Un equipo de investigación liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha encontrado evidencias de que los primeros homínidos del género Homo eran capaces de conseguir carne de animales de más de una tonelada de peso. El hallazgo puede tener importantes implicaciones en relación a la inteligencia de nuestros antecesores.
El trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista Journal of Human Evolution y ha encontrado, a partir del estudio de miles de huesos fósiles hallados en un yacimiento de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, que los primeros homínidos consumían carne de grandes animales como el búfalo prehistórico o Pelorovis –un animal de más de una tonelada de peso con una cornamenta que podía alcanzar los 3 metros de punta a punta-, el búfalo africano o el hipopótamo. La investigación refuerza la idea de que la carne no sólo no era un alimento marginal en la dieta de estos homínidos, sino que era una parte fundamental de la misma.
Según explica el investigador complutense que ha dirigido este trabajo, Manuel Domínguez Rodrigo, los especialistas ya conocían que estos seres “comían carne y cazaban animales de tamaño pequeño y medio para ello. Teníamos evidencias de que el comienzo de la caza en el ser humano tiene unos dos millones de años de antigÁ¼edad. La novedad que vemos aquí es que partir de este momento de la evolución, hace aproximadamente 1,2 millones de años, la carne de estos animales de hasta 300 kilos de peso no es suficiente y los seres humanos empiezan a cobrar piezas de animales más grandes. Aunque había indicios anteriores de esta actividad, éstos eran muy escasos. En ningún yacimiento anterior al millón de años se documenta este consumo con tal intensidad como en éste”.
La gran cuestión que plantea este hallazgo es si estos primeros Homo cazaban también a estos enormes mamíferos o si, por el contrario, aprovechaban los despojos dejados por otros carnívoros y actuaban como carroñeros, tal y como se ha pensado tradicionalmente. El equipo investigador está ahora mismo intentando responder a esa pregunta y, si bien los datos no son aún concluyentes, todo apunta a que algunos de estos grandes animales podrían haber sido cazados por estos grupos humanos.
Las implicaciones que este descubrimiento tendría en relación al conocimiento de la evolución de la inteligencia humana serían enormes. La evidencia de caza por parte de nuestros antecesores es una prueba indirecta de que estos primeros seres del género humano eran más inteligentes de lo que se pensaba hasta ahora. De ahí la importancia en la investigación que se está llevando a cabo en estos momentos, donde la hipótesis de la caza de animales grandes está siendo puesta a prueba. Como explica Domínguez Rodrigo: “Para cazar animales de tamaño pequeño y medio, y más aún para cazar animales tan grandes, son necesarias una estrategia y cierta capacidad de organización, ya que tenía que ser una actividad colectiva. Esto implica una capacidad de comunicación más compleja de lo que se observa en ningún otro primate. Podría ser comunicación verbal, pero aún no lo sabemos”. Por otro lado, la caza de de gran tamaño por parte de grupos humanos pequeños no puede obedecer tanto a la necesidad inmediata como a la planificación del consumo de carne en días posteriores. “Esto es algo que no encontramos en ningún otro primate”, prosigue Domínguez, y constituiría una señal de que contaban también con cierta capacidad de planificación más allá de lo que se pensaba hasta el momento.
Los investigadores han realizado su trabajo en un yacimiento de 1,2 millones de años de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, llamado ‘BK’. Se trata del segundo yacimiento de más un millón de años en el mundo con evidencias físicas de que los homínidos consumían carne y ahora es el primer lugar en el que se demuestra que hace más de un millón de años se comía carne de grandes animales con regularidad, ya que el depósito abarca más de tres metros de niveles arqueológicos que abarcan cientos o miles de años. Los arqueólogos han encontrado miles de fósiles y de herramientas de piedra tanto de pequeño como de gran tamaño, y de una diversidad asombrosa: desde cuchillos y lascas hasta yunques, hachas de piedra o hendedores. Uno de los retos que se plantea ahora el equipo investigador es averiguar para qué servían estas herramientas, ya que consideran que algunas de ellas eran utilizadas para descarnar a los animales, pero otras tenían otras funciones aún desconocidas.
Los científicos han encontrado lo que los arqueólogos denominan un “suelo de ocupación”, es decir, un asentamiento donde estos seres humanos habitaron y realizaron diversas actividades. En este yacimiento los investigadores han encontrado más de 300 kilos de herramientas de piedra, ordenadas por áreas de actividad. “Sabemos que traían la materia prima y fabricaban aquí las herramientas. Uno no hace eso si no es con una intención muy concreta. Además, este sitio se utilizó durante miles de años. Nuestro objetivo ahora es reconstruir las características ambientales del lugar en esa época para saber por qué estos homínidos estuvieron aquí durante tanto tiempo”, ha afirmado Domínguez.
Para discernir si la carne que comían estos seres humanos provenía de la caza o de la carroña, los investigadores han buscado un método que lo probara de manera indirecta: observar qué partes de los animales son las que consumen carnívoros como leones y qué partes dejan para los carroñeros. Si las muescas y señales de corte están preferentemente en estos últimos lugares, se podría deducir que los seres humanos se comportaban como carroñeros. Los resultados obtenidos por ahora indican, sin embargo, que estos seres humanos accedían a la carne de todas las partes del cuerpo de los animales. Así era con certeza en animales pequeños y medianos, como cebras, antílopes y gacelas, y así lo apuntan resultados preliminares obtenidos en relación a la caza de animales grandes.
Los trabajos de excavación del yacimiento BK de Olduvai, en Tanzania, han sido codirigidos por Manuel Domínguez Rodrigo, de la Universidad Complutense de Madrid, Audax Mabulla, de la Universidad de Dar es Salaam, en Tanzania, Henry Bunn, de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, y Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.
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Referencia bibliográfica:
M. Dominguez-Rodrigo; A. Mabulla; H.T. Bunn; R. Barba; F. Diez-Martin; C.P. Egeland; E. Espilez; A. Egeland; J. Yravedra; P. Sanchez. “Unraveling hominin behavior at another anthropogenic site from Olduvai Gorge (Tanzania): new archaeological and taphonomic research at BK, Upper Bed II”. Journal of Human Evolution 57 260–283, 2009.
Más información:
Unidad de Información Científica de la UCM