El vergonzoso acto protagonizado por la delegada de la Junta en Sevilla, Carmen Tovar (PSOE), el pasado viernes coincidiendo con el inicio de la campaña electoral, dirigiéndose a los alumnos de Secundaria de un instituto de Gines (Sevilla), para pedirles que convenzan a sus padres del “riesgo que supondría la victoria de la derecha en las elecciones autonómicas del 25-M”, supuso el súmun de la mezquindad.
Dirigirse a unos estudiantes, en horario lectivo y con tales términos, merecería que dicha señora fuese cesada de inmediato. Todo tiene un límite en esta vida, pero al parecer y para ciertas personas, tal frontera no existe; francamente penoso.
¿Qué puede esperarse de una política que hace de la descarada amenaza su peculiar instrumento de campaña?, absolutamente nada. Incitar a la rebelión como hizo doña Carmen con estos alumnos en caso de que el PP ganase las elecciones, algo que no ocurrirá según ella, solo puede pensarlo alguien con una mente extremadamente retorcida o totalmente enferma.
Actuaciones de esta guisa mueven a la repugnancia, pero al margen de la denuncia presentada por el PP ante la Junta Electoral, debería ser el propio presidente Griñan quien separase del cargo a esta delegada por su mal ejemplo y vergonzosa actuación.
No es de recibo que a estas alturas se pretenda enfrentar a la sociedad hablándoles a unos chicos en pleno siglo XXI de la división de las clases. ¿Como se puede ser y obrar tan siniestramente?
Intentar manipular y adoctrinar a menores de edad basándose en el miedo es reprobable y una forma de fomentar el odio esgrimiendo mentiras.
Ante tales ejemplos y su forma de justificarlos, está más que demostrado que Andalucía, andaluces y residentes en esta inigualable región española, tienen todos los merecimientos y más para optar a un rotundo cambio de dirección política.
No obstante, convendría recordarle a esta delegada que la Revolución Francesa la hicieron los burgueses ricos contra la aristocracia y la iglesia.