Economía

Economía es creación

Hay una pregunta que parece simple, pero cuya respuesta puede conducirnos a ciertas conclusiones sorprendentes. ¿Por qué la gente rica, o simplemente acomodada, trabaja tanto? Si tienen suficiente para ellos y para sus hijos, ¿por qué se siguen afanando pegados a sus agendas y a sus móviles, como los antiguos esclavos estaban pegados a sus cadenas? ¿Es la actividad económica una especie de droga que «engancha» y domina nuestra voluntad?

Sin embargo, nunca nos preguntamos por qué los escritores siguen escribiendo o los pintores pintando. Existe aquí un prejuicio previo. El de suponer que cualquier actividad  -especialmente las relacionadas con la cultura- es creativa e incluso altruista. En cambio, se suele ver a la economía como una actividad sobre todo movida por intereses egoístas y materiales. Es cierto, pero en la misma medida que cualquier otra actividad humana. ¿Son los empresarios y comerciantes más egoístas que los profesores, los médicos o los deportistas? Los ejemplos podían alargarse. Todos los profesionales intentan, en principio, la búsqueda de su bienestar personal y el de su familia.

Incluso, cuando no hay remuneración, como en el trabajo voluntario, hay un cierto egoísmo consistente en la búsqueda del equilibrio emocional, de cierta satisfacción personal, que puede ser religiosa o simplemente ética. Sin embargo, cuando un profesor (es sólo un ejemplo) busca ganar dinero con su trabajo se ve la suya como una actividad noble y hasta altruista. Pero cuando intenta hacerlo un empresario o comerciante, se ve al fondo el negro egoísmo de la usura y del dinero inmoral.

En el fondo de todo, nos falta (más en los países mediterráneos que en los anglosajones, quizá por nuestra tradición católica frente a la protestante) la visión de la producción económica como un acto creativo y creador. La producción de riqueza -tenemos que comprenderlo- es creativa. En primer lugar, porque es imprevisible, porque está alejada de cualquier rutina y costumbre. No conoce la seguridad ni la repetición; se mueve siempre en el filo de lo probable. Busca la novedad; lo que a nadie se le haya ocurrido antes; lo que sea inédito y que venga a cubrir nuevas necesidades o apetencias. En segundo lugar (y como consecuencia de lo anterior) porque necesita de las cualidades más humanas: de la creatividad, la inteligencia, la imaginación, la constancia, la moral en los momentos duros. 

En una palabra, el día que comprendamos que el empresario a lo que más se parece no es a un negrero sin alma, sino a un artista, habremos empezado a comprender los mecanismos, tan complejos por otra parte, de la economía. Vuelvo a la pregunta del principio: ¿por qué la gente rica trabaja tanto? En el fondo (¿quién lo diría), porque son unos artistas.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.