Actualmente existen estudios contradictorios con respecto a cuántas veces al día deberíamos comer.
Comedor. Foto: arepa182Por un lado, tenemos la tradicional recomendación de las últimas décadas, a través de la cual se supone que deberíamos hacer 5 ó 6 comidas diarias en raciones moderadas, por unos supuestos beneficios para la salud (no demostrados a la larga en estudios poblacionales) y para adelgazar en caso de exceso de peso. Por contra, hay una nueva tendencia científica que afirma que con comer tres veces diarias es suficiente, ya que se evitan enfermedades derivadas de la sobrealimentación, se prolonga la vida, no se somete al organismo a tanta aceleración metabólica y los órganos digestivos emplean sus tiempos naturales para desempeñar las funciones fisiológicas específicas que les corresponden.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Cuántas veces al día deberíamos comer?
Personalmente, creo que no hay que complicarse tanto la vida. Debemos comer de una manera natural, según los usos y costumbres y, ante la duda, seguir la sabiduría popular de nuestras madres y abuelas, que eran quienes tenían la llave de la herencia cultural, hoy perdida por la sociedad capitalista del consumo feroz, que nos empuja a seguir instrucciones contradictorias basadas en la inmediatez de los medios y en la falta de pensamiento crítico de muchos especialistas, que se limitan a repetir como mantras las lecciones que han aprendido, sin replantearse las cosas.
Todo el mundo quiere descubrir algo, destacar en lo suyo, innovar. Pero a veces no hay que inventar nada nuevo. En ocasiones la Navaja de Ockham brilla por su ausencia en los ámbitos de los profesionales de la salud. Algo tan sencillo como observar un poco de historia y las consecuencias de los cambios dietéticos culturales, nos haría entender las cosas de una manera simple. Pero algunos se empeñan en complicarlo todo, buscar explicaciones ocultas en lo evidente, encontrar soluciones sacadas de miras cortas.
Según mi experiencia, la recomendación de comer muchas veces al día se acaba convirtiendo en un arma arrojadiza para las personas que quieren perder peso y para todos en general. Esa costumbre implica invertir demasiado tiempo al día en ocuparse y preocuparse de las comidas, obligar al organismo a estar muchas más veces masticando, tragando, digiriendo, absorbiendo, procesando… El aumento de la velocidad metabólica hace que todo vaya más rápido, incluyendo la división celular y, por tanto, el envejecimiento celular. La tendencia es a comer cada vez mayores cantidades de alimento, más veces al día, con el beneplácito teórico de las élites de la nutrición. Terminamos desayunando dos veces y hasta cenando dos veces porque nos empujan a ello, con lo que nuestras células adiposas crecen por el exceso de energía en forma de macronutrientes.
Al final no nos damos tiempo para el ocio saludable, como practicar alguna actividad física (¿quién puede si estamos todo el día haciendo la digestión?). Aparte, creo que someter a todos y cada uno de nuestros órganos digestivos a un perpetuo funcionamiento casi al unísono, hace que los mismos se «agoten» y sean menos efectivos, por lo que no me extrañaría que algunos padecimientos derivaran de esa manía por andar todo el día mirando el reloj para ver qué comida del día nos toca hacer.
Ante la duda: sentido común. Y éste nos dice que hay que encontrar un equilibrio saludable y adaptarnos a nuestras características personales, circunstancias y gustos. He conocido personas que comen dos veces al día y les va muy bien. Sin embargo, otras comen cinco veces porque se levantan tempranísimo y se acuestan tardísimo, con lo que están despiertos más horas que la mayoría. Así que las normas nunca podrán ser para todo el mundo por igual.