Westchester, NY.- Atención señores pasajeros: contrario al salvavidas usual (lifeguard), en caso de emergencia encontrarán debajo de sus asientos los medios de aterrizar con vida; los que no lo encuentren, por favor traten de fabricarse uno con la primera lona a su alcance, porque estos, son momentos de paracaídas…
Quienes se tiren en picada tengan en cuenta los vientos contrarios porque hay turbulencias para las cuales estos instrumentos de salvación, los paracaídas o (Parachute) son rudimentarios para ciertos fenómenos atmosféricos, la batahola y las zarandeadas de ciertos vientos alisios que para las águilas son un maíz.
Cuando vean encendidas las luces de emergencia y se abran las compuertas a su izquierda, la morada y a su derecha, la blanca y la multicolor al fondo con amarillo y verde predominantemente, no cometan el error de recoger pertenencias habidas o mal habidas (colección de vistosos sombreros, títulos de propiedades,) ni mucho menos el error de la mujer de Lot en la destrucción de Sodoma y Gomorra, mirando para arriba a treinta mil pies de altura so pena de convertirse en una estatua de hielo, y claro, no de sal, por aquello del “Nueva York chiquito” ubicado en mismo trayecto del Sol…Hay muchos que en medio de la confusión no podrían distinguir el color de la compuerta que les toca.
Hay paracaídas que no se abren. Para los pocos versados en materia de paracaidismo, los hay antiguos y modernos con saltos base (no importa que amagos traiga el viento, las bases son las bases),de desprendimiento, ese salto que se ejemplifica en los políticos dominicanos de RD, a quienes definitivamente les convendría el de desprendimiento, porque ya se van y deben ir soltando las amarras, los triples y hasta cuádruples anillos (y si no te gusta volvemos a contar…) con sus editores, académicos, poetas de nómina, funcionarios, periodistas, ministros y candidatos para evitar así quedar enredados al paracaídas teniendo que usar un cuchillo de gancho para desprenderlos de la raíz del poder.
Por último están los saltos de pilotaje, aquellos que muestran una especial sintonía entre el piloto y el paracaídas para hacer aterrizajes a gran velocidad, rozando el suelo con seguridad y control, una maravilla para aquellos que puedan después de años de división aferrarse y pactar sinceramente a favor de los buenos vientos las compuertas blancas, primero (sin zancadillas internas desde RD hasta NY) y después las moradas y la diversidad multicolor que prueba suerte cada periodo de saltos para ver qué les traen los vientos… Como se nota, la necesidad o la maravilla del paracaídas y sus saltos de pilotaje es que no solamente nos sirven para aminorar los choques en travesías aéreas, sino también terrestres.
A los viajeros en “tránsito de pie quebrado”, para decirlo con un verso de Alexis Gómez Rosa, recomendamos cruzar –si el salto es en tierra_ en dirección diagonal y si es en aire, apostamos a un diseño que controle la velocidad del descenso a fines de desacelerar el arribo de sus pies en tierra para que sus cohetes y coches, en nuestro caso, yipetas, no tengan saltos al vacío.
Para los desconfiados, temerosos de las alturas, según wikipedía, el primer intento conocido de lanzarse en paracaídas tuvo lugar en Córdoba, España, con éxito parcial en el año 852, más o menos 600 años antes del descubrimiento de la isla Hispaniola. Pero cuidado, el primer paracaídas practico fue inventado en el 1783 por Louis-Sebastien Lenormand, quien lo inventa no para aviones sino para ayudar a escapar de edificios en llamas, poniendo en práctica su invento en un salto desde la Torres del Observatorio de Montpellier. Creó su paracaídas en un marco de madera rígida y dio resultados, pero aquí exhortamos a los señores pasajeros a no mantener posturas rígidas a la hora del salto porque no es conveniente ya que la compuerta morada se ha convertido en capilla de la tanta rigidez. Sus manubrios tal cual mesías, han dictado los cambios y salidas políticas del salto a la hora de las emergencias anunciadas…
En estos tiempos modernos los paracaídas tienen sus componentes básicos, el velamen, por ejemplo, con diversos tamaños y colores, sus cuerdas de suspensión tienen longitud variable y son resistentes; sin embargo, como lágrimas que cual hilos penden sobre cielo quisqueyano, se debe tener cuidado, las vainas que la cubren son las telas donde se le teje a los votantes con un mismo cuento cada 16 de mayo. Sobre las bandas de suspensión, estas se remontan a la época de la “banda colorá”, así se comenzaron a repartir los golpes no de apertura, sino de cierre. En los cuerpos políticos ya no se distinguen colores. A estas alturas es cuestión de sálvese quien pueda.
Ajusten su entrepiernas los que se creen muy machos y cuando no puedan con la altura ni con las bandas en sus espaldas dejen sus pechos abiertos, no ajusten lo que les cuelga…, tiren de la manija y dejen el enganche del paracaídas pegado a un costado del avión, en estos casos aunque sea un paracaídas de segundo uso, (de esos que los oportunistas usan y sueltan en banda) otros pasajeros a bordo, pueden salvar sus vidas, especialmente la de aquellos conscientes de los golpes y saltos políticos, pues aunque en la funda de empaque del paracaídas, cabe de todo, siempre vale decir “estamos juntos pero no revueltos”. A los que dirigen y coordinan vuelos, saltos y amarres políticos y culturales de última hora, les haría bien contar con paracaídas de frenado, única forma de garantizar vidas y ceder el paso al relevo necesario…