contingente de participantes, muchos de los principales donantes y organizaciones regionales de conservación brillaron por su ausencia.
Los donantes y ONG externos nunca pueden reemplazar a las instituciones nacionales responsables del suministro de servicios y de la aplicación de la ley que posibilitan el desarrollo rural y la conservación del bosque; sin embargo, tienen mucha experiencia (aunque no toda buena) que muestra cómo otros países lo han hecho mejor (o en qué áreas han fallado). Cualquiera que sea el motivo de la pobre representación en este evento, los responsables de la toma de decisiones en Myanmar necesitan escuchar diferentes perspectivas para encaminar eficazmente al país hacia un desarrollo de manera sostenible y equitativa.
En cambio, los organizadores del foro parecen estar trabajando en mayor medida con el sector privado, y varias empresas internacionales de servicios, ingeniería así como empresas de inversión privada sí estuvieron bien representadas. Sin duda, estos son socios necesarios para el desarrollo de cualquier país pero este foro no puede alegar que tiene la capacidad de representar los intereses de una gran mayoría de la población rural de Myanmar, por más buenas intenciones que los organizadores del foro hayan tenido.
Las voces de actores importantes destacaron los retos y las oportunidades
Hubo muchas sesiones paralelas de modo que no pude participar en todas; sin embargo, hubo un panel de discusión coordinado por el Centro Regional de Capacitación en Silvicultura Comunitaria para Asia y el Pacífico, RECOFTC (The Center for People and Forests) –una ONG que desarrolla capacidades cuyas oficinas se encuentran en Tailandia– que ofreció valiosas miradas a los desafíos que enfrentan los ciudadanos comunes y corrientes de Myanmar.
Uno de los planteamientos más interesantes fue el que hicieron los representantes de varios grupos de usuarios forestales comunitarios del estado de Kachin y de la región Ayeyarwady, que fueron invitados a compartir sus experiencias sobre los factores que afectaron sus esfuerzos de forestería comunitaria y lo que el crecimiento verde representaba para ellos.
Las señoras Daw Tin Tin Saw y Daw Khin Mya viajaron desde el estado de Kachin en el extremo norte de Myanmar para compartir las experiencias del grupo de usuarios forestales de la aldea de Pin He. Esta comunidad estableció una plantación forestal comunitaria de 1,300 acres en el año 2009, que recibió certificación del Departamento Forestal en el año 2011.
Esta tierra también alberga depósitos de piedras preciosas que la comunidad vendía en ocasiones a las personas vinculadas a la central hidroeléctrica cercana. Estos empresarios trataron luego de convencer a la comunidad de que les permitieran extraer las piedras preciosas y, cuando esto no funcionó, presentaron una solicitud formal ante el gobierno del estado para que se les otorgara una concesión en las tierras forestales de esta comunidad.
Lamentablemente, la forestería comunitaria no tiene una base sólida en la legislación de Myanmar. Fotografía cortesía de Daniel Julie.
Lamentablemente, la forestería comunitaria no tiene una base sólida en la legislación de Myanmar, y la comunidad, junto con el Departamento Forestal, tuvieron muchas dificultades tratando de convencer al gobierno de estado que reconociera su demanda.
Otro ejemplo fue el del Grupo de Usuarios Forestales de la región Ayeyarwady, que decidió reforestar sus manglares en el año 2000. Después de 12 años, los árboles proporcionan cantidades más que suficientes de leña, postes y madera para satisfacer la demanda local, permitiendo que el excedente sea vendido para pagar la infraestructura de educación y salud de la comunidad. Estas plantaciones también han aumentado la disponibilidad de pescado, cangrejos y otros animales comestibles aprovechados por la comunidad local. Lo más notable es que durante el ciclón Nargis del año 2008, la plantación de manglares ayudó a reducir el impacto de las inundaciones en la comunidad.
Todos los ponentes, así como varios miembros de la audiencia, compartieron su preocupación respecto a los desafíos existentes por la limitada disponibilidad de personal y recursos para las actividades de extensión forestal y aplicación de la ley, y destacaron la cantidad de contribuciones que los grupos de usuarios forestales exitosos habían hecho a los medios de vida, la conservación de los bosques y la seguridad general. De hecho, el Departamento Forestal destacó la labor de ambos grupos de usuarios forestales invitados a este panel por haber ayudado a diseminar mensajes en las comunidades vecinas, lo que resultó en el establecimiento de más grupos forestales comunitarios.
Esperamos que quieren diseñan las políticas tomen nota…
Pero mientras estos conocimientos valiosos fueron compartidos durante una animada discusión en una sala prácticamente llena con actores relevantes, no queda claro hasta qué punto los responsables del diseño de políticas van a reconocer y acoger las necesidades de la población rural de Myanmar debido a la avalancha de promesas hechas por los defensores del desarrollo tecnológico y de infraestructura.
Por ejemplo, el desarrollo de diez “centros de excelencia para tecnologías y enfoques de desarrollo verde” durante los próximos tres años propuesto por el foro GEGG, ¿va a incluir centros orientados a socializar los últimos métodos y tecnologías para la conservación de los recursos naturales, la extensión agrícola rural y los sectores de la educación y salud? Estos temas apenas si figuraron en los discursos inaugurales.
Me parece adecuado finalizar con una de las declaraciones vertidas por una de las representantes del grupo de usuarios forestales del estado de Kachin sobre lo que los bosques y el “crecimiento verde” significan para ella: “Los bosques nos proporcionan agua para nuestras fincas y los protegen de sedimentación… También surten de agua a las represas; si el país es más verde, esto será mejor para nuestros medios de vida”.
Mientras le damos la oportunidad a los planificadores de infraestructura de perseguir sus sueños de desarrollar la capital más nueva de Asia, esperemos que los formuladores de políticas recuerden la necesidad que existe de manejar el capital natural de este país —la energía, el agua y los alimentos— para poder sostener este sueño de urbanización.
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