O, en castellano, paramnesia. No es el nombre de una discoteca recién inaugurada en Ibiza, sino lo que yo experimento cada vez que se me ocurre encender la tele para enterarme de lo que ha pasado en el mundo. O experimentaba, porque hace unos dÃas tomé la drástica decisión de renunciar para siempre a los telediarios. No me refiero a ninguno en particular, pues todos son idénticos entre sÃ. Sonsonetes y supersticiones televisivas…
Mencionaré algunas. Anunciar en titulares lo que enseguida se va a ver. Anticipar el contenido de lo que a continuación se va a escuchar (el locutor o la locutora dicen que Rajoy ha dicho lo que un instante después le oiremos decir). Incluir un resumen de la información deportiva en la apertura -atentado ése de leso periodismo- y dedicar luego medio telediario, si no más, a las pueriles noticias concernientes al deporte salpicadas por las sagaces declaraciones de quienes lo practican. Pasar rigurosa lista a todos y cada uno de los incendios que siguen en activo o que ya están bajo control. Reiterar una y otra vez que una patera cargada de subsaharianos, tres menores y quince mujeres entre ellos, con cinco casos de hipotermia y ocho de deshidratación, llegó anoche al Puerto de los Cristianos. Levantar acta de que se ha producido el sexagésimo segundo delito de violencia machista en lo que va de año, calificar de «presunto» al asesino que acaba de presentarse en la comisarÃa con un hacha sanguinolenta y el antebrazo de la vÃctima para confesar su crimen y recoger los testimonios de los vecinos de la pareja (¡quién iba a decirlo!, ¡si parecÃa gente normal! y otras majaderÃas por el estilo). Asegurar que hace calor, que las autoridades han declarado alerta amarilla en los Monegros y que los sevillanos se refrescan en las fuentes de las plazas. Informar sobre los embotellamientos del fin de semana dando fehaciente cuenta del número de coches que a lo largo del dÃa han rendido peaje en la autopista que lleva de Bollullos a Patones. Sacar a una familia de cónyuges grasientos, suegras charlatanas y rorros hinchapelotas chapoteando en la playa de poniente de Benidorm y trasegando un tetrabrik de sangrÃa de polvos. Colar de matute en la programación el tráiler de las pelÃculas que van a estrenarse el viernes y el vÃdeoclip del grupo pedorro que unas horas antes impidió conciliar el sueño a los vecinos de Móstoles. Y asà dÃa tras dÃa, semana tras semana, lustro tras lustro… Hasta aquà he llegado. Adiós, colegas.