Diego Valderas Sosa, ex alcalde de Bollullos Par del Condado (1979-1994), ex diputado autonómico (1986-2000), ex presidente del Parlamento Andaluz (1994-1996), candidato de Izquierda Unida a la presidencia de la Junta de Andalucía desde 2004, Coordinación General de Izquierda Unida de Andalucía y, ante todo, evidente profesional de la política andaluza, ha identificado a la saliente Consejera de Educación de la Junta, la socialista Blanca Alcántara, como “la de las tetas gordas” durante la recientemente concluida campaña electoral.
Agradezco al Coordinador General la oportunidad que me ha brindado para resaltar dos herramientas básicas para la discriminación que sufren las mujeres por razón de sexo:
La primera es la tendencia a omitir la identidad de las mujeres cuando se las menciona en actividades públicas. En los casos extremos se llega a evitar absolutamente no solo la identidad, sino incluso la simple presencia de las participantes. (ver “Hillary Clinton es sexualmente sugerente” en el blog www.enfoquedivergente.com).
La segunda es la tendencia a realzar –u ocultar- las características sexuales o atractivo físico de las mujeres que intervienen en la esfera pública. (ver “Atractivo sexual parlamentario” en el blog www.enfoquedivergente.com).
La tendencia a eludir la identificación de las mujeres se muestra en la práctica evitando llamarlas por su nombre completo (nombre y apellido) en los entornos profesionales, o focalizando la identidad de las mujeres sólo sobre su nombre de pila –a veces en diminutivo- precedido casi siempre de un cierto tratamiento delicado e incluso ridículo.
Así -se trata de un ejemplo-, podríamos escuchar que “Don Fernando Martínez y Don Manuel Gómez, del Departamento de Ventas” asisten a una reunión en Presidencia, a la que también asiste la señorita Pilar”, secretaria del Servicio Postventa”. A Pilar se la trata de señorita y no de doña, y además no tiene apellido.
Más sutil y malvado es establecer la identidad de la mujer mediante la mención de sus vínculos conyugales. El tradicional y, tenemos que decirlo, un poco franquista “señora de Martínez” ya parecía olvidado hasta que, hace pocos días, el concejal socialista del Ayuntamiento de Madrid don Gabriel Calles se refirió a la alcaldesa como “señora de Aznar”.
La reiteración de Calles sobre el título conyugal de Botella (lo hizo dos veces) hace que no podamos atribuir la expresión al despiste o a una pérdida temporal de memoria, sino a un deliberado intento de despersonalizar a la alcaldesa como individuo independiente del ex presidente del Gobierno. El hecho de que a posteriori el lumbrera del concejal pidiera disculpas y acudiera a hablar en voz baja con la alcaldesa no es suficiente reivindicación, que lo fácil es faltar en público y disculparse en privado.
La segunda herramienta de discriminación que queremos resaltar en esta entrada consiste en la tendencia a focalizar la atención sobre los atributos sexuales y sobre el atractivo personal de la mujer, como si fueran circunstancias relevantes. ¿Quién no ha oído alguna vez eso de “hay que ver qué inteligente es Maruja… y qué guapa además”?. Nota: Se advierte que Maruja es un nombre supuesto, por lo que es posible que haya alguna Maruja tonta y fea por ahí).
Centrémonos ahora en el sucedido. Lo que dijo Valderas fue, exactamente: “¿Tú sabes que está ahora la de las tetas gordas de Delegada de Educación en…?
En el caso que nos ocupa, el Coordinador General de Izquierda Unida se ha fijado en las tetas de la socialista y reconoce a la propietaria gracias a las mismas. No parece que haya intención de crítica sobre el tamaño, ni siquiera sobre la forma o turgencia; más bien parece una descripción realizada para identificar a la usuaria como Delegada de Educación. Valderas parece no saber el nombre de la Delegada de Educación, pero la reconoce porque es “la de las tetas gordas”, no la de la frente despejada, o la de las gafas discutibles… es la de las tetas gordas.
Por otro lado, los interlocutores de Valderas saben a quién se está refiriendo el Coordinador General cuando habla de “la de las tetas gordas”. De ahí que no hagan ninguna pregunta como “¿A qué tetona te estás refiriendo Diego?”. Dicho con otras palabras, parece que también todos ellos identifican a Blanca Alcántara por las tetas gordas de su propiedad más que por sus cualidades profesionales o su cargo.
Y es que va a ser verdad que dos tetas tiran más que dos carretas, incluso si son progresistas.