Si uno rebusca en los anaqueles de las bibliotecas económicas seguro que no es capaz de encontrar un término como el que da título al artículo por mucho que se empeñe en buscarlo, porque es como una de esas entelequias formales que nos usurpan la personalidad y pululan por nuestro existir sin que nunca las reconozcamos.
La economía navideña es esa extraña forma que tenemos los seres humanos de entender el consumo y el ahorro en estas fechas tan peculiares, tan divergentes de nuestra manera habitual de actuar que un apócrifo, adjetivo sin nombre que adjetivar, en la ignominia como un servidor carece de toda fuerza moral para analizar, aunque sí de pleno derecho autárquico para escribir sobre ello.
Pasear por cualquier mercado de postín es asistir a la convergencia estelar de dos épocas que nada debieran de tener en común, pero que se entrelazan en una comunión perfecta para la buena marcha del sistema económico basado en el consumo, que es el que nos rige. La generación que viene de la posguerra y de los años de dictadura entiende la Navidad como la única época del año en la que se comía bien y se consumía de verdad, por lo que se les justifica la exacerbación, pero la generación de la democracia ha vivido siempre en la abundancia, por lo que los excesos navideños no son más que un insulto económico a su propia inapetencia moral.
Recién regreso de una semanita de vacaciones, y tomo la expresión sudamericana porque me gusta su soniquete, y apuesto mi vida, ésta y las que tengan que venir, si vienen, a que mi gasto en siete días de asueto y sin mayor restricción presupuestaria, ha sido inferior a la de cualquier otra persona que se haya empeñado en regalar a todos por doquier y en organizar un festín insulso en la esencia, aunque puede que no en la condimentación de los langostinos.
Algún día un sabio escribirá sobre la economía navideña, como se escribió sobre la economía de guerra, porque una rige en la escasez y otra en la abundancia pretendida y por pretender, yo de momento me limito a tomarme un café mientras leo el último libro que me han hecho llegar.
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