Del mundo virtual…
Estamos construyendo superhombres y supermujeres, totalmente equipados pero emocionalmente infantilizados. Por eso las empresas consideran ahora que más importante que el QI es la IE, la Inteligencia Emocional. No sirve de mucho ser un superejecutivo si no se consigue relacionarse con las personas. Entonces ¡qué importante sería incluir clases de meditación en los currículos escolares!
Una progresista ciudad del interior de Sao Paulo tenía en 1960 seis librerías y un gimnasio; hoy tiene sesenta gimnasios y tres librerías. No tengo nada contra el cuidado del cuerpo, pero me preocupo por la desproporción en relación con el cuidado del espíritu. Está bien que todos muramos esbeltos: “¿Cómo estaba el difunto?”, “Hecho una maravilla, no tenía ni una arruga”…
Antes se hablaba de la realidad: análisis de la realidad, insertarse en la realidad, conocer la realidad. Hoy la palabra es virtualidad. Todo es virtual. Se puede tener sexo virtual por Internet: no se contagia el sida, no hay involucramiento emocional, todo se controla con el ratón. Encerrado en su cuarto en Brasilia un hombre puede tener una amiga íntima en Tokio, sin mayor preocupación por conocer a su vecino de apartamento o de calle. Todo es virtual. Entramos en la virtualidad de todos los valores, no hay compromiso con lo real. Es muy grave ese proceso de abstracción de lenguaje, de sentimientos: somos místicos virtuales, religiosos virtuales, ciudadanos virtuales. En cuanto a esto, la realidad va por otro lado, pues somos también éticamente virtuales…
… Cultura es el refinamiento del espíritu. La televisión en Brasil es un problema. La palabra hoy es “entretenimiento”; así, el domingo es el día nacional de la imbecilización colectiva. Imbécil el presentador, imbécil el que va y se sienta en el sofá, imbécil quien pierde la tarde ante la pantalla. Como la publicidad no consigue vender felicidad, tenemos la ilusión de que la felicidad es el resultado de la suma de placeres: “Si toma este refresco, calza estos tenis, usa esta camisa, compra este auto, ¡usted llega a ella!” … Quien consiente desarrolla de tal manera el deseo, que acaba necesitando de un analista. O de fármacos. Quien se resiste, aumenta la neurosis.
… Creo que sólo hay una salida: cambiar el deseo hacia dentro, gustarse a sí mismo, comenzar a ver lo bueno que es ser libre de todo ese condicionamiento globalizante, neoliberal, consumista. Así se podría vivir mejor. Además, para una buena salud mental son indispensables tres requisitos: amistades, autoestima, ausencia de estrés.
…Suelo decirles a los empleados que me invitan a entrar en las tiendas: “Sólo estoy dando un paseo socrático”. Y ante sus ojos espantados explico: “A Sócrates, filósofo griego, también le gustaba despejar la cabeza recorriendo el centro comercial de Atenas. Cuando los vendedores como ustedes lo asediaban les respondía: “Sólo estoy mirando cuántas cosas no necesito para ser feliz.
Frei Betto