Hoy en día “idiota” es una palabra que señala a una persona que padece una deficiencia profunda de sus facultades mentales; además de utilizarse frecuentemente como insulto. Pero el origen de la palabra “idiota” se sitúa en la Grecia clásica, y era el término con que los griegos señalaban a aquellos ciudadanos que, teniendo derecho a participar en los asuntos públicos, se desentendían de ellos y renunciaban a ese privilegio.
A diferencia de las dictaduras, las teocracias, o las monarquías absolutas, la democracia es un sistema de gobierno basado en la participación del pueblo. Á‰ste es quien toma las decisiones, mediante mecanismos de representatividad que permiten la elaboración de leyes que respondan al deseo de la mayoría.
Pero ¿qué ocurre cuando el número de idiotas es muy elevado? ¿puede existir un sistema democrático sin una suficiente participación del pueblo? ¿cuántos idiotas caben en una democracia?
Es difícil dar respuesta a esta pregunta, ya que la “idiotez” –en sentido clásico- no es una variable discreta, sino gradual. En cualquier encuesta de opinión aparece siempre un porcentaje, que puede llegar hasta el 12%, de personas que no saben o no contestan. A esos “idiotas” declarados, habría que añadir otro porcentaje –sin duda mayor- de aquellos que sí contestan, pero que no tienen ni idea de lo que se les pregunta, y otros a los que les suena la pregunta, pero sólo disponen de una información escasa y sesgada.
Lo grave en las democracias modernas es que la mayor parte de esos “idiotas” votan. No están bien informados; desconocen los fundamentos de un Estado de Derecho; se desentienden de la realidad económica y política; pero cada cuatro años se acercan a su colegio electoral, y depositan su voto. Después siguen sin interesarse por la política, y se limitan a quejarse, maldecir a los gobernantes, y echarle a otros la culpa de sus desgracias.
Es comprensible que siempre haya hasta un 20% de personas de este perfil en una democracia. Pero ¿y si son un 40%? ¿y si rebasan el 70%? ¿Podría funcionar un sistema democrático? ¿Sería más bien una aristocracia de partidos, maquillada por unas urnas inservibles? ¿Estamos en España en esa situación?