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           A mi entender, hay una especie de “veneno peligroso y que llega a ser mortalâ€; el que inoculado en las masas, convendrÃa (pienso) analizar lo pernicioso del mismo, puesto que aunque no llegue a ser mortal, pero sà que debe dejar secuelas que ni nos podemos imaginar. Y el deporte debe ser deporte y por tanto un asunto marginal.
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           Y es que se ha inoculado lo de… “primero, campeón, Ãdolo a adorarâ€, deportista rodeado de fama y millones inimaginados; amén de todo lo que de aureola conlleva todo ello y que a muchos deslumbra o incluso subyuga; y muchos igualmente, quisieran llegar a esas metas y en ello queman todo el esfuerzo, afanes y dinero que sea menester… incluso y como más abajo refiero, llegan a morir por todo ello.
           Las autoridades que tanto se preocupan por otro tipo de muertes (de mujeres sobre todo); a ésta no le dan mucha importancia y sin embargo en cantidad y según se publica, son similares; el por qué de ello, entiendo es la demagogia; pero muertos son unos y otros y debieran dedicar propaganda y formación para evitar estos casos que al parecer van en aumento.
           Me refiero en concreto a la preocupante noticia (ABC- AndalucÃa – Salud- diciembre 2010) que afirma el que, unos cincuenta deportistas mueren ya cada año en España y de muerte súbita; todos ellos menores de treinta y cinco años y cuando ésta es una edad en que generalmente se está en la plenitud de todas las facultades fÃsicas, con que ha sido dotado el individuo. Curiosamente todos o casi todos son varones… “la hembra y como siempre, sabe cuidarse mucho mejor y no se arriesga a situaciones lÃmiteâ€; que a mi entender es lo que provoca esas muertes.
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           Reciente está esa nueva redada de “traficantes†de drogas, dedicadas a estimular el rendimiento deportivo de múltiples individuos que según se afirman, logran sus marcas o simplemente mantenerse, sobre la base de estos estimulantes, amén de esforzarse hasta lÃmites que no debieran rozar nunca.
           Y es que como he oÃdo comentar en una emisora, que afirmó el que una figura del ciclismo, confesó; que “sin ayudas… ¿cómo se podÃan aguantar doscientos kilómetros pedaleando y subiendo montañasâ€? (no recuerdo si se referÃan a etapas pirenaicas o alpinas). Con lo que este individuo admitÃa que en general era normal, recurrir a lo que fuera para ganar una etapa y no digamos la copa y premio final.
           Pero como de lo que se trata es de no sólo ser el primero, sino el ir marcando “marcasâ€, pues cada vez ese pseudo deporte que no lo es, cada vez necesitará más vÃctimas, puesto que el ser humano es de carne y hueso y no un dios; por lo que sus lÃmites tienen un fin y a mi entender, en muchos campos ese lÃmite ya fue sobrepasado.
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           Pero esas competiciones, arrastran a masas de seres humanos y a masas ingentes de dinero; por lo que y al igual que los gladiadores morÃan en la arena, de seguir ese inhumano tratar de superar marcas, los que practiquen deporte irán aumentando en riesgos y en esas “muertes súbitasâ€; amén de otras muchas secuelas que unos antes y otros después, sufrirán fÃsica y psÃquicamente; puesto que esa es otra… “muchos que llegaron a donde querÃan, cuando fueron desplazados y pasaron a la trastienda de la fama, sus padecimientos debieron ser horribles, puesto que muchos se suicidaronâ€.
           Conviene pues recordar (aunque sirva para poco, por cuanto ya digo que lo que importa es la fama y el dinero) que el deporte, el verdadero deporte; fue inventado por unos verdaderos sabios en Grecia; creyendo (ilusos) que si aficionaban al hombre a quemar sus instintos guerreros y asesinos, en competiciones fÃsicas y pacÃficamente; mejorarÃan a la especie en grados muy notables; pero aquellos sabios ilusos no cayeron en que aquel noble esfuerzo, llegarÃa a ser comercializado e incluso en ámbitos mundiales, con lo que incluso “las masas enloquecerÃan y llegarÃan a matarse en ese ardorâ€; como hemos visto en múltiples ocasiones en esas multitudes apiñadas, enardecidas y que amparadas en el anonimato, realizan actos incalificables.
           Y lo que es mucho peor; o sea, que muchos “padres de las criaturas que prometenâ€; son los inductores para que sus hijos, entren en esas carreras infernales, puesto que en ello y más que el triunfo del hijo/hija (aunque también) ven la cantidad de millones que a la familia podrÃa aportar el vástago que parece bien dotado y puede llegar a lo que los padres sueñan… “para bien de la criatura†(dicen).
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           Pero y he aquà el terrible drama en que yo pienso… ¿para uno que llegue a donde los padres lo encaminan… cuántos millones quedan en las cunetas y frustrados para toda su vida? Puesto que los encaminaron “en una sola vereda†y en ella quemaron todo su esfuerzo y tiempo que ya nunca podrán recuperar… ¿Y luego qué queda para los que no pudieron llegar? Simplemente que hablen los fracasados… cosa que desde luego no harán, pero el daño sà que lo van a llevar de por vida.
Antonio GarcÃa Fuentes
(Escritor y filósofo)
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