Yo no sé a ustedes, pero a mí me resulta increíblemente agresiva para la cultura autóctona la colonización cultural proveniente del Atlántico norteamericano y del Atlántico anglosajón. Y no solo porque se subrayen con temas musicales yanquis los momentos románticos o intimistas en una serie tan española como “Cuéntame”, o en los retratos nostálgicos de los telediarios, por poner dos ejemplos entre muchos. Lo grave es que tras eso hay un propósito. Supongo que ya deben sospechar cuál los lectores de este medio, que tampoco se extrañarán de que precisamente cada telediario no deje de relatar diariamente algo que sucede en los EEUU y parece que debería interesarnos. Es curioso que en cambio no estemos igual de informados de lo que pasa en la República Checa, Polonia, Portugal, Dinamarca, Noruega, Rumanía o Hungría. ¿Es que la vida en ellos es algo intrascendente? Sin embargo debería interesarnos más lo que sucede ahí porque estos son, dicen, Europa, igual que nosotros, dicen.
A veces uno tiene la impresión de que se menciona más el nombre Nueva York que el de cualquier ciudad del propio país. Lo grave de nuevo es que en cada uno de los países mencionados ocurre lo mismo. Y no hablemos de las películas que tenemos en cartelera o nos colocan en la tele. De nuevo pasa lo mismo en el resto de Europa. ¿Y qué me dicen de esa fiestecita estúpida del Hallowen, la de Papa Noel, y otros asuntos que nos llegan del país de los vaqueros?
En la búsqueda de la objetividad acerca de quiénes somos verdaderamente nos damos cuenta de un hecho doloroso: la mayor parte de los seres humanos hemos sido colonizados . Y no solo en Europa. Unos, a través de la influencia directa de sus padres que puede ser una impronta de por vida; otros, a través de las invasiones y guerras de conquista, y otros, a través del pensamiento de aquellos que dominan el mundo y que conforman eso que puede llamarse “cultura oficial”, ahora presente cada vez más en todas partes en formas tan semejantes que se habla por eso de “pensamiento único en la sociedad global”, cuya “casa madre” exhibe su bandera hasta en los retretes.
El pensamiento dominante resulta tan peligroso por intentar homologar los pensamientos, las emociones y las conductas a UN modelo estándar de mundo que diseñan las poderosas fuerzas financieras e industrias multinacionales y los organismos que las sirven, que son todos. El pensamiento único propone el modelo del “hombre único”, pero no por sus altas cualidades, sino por ser un tipo mentalmente clonado repetido hasta el aburrimiento. No será individual, pero sí individualista y gregario a la vez. El individualismo resulta útil porque es fácilmente competitivo, difícilmente cooperativo y solidario, y no se altera por pisar personas o valores con tal de hacer méritos para tener su trozo de pastel más grande que el de su vecino. Su complemento útil y necesario es el gregarismo que expresa la homologación del consumo y la foto de la masa consumista de los centros comerciales. Este doble juego es exactamente el que se propone el poder dominante en este mundo desde hace mucho tiempo.
Las sesiones de reeducación de los prisioneros en la guerra del Vietnam y los entrenamientos guerreros de los llamados cuerpos de élite, así como la educación fanática religiosa o patriótica -tanto da- de Iglesias y organizaciones nacionalistas o fundamentalistas demuestran la persistencia del lavado de cerebro en manos de los que tienen el poder y controlan los medios. Ellos dirigen la clonación mental que tantos beneficios acaban produciéndole a los que detentan el poder, a diversas multinacionales… y tantos problemas a los insumisos partidarios de la conciencia libre, la libre información y la individualidad crítica. ¿Serán finalmente catalogados de terroristas o inductores?
La historia de la humanidad es una historia de dominación, y al enemigo se le dominó por las armas, por la cultura y por los dioses de los vencedores. Así sucedió con todos los imperios. Así sucedió en la conquista y colonización del continente americano, en las cruzadas y con la Inquisición, igual que en la Alemania nazi o en los actuales Estados Unidos norteamericanos, actual imperio dominante. Todos ellos han hecho lo posible por inocular en la mente de los dominados su veneno mental como dominadores en forma de cultura, dioses, costumbres, y leyes para que cada pueblo dominado borre eso mismo de su memoria genética y lo sustituya por lo que se le impone.
Hoy día, los medios de comunicación y la profusión de intercambios comerciales en todo el mundo según las despiadadas leyes del mercado, junto a la ideología que las sustenta y las actitudes que genera, favorecen el largo alcance de esta especie de clonación mental que es el pensamiento único. Estas gentes del poder político, religioso, mediático y financiero pretenden hacer de la humanidad una dócil manada de siervos con cerebros convenientemente adiestrados y sutilmente manipulados a través de emociones y de imágenes sensoriales para que deseen imitar a los ricos en un panorama de supermercado mundial diseñado para orientar al consumo de todo aquello que se presenta como deseable según el principio “Trabaja para consumir placer”, pero- se le hace saber- “ no te permitiremos alcanzar nunca lo que te hacemos deseable”.
Al hilo de esa psicofilosofía conductista y mercantilista se producen fáciles divisiones entre personas a causa de la envidia y la competición por poseer más de algo, para ser más que alguien”….
Poseer algo para ser alguien, y ser alguien para poseer más es el círculo vicioso infernal de la existencia humana, y un chip importante en el programa del llamado “pensamiento único”. Como no todos pueden poseer los mismos bienes, la frustración cunde, y con ella el resentimiento, el estrés, los sentimientos de poca valía personal, y otros frutos venenosos para el alma y el cuerpo físico, que siempre actúa como notario de las emociones, en términos de buena o mala salud.
El primer pilar de nuestra vida anímica es la salud de nuestras emociones.
La salud de nuestras emociones depende de nuestros pensamientos.
Del resultado de todo eso depende nuestra salud o enfermedad.
Aumentan por días los problemas psicológicos, se suceden los suicidios, los desahucios, los despidos y tantas formas de sufrimiento que dejan ver varias cosas: una profunda injusticia social; un pensamiento único encaminado al tener y un profundo vacío del ser, que resulta de beber el veneno de la marca “neoliberal” que el pensamiento único nos ofrece a diario. Tomar o no de esa copa es una cuestión personal. Eso lo decide cada uno.