Una cosa no tiene que ver con la otra. Es más: Nos muestran un cartel con un bebé y un lince hablano de derechos del no nacido, de modo que la campaña es un desacierto doble: ¿Qué tiene que ver un bebé con un no nacido? ¿Y qué tiene que ver un lince con todo esto?
La Iglesia argumenta que se presta más atención al lince que a los no nacidos y que se gasta mucho dinero en su protección antes que ocuparse de los derechos de los no nacidos. Esto es demagogia barata y una total falta de inteligencia.
El lince ibérico es un animal autóctono en peligro de extinción, entre otras porque muchos ejemplares son atropellados por los coches que pasan por las carreteras de la zona de mayor implantación. El coste de su protección no sólo se justifica, sino España le debe esta protección por haberlo llevado al borde de la extinción. También los animales tienen derechos, y el lince, ante todo, tiene el derecho de poder sobrevivir en un país que nunca ha prestado mucha atención a su medio ambiente, su naturaleza y sus animales y plantas, a los que muchos maltratan sin ningún remordimiento de conciencia.
La Iglesia Católica practica demagogia simplista y tergiversa la percepción de los derechos de las personas y aquellos de los no nacidos, que son diferentes. Mostrar un recién nacido hablando de derechos es falsear la realidad. Ciertamente, en derecho el no nacido tiene ciertos derechos a partir de su concepción y más a partir de un determinado tiempo de desarrollo. Esto ha sido así ya en tiempos de los romanos. Pero en el cartel no se trata del recién nacido, al que asisten todos los derechos de un ciudadano salvo aquellos que sólo pueden tener o ejercer los mayores de edad.
Es una campaña errónea. Los obispos podrían haber sido más linces al tratar el tema. No se habla de forma clara de los derechos de la madre y del padre. Se trata de polemizar para remover emociones y no para provocar un debate inteligente sobre la cuestión. La campaña recuerda más bien a las que han hecho los partidos de la izquierda, que usa las emociones en lugar de la inteligencia.
La Iglesia Católica ganaría mucho más con una campaña inteligente sin intentar perjudicar los derechos de los linces. Creo que San Francisco de Asís no estaría muy conforme. El aparente desprecio de la Iglesia hacia los linces demuestra una visión poco evolucionada de la vida en general y de la responsabilidad de la sociedad respecto de su entorno natural en particular. Despreciar al lince como diciendo que da igual que se extinga mientras se impidan nuevos abortos voluntarios es una actitud deplorable y favorece poco el debate sobre la cuestión de fondo.
¡Sí a la protección de los linces!
¡No a la ampliación de la ley del aborto!