En una nueva muestra de la endémica mediocridad del sistema político libanés, el presidente Michel Sleiman ha nombrado por segunda vez a Saad Hariri luego de su fracaso y renuncia en el primer intento por formar un gobierno de «unidad nacional».
Concretamente, el joven Saad y su grupo denominado 14 de Marzo de tendencia pro-saudita se mantiene como «luminaria política» por la única razón de ser el hijo del ex Primer Ministro Rafik Hariri quien fue asesinado en un habitual atentado con explosivos por medio del cual (el régimen sirio, sospechado de esa acción según el Tribunal Internacional de Naciones Unidas) se quitaba de encima a los colaboradores cuando ya no resultaban útiles en su ocupación del Líbano.
En otras palabras, Saad Hariri ha sido premiado con la posibilidad de una segunda opción para que vuelva a fracasar y entregue la soberanía y la toma de decisiones del país a los intereses extranjeros y cuenta en ello (al igual que muchos hijos de otros políticos libaneses) con la posta política que Saad tomo de su padre a través de su apellido. Este criterio de la clase política libanesa ha sido una constante a través de la historia desde 1947, es decir, Saad Hariri fue alguna vez un espermatozoide de su padre fecundado por un óvulo de su madre, por tanto, esta autorizado a seguir fracasando.
Desde luego que esta modalidad no es exclusiva del sistema libanés. Baste con recorrer la historia y encontraremos casos similares; los Kennedy, los Bush o Bilawal Bhutto (el hijo de 19 años de Benazir Bhutto). Pero la diferencia con el Líbano y en el mundo árabe en general, es prácticamente una regla absoluta y no una excepción. Ejemplos (y no de los buenos) abundan: Hosni Mubarak en Egipto está preparando la sucesión a favor de su hijo Gamal; el presidente de Siria, Bashar Al-Assad (oftalmólogo residente en Londres llamado de urgencia y elegido Presidente por defecto por su fallecido padre Hafez porque su hermano mayor, Bassel, murió en un accidente automovilismo); lo mismo acontece con Said Muammar Gadafi hijo, etc. Estos son los «mantos sagrados de la heredad» en la política de las llamadas «repúblicas socialistas árabes» gobernadas por aquellos que una vez se rebelaron contra la monarquía bajo el pretexto de la supresión de estas mismas arbitrariedades del poder hereditario. Pero que transcurridos los años han demostrado ser lo mismo o peor.
En Líbano estos malos hábitos son endémicos y van más allá de la religión y el partido político. La transferencia de poder tribal y sectario ocurre casi instantáneamente en línea descendente, aunque como veremos, también de manera inversa en algunos casos. En otras palabras, los genes se anteponen a cualquier otra credencial como el mérito, la competencia, el coeficiente intelectual, la educación o cualquier otra capacidad que, razonablemente, conforme un criterio de exigencia para un cargo político.
Un caso emblemático es el del ex presidente libanés, General Emile Lahoud, quien se convirtió en oficial y llego al rango de General porque su padre «movió sus influencias» dentro de las Fuerzas Armadas en su tiempo para lograr que fuera admitido en la escuela militar. Pero su foja de calificaciones fue tan horrenda que después de graduarse fue destinado a la Armada libanesa, que como sabemos, en su momento era casi inexistente y de un nivel escasamente superior al regimiento de limpieza de caballerizas dentro de la institución militar libanesa. Así, cuando la ocupación Siria lo nombro Presidente por sus servicios brindados contra el propio Líbano, Lahoud pensaba tan bien de sí mismo que decidió a su vez pasar «el manto político» a su hijo, a quien le había nombrado Emile II, igual que los americanos en Texas, que cuando descubren un pozo de petróleo en su patio trasero piensan que se han convertido en millonarios y crean dinastías de magnates texanos transmitiendo sus mismos nombres a las generaciones que los sucede como sufijo (I, II, III) en números romanos.
También Nabih Berri, el Presidente del Parlamento y líder de las milicias Amal (Esperanza) está preparando a su hijo Bassel, a quien cariñosamente llamo con el mismo nombre del otro hijo de Hafez Al-Assad, quien habría sido el presidente de Siria al día de hoy si no hubiera muerto. Bassel Berri, para bien o para mal, esta por lo tanto destinado a un señorío feudal sobre el futuro de los descontentos, el esta llamado a liderar a los desposeídos, los marginados y los liberacionistas de su secta chiíta, que seguirán viviendo igual de sometidos, desposeídos y victimas como en los últimos 50 años a pesar de los millones que obtiene la milicia de su padre mediante el hachís (en Líbano) y los diamantes (en África).
Es justo excluir de esta endémica modalidad a Hassan Nasrallah, el es responsable «per se» de lo que deje como legado al Líbano, pero no por heredad, ya que el líder chiíta de Hezbolá ha ofrendado a su hijo en el martirio hace muchos años, lo que significa que no habrá sucesión política genética en este caso.
Amin Gemayel, quizás sea el símbolo del mayor fracaso de un ex presidente del Líbano y también descendiente de la divinidad, otro claro ejemplo del ADN en la política libanesa. El caso de Amin Gemayel además es único ya que la transferencia genética se dio en cuatro oportunidades políticas diferentes, cada una de ellas como consecuencia del resultado de una muerte; Amin logro su primer escaño parlamentario heredando a su tío Maurice cuando este falleció en 1972. En la presidencia, heredo a su hermano, el presidente electo Bashir Gemayel cuando este fue asesinado por el agente sirio Habib Chartouni en 1982, luego heredo el liderazgo del partido Kataeb (falange) cuando su padre Pierre falleció en 1987 y últimamente heredo nuevamente su banca parlamentaria en 2006 cuando su propio hijo, también de nombre Pierre, fue asesinado por terroristas en Líbano. No seria extraño que si mantiene su salud puede que llegue a heredar a sus propios nietos en otra generación.
Otro Dios del Partenón en el escenario político libanés es Ghassan Tueni, quien al igual que Amin Gemayel heredo a su hijo; es justo mencionar que Ghassan Tueni ha tenido una carrera política brillante en su juventud, incluido un cargo de embajador ante la ONU en la década del ’70. Pero el Sr. Tueni hoy posee uno de los mayores monopolios pro-saudíes en la prensa libanesa a través de su periódico An-Nahar. Por medio de ese monopolio fue que otorgo a su hijo Gibran «el manto sagrado» de la herencia política. A diferencia de muchos beneficiarios genéticos ineptos del sistema feudal libanés, Gibran trató de hacer honor a su cargo de diputado y se merece mérito. Sin embargo, cuando Gibran fue asesinado con coche bomba en 2005, su padre Ghassan, rápidamente solicito recuperar el cargo y sustituyo a su hijo en su escaño en un caso de herencia política inverso y similar al de Amin Gemayel pero con un detalle que no es menor y que significa, sencillamente, que en el conglomerado de la política feudal y religiosa que se ejecuta en Líbano también la prensa controla y se sirve de la opinión pública. En ese ambiente de mafias, cada político o uno de sus amigos, es dueño de un periódico o un canal de televisión por lo que toda prensa de opinión en Líbano es una farsa de libertad de expresión, ya que cada uno de estos medios de comunicación es un portavoz de un sector político o un grupo religioso.
Todo esto viene a demostrar que los genes en relación a las transferencias y sucesiones políticas en Líbano, son reciclables. Incluso si uno es fracasado como Saad Hariri. Lo que ratifica que la naturaleza del sistema feudal libanés parece no necesitar de elementos como idoneidad, educación, formación, gestión, eficacia, ética y patriotismo. La lista es larga y podría y seguir con los descendientes varones de las familias Murr, Jumblatt, Frangieh, Chamoun y así al infinito. No tengo duda que si Líbano tuviera más avances en materia de los derechos de la mujer una de las tres hijas de Michel Aoun heredaría el «manto político» de su padre. Pero todavía los óvulos no son tan valorados como los espermatozoides en Líbano. De momento, las hijas de los lideres tribales y sectarios no corren con esa suerte y deberán esperar.
En otras palabras, la idea del liderazgo y los partidos políticos sobre una base de heredad genética, tanto como sectaria o religiosa, confronta y colisiona indefectiblemente con la posibilidad de construir un estado moderno y fuerte a partir de la ciudadanía. Es indudable que la democracia es un proceso que marca el curso histórico común y la sumatoria de un pueblo a partir de las acciones del estado que lo define y lo representa, y es allí donde se fortalecen las instituciones del propio estado. Nunca habrá fortalecimiento en el poder que emane de lo sectario. Quienes psicológicamente no pueden apartarse de su cosmovisión tribal no tendrán otra alternativa que ser gobernados como tribus. Si son retrógrados, serán gobernados por retrógrados; si su predisposición es ser cerrados, serán gobernados por clanes; y si son sectarios, serán gobernados por sectas.