Y a los niños, ¿quién los rescata?
Cerca de dos millones y medio de menores viven en riesgo de exclusión social en España, que se ha convertido en el país de la Unión Europea con mayor índice de pobreza infantil, superado sólo por Rumanía. Son las conclusiones a las que ha llegado Cáritas, cuya labor como organización humanitaria, en especial durante la crisis económica, ha sido y es vital: desde 2007, el número de personas a las que atiende se ha multiplicado por cinco. Entre ellas, cientos de miles de niños.
“A veces, ser pobre en un país rico no es tener hambre, pero sí una alimentación de mala calidad. No es faltar a la escuela, sino no tener material para estudiar. Hablamos de vulneración de los derechos de los niños”, apunta Marta Arias, de Unicef. Desde las escuelas también han saltado las alarmas. Profesores y cuidadores han alertado sobre el estado de algunos alumnos, que llegan al colegio sin desayunar o tienen problemas de concentración.
Paloma, madre de familia, cuenta con una sonrisa postiza que “la ternera lleva años sin aparecer por casa”. Tampoco han podido poner la calefacción este invierno. Aunque aún viven en su hogar: iban a ser desahuciados, pero finalmente el banco les proporcionó un alquiler social. A otros, la crisis y los recortes en servicios sociales les han cambiado la vida de forma radical. Es el caso de Carlos, un madrileño de 44 años que pide limosna a los viajeros del metro. Viste una camisa de marca Levis y un buen reloj rodea su muñeca, lo que evidencia un pasado, si no feliz, al menos muy diferente. Antes de quedarse sin trabajo, cobraba 3.000 euros que, sumados a los 1.400 de su mujer, le permitía dar una vida cómoda a su hija de ocho años.
La pasividad política junto a la difícil situación económica no sólo afecta a los niños y a las familias más vulnerables de forma inmediata, sino que compromete al estado de bienestar y a la cohesión social con vistas al futuro. Los niños son nuestro seguro de vida, por lo que es fundamental invertir en ellos. En su derecho a una educación, pública y gratuita, y a la igualdad de oportunidades. Los estudios demuestran que los hijos con un mayor nivel educativo que sus padres están menos amenazados por la pobreza o el paro. Por ello hay que atajar la lacra del abandono escolar prematuro que, en algunas regiones, supera el 30%.
Rescatar a los 500.000 hogares sin ningún tipo de ingresos que hay en España tendría un coste de 2.600 millones de euros, según el informe de Cáritas. La mitad de lo que costará salvar a las autopistas, el nuevo plan del Gobierno.
“No hay dinero público para rescatar a las familias, pero sí para los bancos o autopistas. Es un capitalismo que privatiza los beneficios y socializa las pérdidas”, escribe el periodista Ignacio Escolar.
Save The Children, por su parte, denuncia: “Los niños no están en la agenda económica porque no toman decisiones de compra, ni financieras, ni son una fuerza de trabajo”.
Pero la pobreza, sobre todo la infantil, es estructural y amenaza con perpetuarse de generación en generación. En vez de políticas públicas dedicadas a paliarla, se han tomado medidas que han agravado la situación de los menores, como la reducción de las becas para estudio y comedores, o la dificultad de acceso a la sanidad para los hijos de inmigrantes sin papeles.
Es el retrato de una sociedad víctima de las políticas de austeridad europeas. Y de la indolencia de unos gobernantes que se tapan los ojos ante los problemas de los ciudadanos. El estudio de Cáritas pone sobre la mesa una emergencia social. Sin embargo, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ha pedido a la ONG que “no provoque un debate que no se corresponde con la realidad”. El periodista Agustín Martínez Morales cuestiona: “¿Desde qué púlpito predica el ministro sobre una organización que está cubriendo parcelas que su Gobierno ha abandonado vergonzosamente?” La sociedad se hace la misma pregunta. Y exige respuestas.