Con una espléndida y profunda frase de Konrad Adenauer inicio esta -creo- áspera pero acertada opinión, sobre la situación política de la España de hoy mismo. “Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero nadie tiene el mismo horizonte”. Cierto.
Celebrada la Convención, llegó la gran fiesta del Gobierno español en Valladolid, donde la alegría de los participantes se fundió en gritos y palmas; delirante, pues se festejaba la lotería que aún no había tocado. Fue algo a lo que ya estamos acostumbrados: adelantar acontecimientos, tan solo porque el lobo ha asomado la patita por debajo de la puerta, pero cuya realidad deja mucho que desear, por más que se empeñen en hablar a gritos y repetir y repetir solo las cosas que a ellos les interesa que cale en el ciudadano.
Sorprende la valentía de ciertos políticos que, pese a saber que hoy se graba todo, tienen la osadía de decir cosas que pueden ser desmentidas al cuarto de hora, o incluso veinte años después de comentadas. Pese a todo, estaban ansiosos de ver la patita del lobo y dar así mecha a los fuegos de artificios, para de nuevo volver a la carga de repetir lo ya más de cien veces repetido a la oposición (ser los culpables de la crisis mundial, ¿no es cierto?). O lo de la ya famosa y falsa “herencia recibida del Gobierno anterior”. Cuando cualquier ciudadano sabe bien que el repetido diferencial de la deuda española -en su gran mayoría- fue motivada por sus propios compañeros autonómicos: Madrid, Comunidad Valenciana y Comunidad de Castilla-León. Así es: el diferencial de 2011 sube cuatro décimas por culpa de estas tres Autonomías, lo que obliga al Gobierno a corregir del 8,51 al 8,90, porcentaje nada despreciable si se tiene en cuenta que había ya un agujero tremendo. Y, sin embargo, en Valladolid se podían oír a los participantes, con el presidente del Gobierno a la cabeza, creyéndoselo todo al pie de la letra.
Pero, en cambio, nada sobre el Caso Bárcenas (lógico), nada sobre el caso GÁ¼rtel (lógico), nada sobre el aborto (lógico), nada sobre el asunto de los Hospitales públicos de Madrid – tema del que, felizmente, se ha hecho justicia, y todo ha salido bien). Nada sobre la Educación. Pero mucho de lo que puede venir. ¿Venir? Ahí están, intactos, los 6 millones de parados: eje principalísimo de la economía y de la triste situación social en la que, en estos momentos, se halla sumida España.
Y puestos ya, si tanto hablan de la herencia recibida, por qué no repiten la frase de Voltaire: “Abandonamos este mundo dejándolo tan tonto y malvado como lo encontramos al llegar a él”. O peor.