El Gobierno sigue sin enterarse de nada, los sindicatos siguen sin pensar en otra cosa más que en sus sueldos de trabajadores liberados y los empresarios siguen obcecados en defender lo indefendible para conseguir unos objetivos que saben que no van a conseguir. En conclusión, el diálogo social no va a ninguna parte y seguirá encallado hasta nuevo aviso.
Hoy el Gobierno ha puesto sobre la mesa una serie de propuestas sobre las que seguir trabajando, si seguimos así llegaremos a la próxima crisis y todavía estaremos trabajando la reforma laboral que nos tenía que haber sacado de esta. Unas propuestas vagas y poco definidas que no van a la raíz del problema y se equivocan en la esencia.
Los empresarios llevan varios años solicitando una reducción en los costes de despido, una rebaja en los 45 días por año trabajado que se aplica a la mayoría de los contratos indefinidos en la actualidad, mientras que los sindicatos siguen defendiendo el mantener esa cifra. Pues bien, el Gobierno, fiel a su política de dar gusto a todos dejando insatisfechos a todos, ha decidido plantear 33 días como indemnización adecuada.
El Gobierno se equivoca al plantear un problema económico en el despido. El trabajador que es despedido no quiere una indemnización, lo que quiere es encontrar un nuevo trabajo de la manera más rápida posible, pero se encuentra con un problema, durante el tiempo que estuvo trabajando se anquilosó y sus conocimientos quedaron obsoletos, por lo que le cuesta cambiar de puesto de trabajo.
La solución a ese problema es sencillo, basta con dedicar esos 33 días con los que se quiere indemnizar al trabajador en concepto de despido para su propia formación mientras se encuentra trabajando. Así, cuando lleguen las vacas flacas la empresa se pensará muy mucho el despedir a un trabajador debidamente formado y cualificado, pero si a pesar de todo el trabajador es despedido se encontrará en situación competitiva con el resto de buscadores de trabajo.
Así de sencillo, así de complejo de entender para los que tienen en mente otra cosa diferente al bienestar de los trabajadores. Los propios sindicatos deberían defender esta postura, porque su labor no es que los trabajadores desempleados tengan buenas indemnizaciones, su labor es conseguir que no haya trabajadores desempleados.
Es un error centrar la reforma laboral en un debate económico de días de indemnización. Cuando los expertos hablan de reforma laboral se refieren a la mejora de la productividad y a la reducción de períodos de desempleo.
No hay más ciego que el que no quiere ver.