Estamos viendo una transustanciación de los enlaces. Uno o una pueden los y las dos ir a casarse y cuando se les solicita y dicen el si, quieren decir que es no. Supongamos que una relación de pareja es para procrear y se usa tal significativo enlace, incluso con aperitivo ceremonial, cuando lo que se quiere escenificar elocuentemente es que el enlace no es sino para el incomparable gozo sexual con protección. Y es esto un avance cultural significativo en la especie humana, no sé en otras especies animales o herbáceas. Pregunté en Valladolid un día a García Calvo “si entre los animales, le pregunté, es más frecuente la relación por procreación entre iguales que la lucha por supervivencia del más fuerte”. Si no sé por qué entre la especie humana sucede lo que sucede, no pretenda usted saber que yo sepa qué pasa entre la especie de las aves palmípedas, por ejemplo, me dijo. Fue en la facultad de letras en Valladolid. Y cosas como esta se me ocurre preguntar cuando veo, en estos últimos tiempos más, el significado de la relación política. Se puso de moda, decreciente como toda moda, el NO, incluso se recalcaba para poco comprensores: No es No, se repetía. Y con la repetición se rapeaba No es No, No es No.
Y vino luego a diluirse tal aseveración en una abstención: “Si tú vas, yo no voy, me abstengo de ir, me quedo para oponerme”. Y ha venido a ser que no he ido para que los dos quedemos en el mismo pacto. No, que no es pacto, es simplemente una coalición en el NO. Así es: No a Ciudadanos, No a Podemos, nos quedamos nosotros PP barra PSOE (PP/PSOE) y nombramos juntos los miembros a reponer en el Tribunal Constitucional o en los términos de la garantía energética o en lo que se nos diga de la república federal española, o sobre la subida del salario mínimo y las mínimas pensiones: No es No, o No es de acuerdo, del acuerdo entre quienes convenga a uno barra otro (uno/otro).
Manuel Pérez Castell
