El poeta peruano Javier Monroy rememora una fecha, lugar y hora «Bagdad, 20 de marzo de 2003, 5.35 a.m.», ante las cuales los EE.UU. definieron su primer objetivo de bombardeo, una vez se instrumentara la guerra contra Iraq y el asesinato de Saddam Hussein. Antes de marzo del año 2003, habría aparecido extraño porque los EE.UU., en años previos, utilizó métodos legales e ilegales para ayudar al Ejército de Saddam a convertirse en el ejército más poderoso del Medio-Oriente, aunque con poder menor que Israel. Los EE.UU. suministraba agentes químicos y biológicos y tecnología para armas de destrucción masiva, una vez supo que Iraq pudo haberlas utilizado contra Irán, así como pudo haberlas utilizado conta iraquíes kurdos. Los EE.UU. bloqueó una censura de las Naciones Unidas (ONU) a Iraq por el uso de armas químicas. Durante la Guerra del Golfo Pérsico, los EE.UU. envió dos enormes embarques de armas químicas y biológicas a Iraq, las que puede que hayan sido utiizadas contra las tropas estadounidenses, considerado el hecho de que ocasionaron la enfermedad llamada el Síndrome de la Guerra del Golfo que cundió entre muchos soldados, según explica el informe «Senator Riegle Report: Dual Use Exports» [Senate Committe on Banking. May 25, 1994].
El hecho histórico es que la Administración Bush ayudó deliberadamente a que Iraq se armara con tecnología hecha en América y se las dio a Saddam y a las fábricas militares y almacenes iraquíes para su ocultamiento. El hecho virtual es que el Departamento de Defensa dirá, como O. J. Simpson, «Soy 100% inocente». Es decir, se negará el hecho.
Un ex-colaborador de la CIA, el islámico Obama Bin Laden, se rebeló contra los EE.UU., y en el guión o libreto tenebroso será el anti-héroe. Junto a Saddam, el culpable de todo. Sin embargo, son los mismos «industriales del horror», como dice Monroy, y los intereses pentagonales los que, al reaccionar al ataque a las Torres Gemelas (9 /11, 2001), traicionarán al comprador, al viejo aliado al que poco antes armaron hasta los dientes. Habiéndole dado tales suministros, sabidos los lugares donde se les dio para ocultar y almacenar tales armas de destrucción masiva, entre los días 19 y 20 de marzo, se habla de inteligencia pretextual para ir por Saddam y acusarlo. Dizque que se detectaron las armas. Saddam las destruyó antes, a pedido de la ONU.
El Pentágono a Saddam Hussein lo imagina a las orillas del Río Tigris, donde ubican las Dora Farms. Entonces disparan 40 misiles Tomahawk contra el objetivo, así empieza el rodaje: lo destruyeron todo, excepto túneles subterráneos dentro de los cuales se supuso que Saddam pudiese estar escondido. Bombarderos F-117 avanzaron sobre un palacio central. Y como gran título para la historia visual de aquel momento, con aquellas imágenes de bombardeo, nació la Guerra Virtual y la verdad virtual sobre la que el poeta escribe, este texto que aquí reproducimos.
la mentira es un asesino bondadoso en tu escudo oxidado la espada
es vano artilugio si no la pintas de rojo y barro
la television es la boca de un cañon humanizado
en el poder no necesitas aprender de las geologías subyacentes
de nada sirven las hojas secas si las coges al caer
tampoco los recuerdos grasosos
las ansias idas
los besos volados
las neurosis caseras
los soldados caidos
para que despertar las piedras de su muerte natural
las fotos son solo arrugas en el alma
los imperios derrocados del pasado semejan monumentos al error
a la impericia del poder tránsfuga
a la ineficacia de los enjuagues mentales
les faltaron dices firmeza en la marcha
carecieron de sosiego y punteria
para apagar los respiros en las casas moribundas
se arrullaron en sus torres de marfil hasta ver
como se abrían en flor envenenada
nunca creíste que la historia terminaría contigo
luchando con los gatos por un mendrugo de tejado
así te paso en el paralelo treintaiocho
en el delta del mekong
en la costas somalies
la ausencia de ese apéndice te crea desventajas mortales
(nada-es-equilibrio-sin-esa-cola-nada)
tu estirpe se impone empero por la sangre coagulada
con tus huellas sobre sus pómulos que les queda
a los cobrizos de babilonia por decir
placete arañarles el músculo
mientras se les va el plasma por los dedos
siempre quisiste guardar sus deseos
prosternados bajo tu vientre
las naciones que se unen en la desunión cómplice
levantan pendones de promiscua dignidad
en ellos estampan besos sépticos
los politicos anonimos
los curas pederastas
los ingenieros negligentes
los industriales del horror
los doctores de batas blancas y felones del juramento
los cuerpos intermedios de la sociedad del miedo
las noticias son mendaces paredes medianeras
entre los despojos de los arabes de turno y tus fauces halitosas
periodistas amaestrados en el opio redentor de una patria falsa
claman venganza y fisco
escupen partes de guerra como poemas de primaria repetida
escribientes militantes ebrios de tecnologia
avanzan sosos por el desierto humedo
el obituario de tus nuevos esclavos es papel en que duermen
las espinas de los pescados narcolepticos
(haces que muerdan el insulto
hasta que vengan las palomas negras)
no te esfuerces les dices no habra indultos
después de la hora undecima
un capitulo de la biblia es imposible sobre su carne magra
menos elan mas spleen es igual a dos vertigos en el hoyo negro
o menos cortesía mas sumisión es igual a una nueva estrella
en la bandera imperial
solo les queda vagar y esperar por las noches canallas
para tornarse sombras que aprenden a caminar
como leones rencorosos
para robar agua de luna
mientras procura salvarte les dices
en tu gaseosa polisemia
con temor y temblor
dentro de ti hay un vaquero que pugna por salir
y gritar su orgullo autómata
be patient my friend
nada te revela la imagen verde sobre la cuerda floja
nada te recuerda a los icaros que pronto se calcinan
por el odio del sol
nada te prepara para morder el polvo en que transformas
a ciudadanos extraños
y asi ha de ser
hasta el dia que entiendas por qué los pájaros huyen del humo
Javier Monroy Texto / en «Letras Kiltras»
El título del poema «Dora Farm (*) (o el Tío Sam ‘aplasta’ Iraq)» es sólo una introducción nominal al texto: la identificación del objetivo. Lo sustancioso es cuando Monroy entra al análisis de fondo del cómo, el por qué y las repercusiones presentes y futuras de lo que se hizo. El dramón de lo que Monroy llama «la mentira es un asesino bondadoso» pudiera retitularse la «Doctrina de Seguridad contra el Terrorismo», con los productores asociados, el ex-presidente George W. Bush, Jr. y su Secretario de Defensa. El guión pudiera extraerse de lo descrito con estos objetivos: «The military is only one element of national power contributing to a long campaign against extremist Islamic groups around the world», «defeat terrorist extremism as a threat to our way of life and create a global environment inhospitable to terrorist extremists» y, finalmente, «synchronize the efforts of all the government agencies that have a role to play in the
global war on terror».
De este modo, el ex-Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, anunció lo que estuvo planeándose desde los días de marzo del 2003, tras el Ataque 9 / 11, como «the first unclassified version of the three-year-old plan», en el que el Gen. Peter Pace, jefe del personal de Jefes Adjuntos para culminar el plan tras una significativa reflexión y debate, «within our military and in our government», en adición al «support role to non-military federal agencies and partner nations».
Pero tamañas palabrerías y meditaciones, como ésta de los comunicados de Rumsfeld, Pace y el Brigadier General Robert Caslen, aquí citados, son la ardid de un Imperio para comportarse o dejar imagen de sí como «Asesino Bondadoso» y hacer que los militares del imperio se abrieran paso como «leones rencorosos» en Africa (Afganistán), Medio Oriente y dondequiera que se digan que están los enemigos.
Aquí es donde la palabra visceral, enriquecida por su barroquismo irónico, del poeta Monroy comienza a cuestionarlo todo, intuyendo que se trata de una conjura mediática con la complicidad de los Aparatos Industrial-Militar, cuya acción es de «la espada / vano artilugio», si no se asesina, «si no la pintas de rojo y barro». Para que el mundo verifique que se está tomando acción de represalia, «la television es la boca de un cañón humanizado en el poder». Las familias dan su tributo de sangre a lo que llaman la defensa de la patria. Despiden a sus jóvenes reclutas, «los besos volados / las neurosis caseras / los soldados caidos» y se intercambian «las fotos son solo arrugas en el alma».
Toda esta gran producción de la mentira cuesta financiera y moralmente. La misma revista consevadora del New YorkTime explicó que todo este montaje de de Media manipulation debió comenzar en la Administración Clinton, aunque aumentó tremendamente, en la amplitud de su perversidad, con la Administración Bush que, en su primer periodo de gobierno, gastó $254 millones en contratos de Relaciones Públicas, casi el doble que lo que el último cuatrenio de Clinton. [David Barstow y Robin Stein, «Under Bush, a New Age of Prepackaged TV News», New York Times, March 13, 2005]. Sí, el poema de Monroy es un comentario sobre cómo el gobieno fabrica noticias para ocultar sus «impericias» / «ineficacias» / torpezas y no es ocasionalmente ésto se haga, como impropia propaganda encubierta. Es que el uso ampliamente generalizado de mentiras («fake news») es una subindutrsia de las Relaciones Públicas que ha cotizado un billón de dólares en los
últimos 20 años. Mas, con la Administración Bush, el descaro de la propaganda corporativa y gubernamental fue noticia. «This is the first mainstream media expose of any length and depth about it», explicaría New York Times.
En cierto fragmento, la crítica al poder mediático desplegado es demoledora: «Las noticias son mendaces / paredes medianeras entre los despojos de los árabes de turno». Y las «fauces halitosas», o del mal-aliento de la mentira, son la metáfora para los periodistas televisivos, «periodistas amaestrados en el opio redentor de una patria falsa», que claman «venganza y fisco». Luego habla de las agencias que «escupen partes de guerra» y pasa a la prensa escrita y corresponsales que escriben soseras.
Para describir esa complicidad de la que no están exentas, los reclutas y voluntarios del Ejército, «defensores de la Bandera Imperial» ni «los politicos anónimos / los curas pederastas / los ingenieros negligentes / los industriales del horror / los doctores de batas blancas y felones del juramento / los cuerpos intermedios de la sociedad del miedo», Monroy explican cómo «las naciones… se unen en la desunion complice» y colaboran con la islamofobia y, «con temor y temblor», sale a «gritar su orgullo autómata», inferiorizando al extranjero y pidiendo paciencia a los «ciudadanos extraños» ante sus promesas de transformación. Les comunica que el el aparente «Asesino» es bondadoso y que la culpa la tiene el Islam, gente inferior a Occidente porque es la cultura de ellos la que es una ideología política violenta, «no una religión». Este es el por qué hay que asociar a Saddam a Obama bin Laden y darlos como enemigos de la
seguridad y los valores occidentales, «agresivos, amenazantes, defensores del terrorismo y empeñados en el choque de civilizaciones», «bábaros, irracionales, primitivos y sexistas» y los ciudadanos de Norteamérica se tragan la mentira. Por lo menos, por primera vez, queda claro que no todo el mundo cree ésto.
Hay una pausa reflexiva, como la que este valiente poema representa, que cuestiona «por qué los pájaros huyen del humo»: si bien la propaganda y el poder mediático hacen su trabajo para socavar las habilidades cognitivas y el pensamiento crítico hasta que no quede nada que revele, que recuerdo, que prepare, en el año de 2009, una encuesta de «Pew» adujo que, al menos, seis de cada diez adultos estadounidenses entienden que los islámicos están siendo atropellados, discriminados y culpados, en proporciones mayores a la discriminación y hostilidad que se les da a mormones, ateos o judíos.