El déficit en sí no es bueno ni malo, sino todo lo contrario, es el uso o el abuso que se hace de él lo que lo convierte en atroz o en pasajero, y tratar de justificar todas las barbaridades económicas que se están cometiendo en contra de la ciudadanía española, en particular, y europea, en general, en base a la lucha contra el déficit es tan absurdo como, y permítame el lector la exageración excesiva, plantear un protocolo de homicidios selectivos de los ciudadanos que entren en la edad de jubilación para evitar el pago de sus pensiones.
Sólo a políticos ignorantes se les puede ocurrir implementar una política de recorte drástico del déficit en un contexto de pérdida de ingresos públicos, porque con ello lo único que consiguen es reducir aún más los ingresos y, por tanto, verse obligados a profundizar en su cadena de estrangulamiento del estado del bienestar para lograr su objetivo primigenio del control del déficit. Simplificando. Si el déficit se produce cuando los gastos superan a los ingresos, sólo hay dos formas de reducirlo, o bien se incrementan los ingresos o se reducen los gastos.
Por algún motivo que se nos escapa a la inmensa mayoría de los ciudadanos, en Europa hemos decidido que la única forma de reducir el déficit es reduciendo los gastos sin plantearnos que con ello lo que hacemos es hundir más los ingresos, con lo que tenemos que reducir aún más los gastos y así estamos, en el cuento de nunca acabar.
Es cierto que el gobierno de Zapatero se equivocó de raíz a la hora de atajar los primeros momentos de la crisis e intentó paliar la caída de ingresos con un gasto público excesivo e ineficiente. No es eso lo que debe de hacer un Gobierno. Debe de apostar por un incremento de gasto público adecuado y eficiente, que no trate de perpetuar sectores en clara decadencia sino potenciar otros con potencialidad clara, Zapatero inyectó sedación a un moribundo y no consiguió nada, hay que dotar de vitaminas a sectores emergentes para que con ello recuperemos un nivel de ingresos adecuado y conseguir así que los recortes de gastos puedan ser más eficientes y no tan generales.