Sociopolítica

¿Educación o adoctrinamiento?

Hay quien tiene una visión bastante sectaria sobre el progreso y el conservadurismo, asociando al primero con la mejoría y al segundo con la persistencia en lo malo; ni tanto ni tan calvo.

Si entendemos la palabra progreso en su sentido etimológico, es decir, » avanzar hacia adelante «, no es difícil percatarse de que no todo lo que avanza, lo hace hacia lo bueno. Es el caso de nuestra educación, que hayándose en el 2014 se ve superada en progreso por el modelo educativo ideado y llevado a término por Francisco Giner De Los Ríos y Manuel Bartolomé Cossio, allá por finales del antepasado siglo. Tanto es así que hoy el país con mayor prestigio educacional ( Finlandia) se beneficia de sus ideales adaptándolos a los nuevos tiempos. La ILE ( Instituto libre de enseñanza) se caracterizaba, entre otras cosas, por la supresión de los exámenes memorísticos; el trato ameno entre profesor y alumno; el uso de la mayeútica, en el cual el profesor tan solo ayuda al alumno a » parir» la verdad, y por la relación dialogante entre alumnado y profesorado. Inspirados por el kraussismo, estos dos hombres de indudable talante moral y tolerante, abogaban por unas clases socratizadas, y por borrar la frontera que separaba primaria de secundaria, a parte de convertirse en los pioneros ( en toda Europa ) de la igualación de sueldos entre profesores y profesoras. Como es evidente, ante la actual educación descaradamente mercantilizada, tal educación, adaptándola a los avances tecnológicos, sería un verdadero progreso (esta vez sí en el sentido de avance hacia una mejoría ) que bebería de la fuente, si no del conservadurismo, sí de la regresión.

Sin embargo, mientras la tecnología cobra aspectos futuristas, la educación ha quedado petrificada en su concepción utilitarista, ocupándose tan solo de garantizar productores y consumidores. De ahí que el papel del alumno se reduzca a simple memorizador de postulados, donde la reflexión brilla por su ausencia, concepción ideal para futuros productores que pasan por la vida con la conciencia de puntillas, sin cuestionarse nada y dando rienda suelta al fanatismo.

No hay gobierno que pueda quejarse de la delincuencia mientras escatima en la educación, cuando ya Pitágoras hace 25 siglos aconsejaba: «educa a los niños para no castigar a los hombres«.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.