¿De verdad, se puede?
Se me han ocurrido muchas cosas que decir en este primer artículo que escribo, palabras que merezcan la pena ser escritas y a su vez ser leídas. Sobre mí y a modo de breve presentación decir que no soy periodista y que ni tan siquiera estudié una carrera de letras, estuve alejado de ellas, tal vez demasiado tiempo, hasta que realmente descubrí que las adoro y que forman parte de mí.
En ejemplos de poesía libre, como me gusta llamarla porque sólo riman en mis pensamientos, de metáforas con las que juego o incluso de frases que dan forma a mis canciones y cuentos, encontraréis mi forma de pensar, mi desahogo e incluso mi forma de divertirme.
Pero no son buenos tiempos para casi nadie, ni tampoco lo son para contar más cuentos, por eso he decidido escribir en este primer artículo, sobre lo que ahora creo importante, sobre lo que nos toca a todos y con esta oportunidad que tengo en «El librepensador» de reflexionar con los lectores y saber si de verdad podemos y que nos deparará un futuro incierto.
El poder corrompe, no es una frase mía y el dinero va incluido en el lote. Este deja de ser pronto una necesidad, para ser una ambición, ostentar cada vez más parece el objetivo, porque el dinero es caprichoso y usándolo sin límites te debe de hacer sentir el rey del mambo, sin pensar en el abuso que supone dicha práctica o al menos esa es la idea. Como si tener un gran sueldo nunca fuera suficiente.
Desde que empecé a decidir con mi voto en quienes quería confiar para administrar el dinero público y la forma de llevar mi país llamado España, sólo he escuchado mentiras, hemos convertido la corrupción política y no sólo desde que empezó la crisis, cada 4 años, en deporte nacional. Parecen ser mayoría las manos de los personajes sin escrúpulos por el daño que causan que cuando llegan al poder piensan «si los otros lo hicieron ¿por qué no hacerlo nosotros ahora?». Ante tal panorama a veces y sin ser dramáticos, dan ganas de llorar, dan ganas de patalear y de decir ¡basta ya!
Somos más pero en realidad parecemos menos, ¿qué nos falta como pueblo para que esto no ocurra una y otra vez, para que no nos sigan unos pocos dando con la ley del embudo en la cabeza y no nos priven o recorten las ilusiones y lo que por derecho nos pertenece?…
¿Realmente podemos salir de esta trampa que supone vivir en el menos malo de los escenarios? ¿Tendrá algún político o administrador del dinero de todos la dignidad de no apoderarse de lo que no es suyo, de no aprovecharse en definitiva de su posición para enriquecerse él y a sus generaciones venideras?… Quién lo sabe, son muchas las preguntas y pocos recursos para el obrero, así que mientras tanto, a mí sólo me quedan las palabras e intentar saber expresarlas de la mejor manera para que el viento no se las lleve.