Cualquier economista que haga un análisis mÃnimamente objetivo colegirá que los dos grandes problemas, casi estructurales, que mantiene la economÃa española son la elevada tasa de paro (cercana al 26%) y el desbocado déficit público que alcanza el 97% del PIB. De mantenerse el crecimiento desenfrenado del pasivo de las Administraciones Públicas españolas, la deuda superará en breve el 100% del PIB. Este es un dato que no se producÃa desde principios del siglo XX, cuando el Estado español tuvo que hacer frente al endeudamiento producido como consecuencia de las guerras por la defensa de las últimas posesiones coloniales del Caribe.
En los últimos años la clase polÃtica gobernante ha venido repitiendo el mantra de que “los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades†como justificante con que excusar las polÃticas de recortes que se iban a producir de manera inhumana. Se ha repetido en tantas ocasiones la letanÃa que la gente común lo ha aceptado y lo ha interiorizado, entonando el mea culpa y asumiendo los recortes en sanidad, educación, dependencia, pensiones, cultura o derechos sociales, como parte de la penitencia por los excesos y pecados que nos decÃan habÃamos cometido arrastrados por las bajas pasiones, la codicia, el ansia o la avaricia, y que nos habÃa llevado a descalabrar al Estado del Bienestar.
Lo normal hubiera sido que el sacrificio y la inmolación de los ciudadanos tuviese su reflejo en las cifras macro de la economÃa española. Pero, ¡oh misterio de los misterios!, resulta que no, que habiendo pasado la deuda pública durante la época de RodrÃguez Zapatero de 389.142 millones de euros (46,30% del PIB, en 2004) a 737.406 millones de euros (70,50 % del PIB, en 2011), el Gobierno de Mariano Rajoy, que habÃa recibido una “herencia envenenada†y que iba a distinguirse por la austeridad y a desarrollar un plan de choque para reducir el nivel de endeudamiento, ha disparado en lo que va de su mandato (enero 2012 al primer trimestre de 2014) la deuda pública hasta los actuales 989.925 millones de euros (96,80 % del PIB).
Resulta obvio que los que están en el puente de mando son incapaces de aportar un mÃnimo grado de solidaridad para con el sacrificio desmedido que se le ha exigido a la ciudadanÃa, manteniendo intactos sus privilegios y el statu quo de una Administración que dilapida el esfuerzo y la abnegación, el estoicismo y el sufrimiento de millones de españoles.
A la luz de estos datos es más que evidente que quienes vivieron, viven y pretenden seguir viviendo por encima de sus posibilidades, convirtiendo al Estado en una especie de mancebÃa, son los mismos que nos han querido vender la moto de que usted y yo, que tenemos que trabajar, dÃa a dÃa, casi de sol a sol, somos los verdaderos culpables de esta sangrÃa, de esta dilapidación que mantienen de forma permanente las dos Cámaras de representantes, los diecisiete gobiernos autonómicos, las cincuenta y cuatro Diputaciones, Cabildos y Consejos insulares y los más de ocho mil ayuntamientos, y un sinfÃn de empresas, fundaciones y organismos públicos, todos ellos con tarjeta de crédito popular y acceso a la barra libre, a la voz de “paga Españaâ€.