Economía

Díaz Ferrán, el impresentable

El Sr. Díaz Ferrán mejor haría en quedarse un tiempo calladito, porque cada vez que intenta exponer su opinión todos nosotros, los críticos económicos, críticos periodísticos y críticos en general, nos echamos encima suya como perros de presa.

Porque son los actos y no las palabras las que miden a los seres humanos, y el Sr. Díaz Ferrán siempre ha tenido muy buenas palabras, algunas, incluso sensatas que yo mismo he alabado en numerosas ocasiones, aunque luego ha fracasado estrepitosamente en la transición entre la teoría y la práctica.

En su intervención en el Foro Nueva Economía, el Sr. Díaz Ferrán ha vuelto a culpar a la tan manida crisis de la quiebra de Aircomet, lo cuál puede funcionar para los neófitos en la gestión de la aerolínea pero que nos suena a argucia de república bananera a los que conocimos como funcionaba Aircomet.

Los problemas financieros y de organización de la Aerolínea no comenzaron con la crisis, ni mucho menos, venían de atrás, de mucho más atrás, y la crisis lo único que ha hecho es acelerar el proceso de quiebra que era inminente.

También ha dicho, el Sr. Díaz Ferrán que se siente orgulloso de ser empresario y que los empresarios juegan con el riesgo. Estoy de acuerdo con él en lo segundo, al menos en parte, porque es cierto que el riesgo está presente en cualquier empresa que se levante, aunque esos riesgos deben de ser controlados y siempre asumibles.

En cuanto a lo de sentirse orgulloso de ser empresario, me alegro por él, aunque habrá que preguntar a los empresarios si se sienten orgullosos de tener a semejante tipo entre ellos, y encima, por si fuera poco, presidiéndoles.

El Sr. Díaz Ferrán sólo tiene una salida a toda esta situación y es marcharse de la CEOE, intentar levantar sus otras empresas que también andan con problemas, en especial Marsans, y regresar, si así lo desea, cuando sus empresas estén saneadas y él tenga algo de autoridad moral para dar lecciones empresariales, porque ahora, por mucho que él se empeñe, la ha perdido totalmente.

Lo más triste de todo, sin embargo, es que en un futuro, seguro que cercano, nadie se acordará de Aircomet (¿alguien se acuerda ya de AirMadrid?), nadie culpara a Díaz Ferrán de nada y todo volverá a la más absoluta normalidad.

Ese es el país que nos ha tocado vivir, en el que debemos de sufrir el culto al pelotazo, la alabanza al enriquecimiento rápido y el sueño de vivir bien con el menor trabajo posible, sin acordarnos que la verdadera esencia de una sociedad está en el culto al esfuerzo personal (vaya, ya sueno como un pastor religioso de tres al cuarto).

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.