Superyo: Hombre, ¡cuánto tiempo!, ¿dónde te has metido que no he sabido nada de ti?
Yo: Ya ves, de aquà para allá, con el tema de la mudanza, el dejar el mundo asalariado, el comenzar en el mundo del pseudoempresario, todo en uno, asà que algo liadillo.
Superyo: SÃ, ya me he dado cuenta, porque no ha habido forma de contactar contigo, pero, bueno, ¿qué tal te va yendo todo?
Yo: Bien, bien, no me quejo, ahora es cuando empieza lo más duro, lo más complicado, hasta ahora sólo era armarse de paciencia.
Superyo: ¿Y qué objetivo tienes?
Yo: Simple y llanamente, buscar el equilibrio económico.
Superyo: No entiendo.
Yo: SÃ, buscar el equilibrio entre las dos fuerzas que mueven el mercado, buscar el equilibrio entre la oferta y la demanda, es decir, tener tantos clientes como producto o servicio yo puedo ofrecer.
Superyo: Hay que ver como lo complicas todo, lo que tú quieres es vender todo cada dÃa.
Yo: Más o menos.
Superyo: Pues lo podÃas haber dicho asÃ.
Yo: Basta de hablar de mÃ, ¿y tú? ¿Qué has estado haciendo? ¿Qué ha sido de tu vida?
Superyo: Con mis historias, ya sabes, perfilando la novela que tú te niegas a escribir, y buscando nuevas vÃas de reflexión intelectual.
Yo: La novela ya llegará, a su tiempo, y esas nuevas vÃas, ¿qué me cuentas de ellas?
Superyo: Nacen de algún lugar recóndito y se dirigen a otro lugar que se pierde en el horizonte, y no sabrÃa explicártelo muy bien, se trata de un camino reflexivo sin una razón aparente y sin una conclusión definitiva.
Yo: Justo las que me gustan a mÃ, las reflexiones en el absurdo.
Superyo: El absurdo está muy infravalorado.
Yo: Totalmente de acuerdo.
Superyo: Una vida no es vida sino es absurda, porque la coherencia vital es un concepto que va en contra de la propia esencia vital, no se puede concebir un mismo comportamiento ante circunstancias diversas, porque éstas varÃan y el receptor las toma en función de sus circunstancias temporales.
Yo: Amén.
Superyo: Asà me gusta, que me des la razón.
Yo: Sólo te la doy cuando la tienes.
Superyo: Tipo inteligente y con criterio, sà señor.