Casi todos los días a primera hora la biblioteca Gregorio Maians (Ciencias Sociales, Universitat de ValÁ¨ncia) deja en su entrada algunos ejemplares esporgats, esto es, ‘podados’, de entre su relativamente amplia colección para que quien quiera se los lleve. Normalmente suelen ser mamotretos infumables que recopilan estadísticas o volúmenes verdaderamente ajados y desfasados; pero ayer, muy cuco, me hice gracias a mi costumbre –o vicio, o síntoma de incipiente y precoz senectud- de mañanear con unos ejemplares que considero verdaderamente valiosos. Son tres números de la revista Mientras Tanto, ya saben, un bastión literario editado por un puñado de diversos marxistas bastante bienintencionados.
Uno de los ejemplares, nº 63 de 1995, recoge un homenaje con motivo del décimo aniversario de nuestra carencia de Manuel Sacristán Luzón (MSL, como se le dice en dicho ejemplar) y que se celebraba en 1995. Sacristán, para quien no lo conozca, es tal vez uno de los pensadores más importantes que ha corrido por este país; aquí les remito alguna noticia sobre su biografía (Cfr. accesible en internet) o un volumen donde él mismo nos ofrece una breve pero suculenta introducción al pensador italiano Antonio Gramsci –que contiene en su introducción otra breve noticia de la biografía de MSL (Cfr. editado por Trotta).
Poco podría yo decir de MSL habiendo, como los hay, discípulos suyos todavía en vida; nomás le pegan un vistazo a estas referencias para comprender, como decía Francisco Fernández Buey (precisamente en el nº 63 de Mientras Tanto, pp. 131-155), la medida en que MSL recoge el testigo de Ortega y Gasset en cuanto originalidad, profundidad y anticipación en sus ensayos y meditaciones –además de ser un personaje clave para el desarrollo de los movimientos sociales, y en especial el ecologismo, en España.
A propósito de Gramsci, el ejemplar citado (MT, 63, 1995, pp. 115-131) recoge una entrevista que MSL no quiso que se publicara en vida. Los editores justifican ahora su salida a la luz aunque a mí, que no dejo de agradecer esta puerta abierta a la intimidad de MSL, me estremece de algún modo esta ‘violación’ parcial de su voluntad. Si no quiso que fuera publicada es porque recoge una serie de declaraciones algo desgarradas respecto del espíritu positivista que a menudo esgrimen ciertas tendencias políticas. En concreto nos dice algunas cosas del pionero estudio acerca de Gramsci que le mantuvo ocupado durante una temporada –que daría como fruto, entre otras cosas, el libro titulado El orden y el tiempo que les enlazaba aquí).
De nuevo para quienes le conozcan, ya saben que Gramsci fue una especie de mártir lastrado por la neurosis, cierta manía persecutoria, distintas enfermedades físicas y el rechazo político por ambas partes (izquierda y derecha, aunque más en la segunda, claro está). En resumidas cuentas y para ser sincero con la historia, Gramsci fue un pensador político que revolucionó el contexto de los marxismos y un pensador filosófico de la práctica –de la praxis– que no deberían perderse.
Esto, lo de no perdérselo, es algo que han puesto en práctica los fundamentadores filosófico-políticos de Podemos –me atrevería a decir que, a primera vista, Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias; aunque sin duda haya más gente detrás. No en vano, Monedero ostenta una pegatina con la cara de Gramsci en su laptop, lo que me parece una especie de guiño a los de su especie que, asumiendo la redundancia, se me antojan algo panfleteros para los tiempos que nos corren. Pero no es aquí el lugar para decir si se la merece o no, sino para plantear una sencilla reflexión.
Volviendo a MSL, un ejercicio muy necesario, decíamos que no quería que se publicara su entrevista por el síntoma ‘derrotista’ que la misma tal vez reflejaba. MSL estaba muy desengañado, de los suyos y de los otros, y aunque consiguiera movilizar a multitudes son bien conocidas sus depresiones parciales y su incurable soledad. En parte, MSL ha sido una especie de Gramsci, aunque más moderno y en otro contexto socio histórico, pues ha conseguido como su biografiado italiano revolucionar el contexto de los marxismos en nuestro país e incluso allende los mares –parte de esta revolución, como apuntábamos, reside en haber teñido de verde la roja, internacionalista y productivista bandera que, entre otros, ostentaba el PCE de Carrillo– de forma, no se olvide, totalmente pionera no sólo por acá. En alguna ocasión, el propio MSL ha admitido que el estudio de Gramsci le afectó hasta niveles personales, eso es lo que suele pasar cuando alguien husmea a fondo en las escrituras y la biografía de un intelectual de semejante talla; y quería decir se le había pegado su tristeza –porque Gramsci se pudrió literalmente en una cárcel.
Como no les quiero deprimir más voy ya al meollo de la cuestión que no es otro que la aparente incompatibilidad del espíritu de Podemos respecto de lo que fue la valoración de la vida (política, social, intelectual) de Gramsci y, parcialmente, de MSL. Consideren sólo el nombre, que a mí me continúa rechinando, de la agrupación: ‘Podemos’ –con las evidentes resonancias al infame Yes, we can– y su vínculo con el pensamiento íntimo de Gramsci que, en palabras de MSL, se refleja tal que así «…supo que todo era una derrota, que el proceso histórico político en el que él había intervenido como protagonista se saldaba con una derrota» (MT, 63, p. 116).
Gramsci sabía que no se podía, al menos en las condiciones históricas que la habían tocado vivir, y tal vez MSL moría también convencido de aquello –aunque no cabe duda de que sabiéndose sucedido por personas como Francisco Fernández Buey o Jorge Riechmann la desesperanza no era toda. El caso es que una de las cosas que menos me gusta de Pablo Iglesias es la manía por ganar que ha declarado en repetidas ocasiones. Si no gana se enfada, y así desde bien pequeño. Verán, yo odio ganar a nadie; prefiero compartir en grupo las victorias y digerir a dúo las derrotas más que matarme por ser el primero. No le veo entonces mucho sentido a esgrimir un lema y decir que se aprende de alguien que no lo habría compartido.
Sin embargo, sí hay una buena lección de Gramsci que no deberían dejar de aprender todos los Podemos de ahora, y esta, valga la aparente paradoja y mal que le pese a Monedero, se la daba también Ortega y Gasset. Como les decía en otra entrada Ortega fue de una especie de socialismo, y como me gustaría escribir en algún espacio más académico, nos traía además un tópico político indispensable, en especial pero no sólo, para el socialismo marxista –aunque en su caso lo hacía concretamente proponiendo en clave filosófica una actitud vital. Cito de memoria y por eso no se lo referencio –búsquenlo en el vol. I de sus O.C.- Ortega le pedía al partido de aquel Pablo Iglesias Possé que aguardaran, que supieran esperar el momento de su efectiva emergencia para otra generación; y con esto les decía que no más anticiparan –que prefiguraran– el socialismo que habría (en el mejor de los casos) de venir en años posteriores, y no todavía.
No sé si estamos para esperar mucho, en realidad creo que nada, pero sí sé que la prisa, como suele decirse, mata. También sabemos, porque lo decía el Nazareno, que lo suyo cuando te invitan a un banquete es sentarte en la posición más humilde y que si te dan pues has de poner la otra mejilla hasta un montón de veces. Inútil esto, se dirá; pero, claro, es que es ética y no política (eso que casi todos/as nos escasea hoy por hoy). Se reirán de cualquiera que haga como el Nazareno, porque así es este tiempo, pero no olviden el vendaval ético y moral que figuras como esta han conseguido generar, pues díganme si existe una ética más ultimada y positiva que la que de éste (Jesús el humano, histórico se entiende) se desprende –y no les hablo de ninguna de las confesiones mayoritarias que se han interpretado de forma más o menos tendenciosa respecto de las enseñanzas, como diría alguien, del Gran Maestro. Poca demora pide el ahora para la solución de sus problemas, pero que Podemos no caiga en la arrogancia, y por supuesto, que no nos engañen si llegan al poder que tanto anhelan, es radicalmente necesario para la situación cambie de veras y no se repita la larga sucesión de estafas que venimos sufriendo. Tan sólo un poco de ética, y un mucho de exigir esa ética al resto de seres humanos –especialmente a los políticos y las políticas (a propósito de que se autodenominan personas)– haría inútil la política. Harían inútil el conflicto que es lo que es la política misma en su esencia, gestión de conflicto.
Como diría Ortega y Gasset, bienvenidos«al reino de la mentira». Pasen y vean tratando de que no se les caigan los ojos enseguida. Hasta entonces, y mientras tanto, lean un poco a Gramsci y mucho a Manuel Sacristán Luzón.