Desde hace un mes Venezuela llora la pérdida de sus hijos, la censuran, la reprimen y hostigan. Ha sufrido tanto maltrato como una mártir, se perdió su valor y la verdad no hemos sido dignos de ti. Perdimos la razón y la mezquindad se expandió como epidemia letal. Temo tanto no despertar al día siguiente sin poderte decir cuánto significas, que espero sientas hoy que mis humildes palabras te brindan aliento.
Venezuela del Siglo XXI
Nuestro mutuo interés por crecer en el país que tanto nos ha dado, es la tarea que nos encomendaron desde que nacimos. Así comienza la historia de cada venezolano…
La mayoría de las veces pasa que la incapacidad humana y sus barreras de analfabetización reprimen las majestuosas cualidades de quien piensa, siente y sueña de forma distinta a las del verdugo al mando. Debido a esto, el talento diligente en cualquier parte del mundo se escapa, las ganas se echan en el sofá y la facilidad tecnológica nos hace cada día más deficientes. La práctica de la lectura está sobrevalorada en éstos tiempos de cólera y escasez, y la mitad de vuestro país con insomnio y sin apetito. El agua ya no corre por su cauce, intentaron poner sus manos sobre la naturaleza y se les salió de las mismas. Así mismo pasa con la raza humana, pero dales de comer con la mano que no te querrán morder. Esa intolerancia por desunir en calidad de ideas a los nativos de un mismo circulo social es la razón por la que MI PAÁS-TU PAÁS camina por las ruinas del sistema presidencial mediático que nos muestran cada año.
La tolerancia se la fiaron a Cuba por petróleo y ahora somos más repudiados que hace 15 años. De allí lo cierto de que la segunda generación de Venezuela es la responsable del futuro de la nación, los que nacimos en la culminación de un gobierno caído y nos desarrollamos en la catástrofe bolivariana de Venezuela. Ahora convertidos en el reflejo de nuestras generaciones a veces me pregunto: ¿En qué parte de la historia perdimos la línea sanguínea de la lucha?
La diligencia en tiempos de intolerancia, se la hemos empeñado a Argentina por un pase a la Patagonia. La misma, se la cambiamos a los Medios de Comunicación Nacionales para que nos mantengan mal informados cuantas veces quieran. Esa apatía viral se la obsequio a mis amigos a quienes no pretendo amedrentar por tener un partido de preferencia. La diligencia en tiempos de intolerancia, la dejé en un supermercado perdiendo la vida y el tiempo en una cola por 1kg de harina y azúcar.
La capacidad de elegir viene del cuidado, el interés y la rapidez con la que pensamos contraatacar, y con esto no planeo un “Golpe de Estado”, planeo una guerra intelectual, porque mi pueblo está hambriento de palabra, tiene déficit de atención y vuestra corteza cerebral sensitiva ya no soporta una mentira más.
Concluyo penosamente con el hecho de que nada nos pertenece, ni siquiera la libertad que hoy nos la han arrebatado por la limosna del desquiciado, y la zozobra del que muerde la mano que le da de comer. Las cosas tangibles de las que podíamos disfrutar acaban por ser abismo ilustrado, llenas de diatribas infames que interrumpen el desarrollo cognitivo del ciudadano común y sin corriente.
Algún día conoceremos la Libertad, le daremos la mano y le diremos ¡Bienvenida! Tendremos el agrado de concederle el paso a nuestras vidas para bien y para mal, porque el hombre necesita ser libre, pero además necesita liberarse de los agonizantes fantasmas que le producen escoliosis y cefaleas. El hombre necesita inmunizarse antes de perder la razón para dejar en claro que su estadía jamás será en vano.
Por todo eso y más sigo más diligente en mi camino de estudiante mientras no me quiten mi derecho de crecer y decir con orgullo que me realicé en mi país. Pero nos hacemos más intolerantes al no saber en qué creer. Ya el mundo es más creativo pero sólo mientras haya ocio y noticia, y entonces ¿dónde queda el deber y derecho de hacer sin tanto meollo?
Quien tenga la posibilidad de ayudar a que este pueblo salga a flote a contracorriente, que no dude en hacerlo, tiene todo el derecho que le corresponde por haber nacido en tierra de vencedores.
La diligencia en tiempos de intolerancia nos hace más fuertes y menos carne de cañón.
La pelea es peleando… Aprieta Venezuela ¡SÁ SE PUEDE!