Jesús, el carpintero de Nazaret, habla de un Dios del amor, de libertad, igualdad, justicia, hermandad y unidad. ¿Dónde se encuentran estos valores en las instituciones Iglesia que se llaman cristianas?
Por supuesto que tampoco en ninguno de los gobiernos que se llaman demócratas, porque lo mismo que la Iglesia se obstina en suplantar a Dios, los gobiernos se obstinan en suplantar la voluntad popular. Ambos son, pues, unos impostores.
En el campo polÃtico, la llamada «democracia» como acción de gobernar y someter en el orden social completa- como vemos en cualquier paÃs- a la religión como forma de gobernar y someter en el orden espiritual. En las Iglesias no sólo se cumple la definición de Marx como opio del pueblo, sino que son las peores formas de gobierno que se conocen, pues si por un lado son capaces de las peores atrocidades (breve mirada a la Historia) por otro lado son capaces de las mayores herejÃas, y lo que es peor, de manipular y degenerar las mentes y conciencias de quienes se les someten para convertirles asà en siervos amaestrados, dóciles y productivos.
Nada de esto es cristiano, a no ser que queramos definir de ese modo al paganismo que desde Constantino y Pablo de Tarso,- dos de los principales pilares de la defenestración del cristianismo originario – ha ido ocupando posiciones de poder en la Iglesia. Posiciones de poder que no sólo se han concretado hacia dentro, hacia los escalones más bajos del clero, y hacia sus seguidores mediante una estudiada estructura piramidal intocable, sino que se han proyectado hacia fuera, hacia el mundo polÃtico internacional y hacia la economÃa, convirtiendo al Imperio del Vaticano en una gigantesca empresa polÃtico-mercantil de la que dan fe no sólo sus delegados en cada paÃs, con sus redes de cardenales, obispos, y otras jerarquÃas siempre bien arraigadas en el poder civil más conservador, sino sus inversiones gigantes en empresas multinacionales de diversos tipos y conexiones con tramas de dudosa moralidad y legalidad, con el Banco del Estado Vaticano al frente como garante.
La misma existencia de ese Estado, con su jerarquÃa teocrática, su falta de principios democráticos, sus guardias armados, su polÃtica informativa tendente a la manipulación de las conciencias y su territorio propio, bastarÃan por sà mismas para evidenciar cuan lejos de Cristo se hallan quienes tantas veces matan, extorsionan, embaucan, atropellan y hacen callar disidentes en Su nombre.
Es preciso añadir que el Estado Vaticano no está solo, que las otras iglesias que se llaman cristianas, tan unidas a todo tipo de estados y gobiernos conservadores y fascistas, le secundan y han conseguido su apoyo en nuestros tiempos en lo que atañe a los asuntos mundanos. Merced a estos apoyos, iglesias institucionales de todo tipo y gobiernos se reparten el pastel, no solo el que corresponde a los cuerpos (pues actúan como sectas que se benefician de los impuestos estatales a su favor sin soltar una moneda para los pobres del mundo, sino que además, repito, buscan compartir con cada Estado el control de las conciencias y mentes del mundo, cada uno con sus propios medios y con los mismos recursos: los provenientes de los pueblos dominados por su ideologÃa polÃtica, sus fuerzas represivas y unas enseñanzas que llaman religiosas que les sirven para atar a los incautos que les mantendrán desde el bautismo hasta la muerte.
Desde aquel Pablo de Tarso, tenido por la Iglesia como el principal pilar ideológico, sus dirigentes presionaron para que los bautizados aceptasen y se sometiesen al poder civil, del cual son valedores tal como hemos visto en los apoyos a gobiernos fascistas europeos o sudamericanos. En cambio, si el poder polÃtico muestra tendencias liberales o socialistas, enseguida la corte vaticana y todos sus delegados se ponen a conspirar para obstaculizar el proceso. Esto es muy visible en toda América Latina y bajo el gobierno socialista en España igual que lo fue durante el breve tiempo de la Segunda República con su apoyo a los sublevados de Franco y su papel co-represor con el nuevo régimen fascista, que se encargarÃa de aparentar un fervor católico que no era más que una máscara para aparentar una dignidad y moralidad de la que carecÃan tanto el Régimen como su Iglesia.
¿QUÉ TIENEN QUE VER DIOS O CRISTO CON TODO ESTO?
El cristianismo originario habla de un Dios del amor, de libertad, igualdad, justicia, hermandad y unidad. ¿Dónde se encuentran estos valores en las instituciones Iglesia? Por supuesto que tampoco en ninguno de los gobiernos aunque se disfracen de demócratas, porque lo mismo que la Iglesia quiere suplantar a Dios, los gobiernos se obstinan en suplantar la democracia. Los decepcionados por esa farsa sobre lo divino, hasta cuando hablan mal de Dios o lo niegan, hablan en realidad de esa imagen deformada de la divinidad filtrada por las enseñanzas del clero y su manipulada Biblia y refrendadas por los Estados; una imagen muy útil y provechosa para una Iglesias que podrÃan estar siendo gobernadas realmente por ateos con cuatro clases de aficiones: el teatro, el poder, el dinero y la vida regalada.
Sin embargo, ha sido tan eficaz la manera de actuar y pensar de Iglesias y estados en contra de las enseñanzas del Sermón de la Montaña que han conseguido que hasta la mayorÃa de los revolucionarios y gentes de buena voluntad asimilen Iglesia a cristianismo, y crean que Dios es esa caricatura que muestran las Iglesias, siempre a favor de los ricos y poderosos, atento al modo de castigarnos con el fuego eterno, pretendiendo que esa es la voluntad de Dios, y que Le sirven. Por su parte, los gobiernos, con sus poderosos medios de comunicación y propaganda hacen creer al pueblo que representan su voluntad y que le sirven, aunque al dÃa siguiente de las votaciones se vuelvan siempre sordos a sus demandas, como muy bien comprobamos a diario desde que nos trajeron la crisis en la que estamos inmersos nosotros y no ellos: ni polÃticos, ni banqueros ni clero. Nuestro empobrecimiento afianza su poder.
Los interesados pueden consultar:
-“Historia Criminal del Cristianismoâ€, de Karlheinz Deschner (editorial Roca)
-¿Quién está sentado en la silla de Pedro� (www.Vida-Universal.org)