Sociopolítica

Cuando la víctima es el hombre

La otra cara de la violencia intrafamiliar: cuando los hombres son víctimas y las mujeres agresoras.

          “Las más difíciles de explicar son las verdades evidentes que todo el mundo ha decidido no ver”. Ayn Rand.

Hombres discriminados dontmancriminate 3Cuando se habla de violencia doméstica, conyugal, o como ahora se suele denominar “violencia en la pareja” inmediatamente se suele otorgar un papel protagonista a los hombres, considerándolos de antemano como victimarios y únicos responsables de la violencia entre hombres y mujeres, o en la violencia intrafamiliar en general, y a las mujeres como víctimas, descartando que los hombres también son vulnerables, son susceptibles de ser víctimas de sus compañeras y por tanto también son violentados, vejados, maltratados, con y sin resultado de muerte. Se da por sentado que los hombres tienden a resolver sus diferencias con los demás de forma violenta, tienden a dominar, a subyugar, no recurren al diálogo, y no entienden de resolver los conflictos de forma cordial, pacífica, o cosa parecida; y que todo ello es propio de la condición masculina; y que por el contrario las mujeres son unas benditas pacifistas, seguidoras todas de Mahatma Ghandi.

Prejuicios de este tipo están tan extendidos como el de que los hombres son unos brutos egoístas irracionales, que no están dispuestos a compartir las tareas del hogar, se despreocupan de la educación y crianza de los hijos y han diseñado la actual sociedad y las diversas forma de relación y convivencia  a la medida de sus intereses, sin tener en cuenta a las mujeres y buscando incluso perjudicarlas y arrogándose privilegios que les niegan a sus compañeras. Se ha llegado a tal extremo que –además de culpar a los varones de todos los males de este mundo, presentes, pretéritos y por venir- que incluso hay “ideólogas” de esta corriente de pensamiento y opinión (“perspectiva de género” la llaman) que consideran que cualquier relación sexual entre hombre y mujer, aunque sea consentida, es intrínsecamente una violación…

A lo sumo, quienes reconocen que las mujeres también agreden, violentan a sus compañeros, suelen justificarlo diciendo que cuando una mujer ejerce violencia lo hace para defenderse; pese a que todos los estudios serios respecto de la violencia entre hombres y mujeres demuestran que ellas son tan o más violentas que los hombres y que son ellas quienes generalmente violentan a sus compañeros. Así lo confirmaban los datos de U. S. National Family Violence Surbey ya en 1975 referentes a la violencia doméstica en los EEUU, y posteriores investigaciones de Jan E. Stets y Murray A. Straus en 1992 ,  Jhon Archer en 2000 o Denis Laroche (Canadá) en 2005 y Willian y Fieze en el mismo año, por mencionar unos pocos estudios a manera de ejemplo; y lo reiteran y corroboran estudios que pueden ser consultados en “500 RAZONES CONTRA UN PREJUICIO, Análisis comparativo de una recopilación de estudios internacionales sobre la violencia en la pareja”, de Javier Alvarez Deca Madrid, 2014

En general, las políticas oficiales prejuzgan que el hombre es el perpetrador exclusivo de violencia en la pareja, y que la mujer es la receptora pasiva de esa violencia. Sobre la base de ese prejuicio se ha levantado un complejo andamiaje legal, judicial y mediático que, durante decenios, viene siendo el marco de respuesta al fenómeno de la violencia doméstica, rebautizada, para refuerzo de dicho prejuicio, como “violencia de género”, “violencia contra las mujeres” o “violencia machista”.

En el caso particular de España, el principal soporte “estadístico” de las medidas y leyes adoptadas para combatir esa violencia ha sido la Macro-encuesta de 2002, sobre la violencia contra las mujeres, que, como su nombre indica, es un instrumento basado en el prejuicio ideológico de que sólo las mujeres sufren violencia en la pareja. Todas las medidas legislativas (en particular la Ley Orgánica 1/2004 de

Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 28 de diciembre) y todos los informes relativos a la aplicación de esas medidas (por ejemplo, los publicados por el Consejo General del Poder Judicial o por el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer) adolecen de ese vicio de origen: son fruto de un prejuicio sexista que da por sentado, al margen de cualquier comprobación empírica, que la violencia en la pareja no es de doble sentido, y que la violencia no es cosa exclusiva de los hombres. En definitiva, no están justificadas las políticas y normas de prevención de la violencia en la pareja basadas en meros postulados ideológicos y en certezas preestablecidas, o en sus equivalentes encuestas diseñadas con sesgo ideológico y excluyente, sino que es preciso tener presentes los resultados de los cientos de estudios empíricos que analizan el fenómeno de la violencia con criterio imparcial y omnicomprensivo, es decir, teniendo en cuenta los comportamientos de hombres y mujeres.

Apenas han pasado tres años desde que la Dra. María de la Paz Toldos Romero publicó un libro que lleva por título «Hombres víctimas y mujeres agresoras: la cara oculta de la violencia entre sexos», que desgraciadamente en España ha pasado desapercibido casi por completo, me voy a tomar la libertad de hablar de él, pues supone una llamada a la recuperación de la sensatez y el humanismo como guías imprescindibles para cualquier persona que esté interesada en la comprensión del fenómeno de la violencia de pareja.

El libro es resultado de más de diez años de rigurosa investigación. Para redactar el libro, la mejicana María de la Paz Toldos se basó en su tesis doctoral “Adolescencia, violencia y género” publicada en 2002.

«Hombres víctimas y mujeres agresoras: la cara oculta de la violencia entre sexos» es un libro imprescindible, necesario, valiente e inevitablemente polémico puesto cuestiona uno de los tabúes de lo política y socialmente correcto del momento que nos ha tocado vivir, me refiero al dogma de que las mujeres son las únicas y exclusivas víctimas de la violencia de pareja.

A lo largo del libro la autora afirma sin rodeos, sin tapujos, sin circunloquios que los hombres heterosexuales, los gays y las lesbianas también sufren violencia en sus relaciones afectivas.

La autora comienza por definir, delimitar el concepto “violencia” de manera claramente diferenciada de otros conceptos asociados. María de la Paz Toldos afirma que la violencia “de pareja” es un fenómeno humano e interpersonal, una violencia entre sexos que se manifiesta de múltiples maneras, que afecta a tanto a mujeres como a hombres y que tanto unos como otras pueden ser víctimas o victimarios.

La Doctora Toldos nos habla de la tergiversación que ha ocasionado en este ámbito la denominada “perspectiva de género” que se han acabado infiltrando en gran parte de la comunidad científica y  especialmente en los medios de comunicación y creadores de opinión.

Insisto, el libro es un toque de atención para que se recupere la sensatez, para que cualquier interesado en este asunto pueda verlo sin las distorsiones a las que nos han llevado determinadas ideologías,  o el fanatismo o los intereses de determinados lobbies

En el sentido que vengo exponiendo, María de la Paz Toldos es políticamente incorrecta y aborda la subestimación, la banalización, de la violencia cometida por las mujeres hacia sus compañeros: la autora, basándose en una exhaustiva investigación, en fuentes científicas y oficiales, denuncia abundantes sesgos e intereses de distinta naturaleza que han acabado impregnado una cuestión que nunca debió haberse convertido en tabú: la violencia que ejercen las mujeres sobre sus esposos, novios, compañeros. La autora con ánimo de destruir el tabú menciona numerosos casos de los que se han hecho eco los medios de información, multitud de estudios científicos y datos oficiales para dejar constancia de que la violencia de pareja es mayoritariamente de doble sentido y no es cosa exclusiva de hombres.

El libro de la Doctora Toldos estudia de analiza de forma minuciosa el asunto de la violencia que ejercen las mujeres y aborda sin tapujos algunas de las razones por las cuales se procura evitar su estudio, entre otras cuestiones nombra el enorme provecho que algunos le sacan a la industria del maltrato, y en la dirección de llamar a las cosas por su nombre, también habla de la hipocresía existente en este ámbito, de la doble vara de medir que utilizan la televisión, la radio y los diversos medios de información, sean escritos o digitales, y por supuesto no se olvida de la doble moral imperante en la llamada comunidad científica, así como de la enorme presión que ejercen los diversos lobbies fanáticos altamente subvencionados que con la excusa de defender a las mujeres consiguen pingÁ¼es beneficios del asunto que del que se viene hablando.

Una de las principales aportaciones que hace la autora del libro es el capítulo referente a las formas de violencia a las que las mujeres recurren de forma más frecuente: la violencia indirecta, lo que algunos de forma incorrecta llaman “violencia psicológica” (como si quienes hicieran uso de ella fueran los psicólogos) las mujeres suelen recurrir a caminos tortuosos para violentar a sus víctimas.

El libro de María de la Paz Toldos también se acerca a otras formas de violencia que también sufren la “omertá” (la ley del silencio tal cual ocurre con lo concerniente a la violencia de grupos mafiosos) me refiero a cuando las víctimas son homosexuales, gais y lesbianas. La autora analiza la violencia entre parejas del mismo y llega a la conclusión de que las parejas homosexuales son igual, o más violentas, que las parejas heterosexuales.

De todo ello, inevitablemente, se acaba sacando como conclusión quienes afirman que la violencia de la que son víctimas las mujeres no guarda relación con el dogma feminista de “género” que atribuye el maltrato a una supuesta tendencia de los varones a establecer relaciones de dominación hacia las mujeres, y que de forma inevitable las relaciones heterosexuales son desiguales y que los varones tienden a sojuzgar a las mujeres, violentarlas, etc. como resultado de la sociedad patriarcal, la ideología “patriarcalista” y lindezas por el estilo.

La autora aborda la violencia en las relaciones afectivas sin sesgo de “género” y profundiza en las causas que mueven a los humanos de ambos sexos a violentar as sus semejantes, y entre otras cuestiones menciona la intención de hacer daño debido al enfado o la frustración, o la intención de controlar, influir, coaccionar, causar buena impresión, e insiste sobremanera en que tales actitudes no son propias y exclusivas de ninguno de los sexos…

Después de dejar claro que el recurso a la violencia es cosa tanto de mujeres como de hombres, la Doctora Toldos aborda el proceso por el cual hombres y mujeres se vuelven violentos. Más tarde la autora expone algunas ideas claves para la comprensión, la prevención y qué acciones emprender para evitar la violencia en el ámbito de la pareja. En este sentido coincide con Erin Pizzey en que hay que atacar la violencia desde la “no violencia”, claro está que después de haber localizado los factores de riesgo, empezando por localizar a las familias en las que alguno o varios de sus miembros son personas “adictas a la violencia”, generalmente por cuestiones relacionadas con su educación y su infancia. Tampoco olvida la Doctora Toldos mencionar la necesidad de que los medios de información aborden este asunto de otro modo, sin sesgo ideológico “de género”, basándose en evidencias empíricas, en los estudios serios existentes y no en convicciones ideológicas o cuestiones semejantes; y por supuesto, evitando culpabilizar y re-victimizar a las víctimas, sean masculinas o femeninas, y evitando igualmente justificar al agresor o la agresora.

Es de agradecer la valentía de María de la Paz Toldos, el que haya vencido cualquier reticencia a ser políticamente incorrecta, y que se haya sumado a quienes intentamos que en este asunto resplandezca la verdad y se rompa la “omertá”, el pacto de silencio impuesto por poderosos grupos de presión, que oculta la violencia en la que los hombres son las víctimas, como se acostumbra a ocultar que los niños y ancianos también la sufren; por la sencilla razón de que la mayoría de victimarios son mujeres (como atestiguan multitud de estudios serios sin sesgo ideológico, o la dictadura de lo políticamente correcto).

Esperemos que la Doctora María de la Paz Toldos reciba más pronto que tarde el reconocimiento que merece y su estudio sea tenido en cuenta, se modifiquen las actuales políticas gubernamentales respecto de la violencia intrafamiliar y conyugal, o si prefieren llamarla “de pareja”, y se acaben impulsando otras acciones sin discriminación basada en el sexo u orientación sexual de las personas agredidas.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.