Madrastras, brujas y princesas ¿se han vuelto una cuestión de género?
«Á‰rase una vez…» Quién no recuerda la emocionante frase con la que iniciaban los cuentos que nos leían en la niñez. Y durante la adolescencia, hay que confesar que esperábamos con ansias a que llegara la supuesta ‘hada madrina’ y que con su varita mágica realizara un cambio extremo, con tan solo un hechizo… Pero quizás a más de una le pasó que esperaba emocionada en la fiesta a que llegara el supuesto ‘príncipe azul’ y alcanzar así el tan ansiado ‘final de cuento’…
Hadas madrinas, madrastras, brujas, príncipes y encantamientos, ¿qué hay detrás de estas “inocentes” fábulas y del “vivieron felices por siempre”?
Escuchar y contar son necesidades primarias del ser humano. Las culturas de todos los tiempos en algún momento tuvieron ganas de transmitir a los jóvenes experiencias o su sabiduría.
Un cuento es una narración breve creada por uno o varios autores, que basa su relato en hechos reales o ficticios.[1]
Existen numerosas definiciones sobre su naturaleza, desde Egipto hasta Grecia con sus célebres fábulas de Esopo, o la colección más célebre de cuentos orientales como “Las mil y una noches”.
El cuento es un “precioso género literario”[2], y a más de uno nos ha hecho vibrar de emoción, de deseo y de fantasía, en esta categoría podemos encontrar cuentos de animales, de costumbres o los tan conocidos cuentos de hadas.
Los famosos Hermanos Grimm (1785)[3], Hans Christian Andersen (1805), y posteriormente con más fuerza Disney (1950 hasta la actualidad), con el transcurso de los años recrearon escenarios fantásticos y nos transportaron a mundos inverosímiles.
La doctora en psicología, Jennifer L. Hardstein, en uno de sus libros[4] popularizó el término denominado ‘Síndrome de la princesa’, un trastorno generado por el impacto “negativo y peligroso” de los cuentos de hadas y de los dibujos animados de Disney.
En los relatos clásicos como “La Cenicienta” o “La Bella Durmiente”, la idea central se basa en la búsqueda del amor romántico, fomentando la imagen estereotipada de una mujer en problemas, con una incapacidad para resolverlos, pasiva, femenina y hermosa. Por otro lado, la antítesis de estos personajes, madrastras o brujas son mujeres con poder y autonomía, independientes, pero malvadas feas y egoístas.
Estos cuentos promueven una imagen distorsionada de los roles o papeles que tanto hombres como mujeres deben cumplir en la sociedad
Gran parte de los contenidos de estas obras dirigidas a un público infantil difunden valores marcados por una sociedad patriarcal. Por citar un ejemplo en la película Mulan (1998) un grupo de guerreros explican cómo es la mujer ideal: “mi chica se maravillará de mi fuerza, adorará mis cicatrices de batalla, no me importa cómo vista o como luzca, sino cómo cocine”.
En ninguno de los cuentos anteriormente citados se puede encontrar protagonistas, robustas, discapacitadas o lesbianas, o padrastros en lugar de madrastras.
Hardstein señala que al final el mensaje principal que se transmite es que si una niña es lo suficientemente, delgada y viste a la moda, podrá encontrar el amor y la popularidad.
Antiprincesas
La vida está llena de otro tipo de momentos, afirma Nadia Fink, escritora argentina, que propone una selección de cuentos alternativos.
La Colección Antiprincesas, trata de exponer con originalidad la “rebeldía latinoamericana”, narrando hechos reales, con historias de vida alejadas de la ficción.
Frida Kahlo (pintora mexicana), Violeta Parra (cantautora chilena) y Juana Azurduy (heroína boliviana) son algunas de las protagonistas de estos cuentos infantiles, inicialmente enfocados para niños y niñas de entre 6 a 12 años, que también han ganado la aceptación de jóvenes y adultos que buscan una lectura histórico cultural más sencilla y lúdica.
Su narración evita el dramatismo, aunque no se trata de esquivar la realidad asegura Fink. Esta colección habla sobre las vidas tormentosas, sensibles, e íntimas, enseñan a “romper estereotipos y trascender lo impuesto”, pero a través de un lenguaje simple que al mismo tiempo muestra a mujeres que no dependen de nadie para salir adelante.
Tierras de hadas, sapos y especies mágicas, el debate está abierto princesas vs. antiprincesas, lo cierto es que los niños aprenden por imitación, y que la cuestión no se limita a un tema de cuentos. La publicidad, el marketing y los medios de comunicación, aportan su grano de arena a la no igualdad de género.
Las sociedades en la actualidad están inmersas dentro de un machismo silencioso y sutil, que de manera inconsciente se ha venido incorporado en la cotidianidad y que asumimos como normales pero que jamás deberían serlo.
El debate alrededor de los cuentos impulsa una reflexión, sobre los “micromachismos” que están ahí aunque a veces no queramos aceptarlos, el género es una cuestión imprescindible que está para quedarse[5].
Quizá como sociedad tenemos un gran reto por delante para evitar la estigmatización constante y derribar ciertas concepciones generales que existen sobre este asunto.
[1] Wikipedia, consultado en: https://es.wikipedia.org/wiki/Cuento
[2] Baquero Goyanes, en su libro El cuento español en el siglo XX
[3] Cuentos de la infancia y del hogar (1812-1815)
[4] “Princess Recovery: a How-To Guide To Raising Strong, Empowered Girls Who Can Create Their Own Happily Ever Afters
[5] Macarena Soto, revista ISTMOS 2016.