Quien siembre vientos, recoge tempestades. Eso le ha ocurrido al Partido Socialista (PSOE) en España en las elecciones. Tema aparentemente local, pero un espejo en el que reflejarse muchos países.
El brusco golpe de timón de 180º del gobierno de Zapatero en 2009, poniendo el Estado al servicio descarado de la minoría rica privilegiada, es causa del rechazo al PSOE por parte del electorado, así como del aumento de votos blancos y nulos.
Viene de lejos, aunque la ciudadanía lo ha sabido con cuenta gotas gobierno tras gobierno. Y esa ciudadanía ha decidido que para gobernar como la derecha está la derecha. La degeneración del PSOE tiene además aire de recochineo: neoliberalismo implacable y presumir de política social.
Hace un cuarto de siglo, empezaron los primeros envites de gobiernos socialistas contra derechos económicos y sociales de la ciudadanía; derechos que, por cierto, son tan inalienables como los civiles y políticos. Fue la reconversión industrial que dejó miles de parados en la cuneta; después ajustes para que la Comunidad Económica Europea aprobara al ingreso de España en el Mercado Común, más tarde más ajustes para formar parte de los países del euro… Hasta la crisis.
¿Era necesario? Probablemente algunas medidas sí, pero de otro modo. No cargando los costes sobre las espaldas más vulnerables y débiles. Porque mucho antes de la crisis, España, con un 20,8 % de personas viviendo con ingresos inferiores al 60% de la media nacional, tenía y tiene una de las tasas de pobreza más altas de Europa.
Y esto viene a que, como documenta VicenÁ§ Navarro, en este país, las rentas del trabajo han descendido del 72% de la riqueza nacional al 61% entre 1993 y 2005. Y en ese mismo periodo se redujo también el gasto público social por habitante, porque los recursos del Estado fueron destinados a reducir el déficit público y equilibrar el presupuesto estatal a costa de aumentar el déficit social. España, tras treinta años en democracia, continúa a la cola de Europa en inversión social. Aunque la vieja Europa también ha puesto la marcha atrás y las rentas del capital aumentaron a costa de reducir las rentas del trabajo, que del 70% de renta nacional en 1992 descendieron al 62% en 2005.
¿Cómo conciliar la masiva indignación ciudadana, sobre todo de jóvenes, con el triunfo electoral del muy conservador y neoliberal Partido Popular?
Una clave la proporciona Irene Lozano, quien recién escribió que “afirmar que la derrota del PSOE se debe a la crisis encierra una de las contradicciones políticas más gloriosas de las últimas décadas. Crisis provocada por la codicia financiera y la burbuja inmobiliaria (sendos fracasos del mercado) que debería haber desembocado en deslegitimación de los postulados neoliberales, un discurso que explicara las causas de la crisis y señalara a los responsables (…). Pero ha ocurrido lo contrario: los mercados han renovado sus ímpetus al asumir los gobernantes con toda naturalidad sus exigencias”.
Y no quieren saber nada de estos políticos profesionales, además de que quien ha gobernado estos años ha sido el PSOE, que, como explica Díaz-Salazar, “desde 1982, no solo se ha derechizado él mismo sino que también a la sociedad española. Parte del voto al Partido Popular es de quienes creen que el original es mejor que la copia”.
Sí además, como denunció Ignacio Ramonet, el llamado “Cuarto Poder” ha desaparecido fagocitado por el poder económico y financiero, sabemos que buena parte de la ciudadanía no dispone de información fiable sobre quién es quién en la arena política. Porque marean a la ciudadanía con clichés que difunden los medios de persuasión (no de información), que agitan emociones y sentimientos en amores y desencuentros, pero no razones, hechos ni argumentos. Igual que si las elecciones fueran la liga de fútbol, reino de emociones, sentimientos y transferencias psicológicas, pero no territorio de propuestas, argumentos y razones. Y parte de la ciudadanía, cabreada e indignada, ha reaccionado emocionalmente y, al castigar con toda justicia al PSOE, vota a los conservadores.
La protesta encauzada, la Spanish Revolution, solo ha empezado y hay mucho trabajo por hacer para hacer fértiles protesta e indignación.
En cualquier caso, como decía El Roto en una de sus últimas ilustraciones: “Oscurece, por lo tanto amanecerá”.
Precisamente. Porque, tal como se repitió los últimos días de acampadas de protestas en tantas ciudades españolas, lo importante empezó el día después de las elecciones.
Periodista y escritor