Cuando la dependencia entra en una casa cambian muchas cosas, desde los horarios hasta las costumbres, pasando por la falta de momentos de ocio y relajo.
“Supone vivir con el dolor de ver a una persona que quieres en ese estado de dependencia total para subsistir; y más si, anteriormente, ha sido una persona llena de vitalidad y tomadora de decisiones, como ha sido siempre el caso de mi padre, afectado ahora por un Alzheimer avanzado”, señala Mercedes, que vive una situación que afecta ya a muchas personas en España.
No es solo un problema de horarios o de planes laborales.
“A pesar de que tenemos solicitada ayuda domiciliaria desde hace año y medio, y de que mi padre tiene reconocido el grado más grave de dependencia, hemos tenido que acudir a la empresa privada para solucionar la atención más elemental a mi padre. Á‰l acude a un centro de día y, aunque está subvencionado, también tenemos que pagar una parte considerable”.
La vida ha cambiado para esta familia a la hora de tomar decisiones que antes tomaba la persona dependiente. Pueden darse un aumento de la tensión entre los miembros de la unidad familiar, conflictos con los hijos o entre la pareja. Además, se puede ver afectada la vida social de las personas de la familia, ya que el cuidador puede sentirse aislado, caer en el absentismo laboral…
Para evitar que el cuidador se convierta en un enfermo, hay que tomar medidas como compartir los cuidados con otros familiares o mediante ayudas externas; no abandonar el trabajo (mejor tratar de reducir jornada); mantener la vida social y de ocio; realizar ejercicio físico y descansar bien.
Destaca Mercedes la colaboración de todos ante la nueva situación de dependencia: “Sobre todo, acompañando. Es muy importante que el cuidador no se sienta solo ante el problema de atender a una persona dependiente total. Y colaboran dando respiro, de manera que el cuidador pueda salir de vacaciones algunos días y desconectar de un problema que es muy esclavo”.
La mayoría de quienes cuidan a una persona dependiente está compuesto por mujeres, en un 83%, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De ellas, un 43% son hijas de la persona dependiente; un 22%, esposas; y un 7,5% lo constituyen las nueras de la persona cuidada.
La edad media del cuidador ronda los 52 años, pero un 20% supera los 65. En su mayoría están casados, y un 60% comparte el domicilio con la persona dependiente. En el 80% de los casos, no hay una ocupación laboral remunerada del cuidador, y el 60% de los cuidadores no recibe ayuda de otras personas.
Los datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología señalan que la rotación familiar o sustitución del cuidador principal por otras personas de la familia es baja. Gran parte de las personas cuidadoras compagina la atención de la persona dependiente con otras tareas dentro del hogar, como cuidar a los hijos, lo que ocurre en el 17% de los casos.
Las enfermedades relacionadas con el estrés son las que más afectan a los cuidadores de personas dependientes. Entre un 40% y un 75% pueden verse afectados por este tipo de patologías. Esto hace necesario elaborar protocolos para detectar, prevenir y reducir la sobrecarga que afecta al cuidador. El cuidador puede notar decaimiento, fatiga, alteraciones del sueño. El estrés provocado por estar 24 horas atendiendo a una persona puede producirle ansiedad.
Si el enfermo cuenta con una atención, el cuidador necesita descanso y, de vez en cuando, vacaciones para desconectar de una situación que puede volverse agobiante.
Mercedes señala la importancia del papel que tienen las Administraciones a la hora de facilitar que a la persona dependiente se le pueda cuidar en la familia porque es el ámbito idóneo en el que va a estar mejor. Esto se consigue con ayudas económicas y con apoyo psicológico para los familiares.
Cuidar a una persona dependiente no es solo administrarle medicinas, es darle amor, cariño… y todo eso lleva mucho esfuerzo por parte de las familias, mucho tiempo restado a otras actividades de la vida laboral y personal. Cuando la dependencia entra en una casa, son muchos y muy duros los cambios.
Antonio Saugar
Periodista
www.telefonodelaesperanza.org