“Ahora hay una posibilidad real de cambio, pero dependerá de que la gente no vuelva a comprar seguridad como animal de compañía”. Así piensa el autor en un libro muy interesante, provocador y, a veces, molesto.
¿Quiere usted enfrentarse al reto de torcer sus ideas de toda la vida? ¿Quiere viajar con el autor a contracorriente del consenso universal sobre las ideas políticas y humanitarias? ¿Puede usted enfrentarse a la idea de que sociedades en todo el mundo pueden suicidarse democráticamente? ¿A la sugerencia de que en Europa se deben abrir las fronteras a la emigración? ¿Al reto de afirmar que la pobreza debe abolirse por ley, como la pena de muerte? ¿Es capaz de sobrevivir intelectualmente a la incorrección política de pensar que todos los derechos humanos no son iguales en la realidad? ¿O de afirmar que vivimos en sociedades domesticadas con dinero de gobiernos y que la protesta política y la independencia son especies en peligro de extinción?
La trayectoria de Esteban Beltrán le permite detectar muchos tópicos y desmontar los lugares comunes sobre la pobreza, la guerra, la democracia, la pena de muerte, la inmigración para mostrarlos desde otra dimensión que el autor califica como “su verdadera luz”. Estamos ante un ambicioso reto intelectual, a veces apocalíptico que, como en el más fiero lenguaje profético, busca cambiar la forma en que miramos el mundo.
Confieso que es una lectura apasionante y fuerte, como un baño de realidad, pero que vale la pena, aunque lo pasarán mal los pusilánimes.
Esteban Beltrán lleva veinticinco años trabajando por los derechos humanos en todo el mundo. Desde hace diez años es Director de la Sección Española de Amnistía Internacional. Aunque publica artículos en la prensa española, éste es su primer libro de ensayo y sin duda suscitará controversias, pero así es el autor y su experiencia es un aval a tener en cuenta.
“Hay que identificar a los autores de políticas que violan los derechos humanos”, dice. “¿A nadie extraña que haya mil millones de personas que pasan hambre a diario pero nunca nadie ha comparecido ante la justicia por ello? A mí sí. Debemos llevar la pobreza al ámbito de los derechos humanos y encontrar a los responsables. Igual que en el siglo XIX se toleraba la esclavitud, nadie debería apadrinar a un pobre, sino alzarse contra la pobreza”.
Creo que es un libro que toda persona comprometida con la causa de la justicia y de la solidaridad debería leer.
J.C.G.F.