Caminaba yo las otras tarde por la avenida de Antonio Machado cuando de pronto pasa un coche anunciando por megafonía una discoteca en la que se ofrecía una copa gratis a las chicas que llevasen minifalda. Mientras seguía mi recorrido me fui preguntando como es posible que todavía hoy haya mujeres que sigan viendo esto como un chollo y accedan gustosas a ese reclamo machista. Y me vino a la memoria el cartel publicitario de una discoteca de Granada que en 2009 hizo reaccionar al Instituto Andaluz de la Mujer al mostrar a una chica disfrazada de colegiala para anunciar bebidas gratis a las jóvenes que acudiesen con semejante disfraz, cosa que, por lógica, se asocia con menores aparte de las connotaciones sexuales que conlleva. ¿Por qué –seguí preguntándome- se le sigue permitiendo a las discotecas que aleguen razones de marketing y estadística con este tipo de señuelo discriminatorio?
La cuestión de que las mujeres hayan pagado y sigan pagando menos que los hombres ó que incluso no paguen nada para entrar en una discoteca o se las invite a una copa, es evidente que forma parte del negocio, donde hay mujeres van hombres, eso está claro. Lo que ya no está claro es que la degradación que se le hace a la mujer con esta artimaña, que es propia de otras épocas, se continúe manejando hoy día. La mujer sigue siendo utilizada por el empresario como reclamo y encima con el agravante de que algunos exijan hasta el atuendo que deben llevar. ¿No es con este tipo de acciones como se le sigue inculcando a las/los jóvenes el dominio y la sumisión? ¿De qué hemos logrado liberarnos? No hay duda que se han producido grandes avances hacia la igualdad en los últimos tiempos y estos han afectado de forma especial a la juventud, pero aún continúa prevaleciendo en nuestra sociedad la desigualdad y la violencia de género que nace de ella, y de esto tampoco hay duda.
Uno de los objetivos más cruciales del sistema educativo debería ser la superación del sexismo y la violencia. Aunque claro, llevar a la práctica este principio no es tan fácil. No basta con que la escuela no sea sexista, exige contrarrestar las influencias que provienen del resto de la sociedad (acabo de ver en las noticias de TV al Presidente de la Asociación de la Prensa de Granada, que ayer, durante un acto que se estaba celebrando, se levantó de la mesa, se quitó el cinturón y se dirigió amenazante hacia unas chicas que portaban una pancarta y gritaban a favor de Palestina. Hoy se ha disculpado y ha dimitido de su cargo) erradicando precisamente el tipo de relación basado en el dominio y la sumisión que se ha venido trasmitiendo desde incontables generaciones.
Las mujeres no podemos tolerar en nuestras relaciones tanto públicas como privadas ni una afrenta a nuestra dignidad e integridad. Debemos seguir luchando para erradicar de una vez por toda la lacra social de la violencia de sexista. Son terribles, inaceptables las cifras de mujeres asesinadas por sus parejas que se producen cada año y las que ya llevamos en los pocos meses del 2012. ¿Cómo es posible que desde 1945 que se firmó en San Francisco el primer acuerdo internacional para proclamar la igualdad de las mujeres con respecto al hombre aún estemos tan atrasados? ¿Tiene lógica que todas las estrategias, programas, normas y movilizaciones de la opinión pública, no lleguen a conseguir unos mínimos objetivos aceptables? Y a propósito: ¿tuvo lógica que ante estas cifras de mujeres asesinadas que se producen la Generalitat de Catalunya diera carpetazo el pasado año al Programa de Seguridad contra la Violencia Machista? Claro que tenía unos costes, por supuesto, pero también tenía unos beneficios. Con lo cual, esta actuación ¿que me deja claro? Pues simplemente que la prevención de la violencia sexista no es asunto prioritario para los políticos, nada más.
Ante tanta incoherencia y desinterés, ante tanta falta de oportunidades y de igualdad salarial, política y eclesiástica, las mujeres siempre seguiremos luchando y combatiendo día a día todas las actitudes y expresiones que aún subsisten de discriminación por razón de sexo. Las políticas de igualdad entre seres humanos nunca son un obstáculo sino la base de la democracia y la seguridad de un pueblo. Tengámoslo en cuenta.
Quiero expresar mi solidaridad y mi apoyo a las valientes mujeres de Oriente Medio que han sido protagonistas de las revueltas pero no de los derechos. Que muchas han sufrido hostigamiento, acoso, torturas y otros malos tratos relacionados específicamente con su género. Y que como ha declarado Widney Brown, directora general de Derecho Internacional y Política de Amnistía Internacional “En todo Oriente Medio y el Norte de África las mujeres son una fuerza inspiradora para el cambio al haberse alzado contra regímenes represivos para defender derechos humanos fundamentales y promover la reforma y la igualdad”.