Enfoques cooperativos; Hoy: Debemos precipitar las transformaciones cooperativas en bien de la especie humana
No hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio. Herbert George Wells
Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos. Víctor Frank
El Cooperativismo del Siglo XXI constituye, lentamente, en una corriente renovadora, vigorizante que pretende devolver le todo su grandeza transformadora para transformar a su vez a la humanidad, otorgándole instrumentos de análisis para la acción.
Y es que el cooperativismo no ha escapado de las garras de la burocracia, de la tecnocracia, del economicismo con que lo han paralizado de su vocación intrínseca transformadora aquellos que ejerciendo cargos directivos han asimilado a este noble movimiento social a los postulados de la competitividad del capitalismo.
Los partidos políticos están desprestigiados como conglomerado de ideales y mecanismos de bienestar social, la corrupción es un dato indiciario de las gobernanzas por donde quieras que vayas o vengas.
A todas luces es preciso cambiar y cambiarlo de prisa y profundamente, hasta los cimientos estas viejas y caducas formas de producción, formas de relación injusta que sólo causan dolor e infortunio por doquier, y los políticos no lo impulsarán, pues sus indolencias hacia estos temas vitales, les son simplemente intrascendentes.
Quien lo diría, quién imaginaria, aun con la mente más afiebrada que Detroit, ciudad de Estados Unidos, puntal del poderío industrial automotriz y de la economía se declararía en quiebra, al igual que otras ciudades más. Sin dudas, nos evidencia la profundidad y gravedad de la crisis del capitalismo. Pero indubitablemente nos señala fuertemente la necesaria transformación que la economía global debe encarar.
Ante esa realidad descripta en el párrafo anterior, nosotros decimos, desde la corriente del Cooperativismo del Siglo XXI que sí, es necesario el cambio económico, pero antes y en mayor medida, es imperativo una transformación de las conciencias para la construcción de verdaderas sociedades humanas.
Nosotros propugnamos que el Cooperativismo precipite las transformaciones cooperativas en bien de la especie humana, que precipite y lidere las transformaciones bajo su método productivo.
¿Qué clama el descontento social que brota en todas partes, sino cambio y transformación?
Se describe a la actual ciudad de Detroit como una ciudad desoladora, deprimente, ya que, según datos proporcionados por noticias afirman que de 1.800.000 habitantes que llegó a tener, hoy sólo queda menos de la mitad, apenas 685.000, “con casi 80 mil edificios abandonados, muchos de ellos verdaderas reliquias arquitectónicas” Fue fundada en el año de 1701 por comerciantes franceses.
Bueno, así estamos, Europa, un hervidero de insatisfacción social, ante ello surge la pregunta inequívoca: ¿Qué estamos esperando para transformar todo aquello que se deba transformar en bien de la humanidad?
Ahora nos visita a los latinoamericanos el Papa Francisco aludiendo aquello de “América Latina, continente de la esperanza” denominación que diera el Papa Pablo VI en el año de 1968, y esa denominación actual es coincidente con las manifestaciones de ansias de libertad, justicia, democracia y transformación de los pueblos.
Aquellos sueños del siglo pasado no se han materializado en Latinoamérica y algunas experiencias sociales se han arruinado. Es hora de dirigir la mirada hacia el método cooperativo de producción.
El Movimiento Cooperativo está en condiciones de liderar el proceso de transformación, es preciso entonces, encausarse adecuadamente a esa tarea precipitando las transformaciones cooperativas en bien de la especie humana.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!