Permítanme un breve prólogo. Epígrafe y escrito se publicaron en el umbral de 2008.
Hoy, siete años después, solo cambiaría nombres, fechas y siglas. Las elecciones generales se deben celebrar el próximo noviembre y los partidos que a partir de ahora adquirirán un protagonismo igual de destructivo que entonces, o más, serán PP, PSOE y Podemos.
Lo que contaba en el haber desastroso de Zapatero, sin quitar una coma, puede facturársele actualmente a Rajoy. Hasta la ciudadanía sigue inamovible en su inercial ceguera.
Tras este primer párrafo -con las salvedades citadas y alguna otra que me dejo en el tintero de forma escrupulosa- repito el artículo exacto, tal cual se publicó. Los lectores ocasionales juzgarán qué ha cambiado, excluyendo el advenimiento de algunas siglas que no terminan de cuajar y la irrupción de un partido que quiere enterrar casi cuarenta años de paz y libertad.
La frase no es el fruto de un deseo paradójico; tampoco es la cita cargada, a partes iguales, de sarcasmo ácido y de ingenio a lo Groucho Marx; ni tan siquiera puede considerarse un exabrupto impetuoso e insultón. Es, básicamente, el alegato del comportamiento humano para unos congéneres que van a cavar la fosa de su propia desgracia con la alegría del que no sabe, o no quiere saber, las consecuencias de su ingenuidad, de su ligereza o, peor aún, de su mesianismo.
Sí, pronostico, conjeturo, adivino, que en las próximas elecciones del 9 M una gran parte de la sociedad española, quizás a regañadientes, votarán al PSOE a pesar de todo. Empeñan su fidelidad de forma misteriosa, para mí irracional, por un prurito ideológico que en el fondo repudian; son consecuentes dentro de su inconsciencia. A estas alturas parece imposible la existencia de ciudadanos que comulguen con esa inmensa rueda de molino que el gobierno -y sus interesados adláteres- hace rodar permanentemente con el mayor descaro, sin contenciones, a lo largo y ancho del solar patrio. Diferente es que la ciudadanía, culpable y sufridora al mismo tiempo de la situación, acepte de buen grado esa bola fabulosa, esa falacia mayúscula inherente al socialismo español.
Veamos. Los socialistas son partidarios del Estado federal cuando la experiencia histórica, maestra irrebatible, enseña que la federación conduce al cantonalismo radical e insolidario. No sé si basándose en este germen federal o por iniciativa particular y exclusiva del Sr. Zapatero, se elaboraron ciertos estatutos de autonomía que potencian el desgajo, la independencia de esas comunidades y, por ende, propician la parcelación del país en claro desacato a la norma constitucional. Sin embargo este es el gobierno que se autocalifica, aún obviedad evidente, como gobierno de España. El mismo por cuya iniciativa se aprobó una ley de la memoria histórica que vuelve a abrir heridas cicatrizadas y a, lo más preocupante, resucitar de nuevo el enfrentamiento que ha de helar el alma, en palabras sabias del poeta. ¿En serio, es este un gobierno de España?
Se miente en economía cuando se airea su aspecto saludable en relación a los países del resto de Europa. Se dicen baladronadas a costa de un hipotético crecimiento del PIB, del superávit en las cuentas públicas, de emprender mejoras laborales a lo largo de la legislatura, etc.; se oculta el déficit comercial, la deuda exterior consiguiente, el declive en la construcción (motor único y sin alternativas de la producción propia), la pérdida preocupante del poder adquisitivo y por tanto de la inminente disminución del consumo interno, motor virtual. Veremos las consecuencias del paro, descontrolado, en la población indígena -altamente hipotecada- y en la población foránea sin ese colchón protector de la familia. Es ingenuo pensar que, en un marco capitalista, un gobierno de izquierdas -real o revestido- pueda sortear la crisis económica, visible en el horizonte inmediato, con posibilidades de éxito.
Se miente sobre política antiterrorista cuando el gobierno se deshace en cucamonas con ETA, para de inmediato alardear de ser quien más etarras ha detenido. El señor Zapatero, su ejecutivo, es el menos inflexible para ETA durante toda la época democrática. Sigue pensando puerilmente que es factible la rendición de la banda. A conseguir tal objetivo fantasioso tenderán las conversaciones que se reanudarán en breve.
Se embauca en política exterior, en política educativa, en política de infraestructuras; en fin, el espacio mediático constituye una gigantesca patraña porque al PSOE, cara poco agraciada del capitalismo, únicamente le queda la manipulación para engatusar al ciudadano acrítico y candoroso. Ha hecho de la falacia y de la calumnia el hilo argumental, un exquisito puchero envenenado de su dilatada campaña, incluidas ofertas electorales; ¿por qué no rebajas ahora que estamos en ello?
En mi pueblo hay una sentencia popular muy repetida: sólo los idiotas tiran cantos a su tejado. Menudo año o años nos esperan. Con el mayor respeto y con todo mi afecto, renuevo mi feliz año, idiotas.