«…El terror y los monstruos que lo practican saben muy bien lo que hacen, saben del daño que sus cobardes crímenes provocan…»
«…El brutal y cobarde atentado –muy probablemente yihadista– de unas alimañas que no son héroes sino escoria humana…»
«…Muchos analistas apuntan a una teoría salafista del atentado…»
«…Se trata de células que están extraordinariamente bien organizadas, que compensan sus escasos medios con tenacidad, falta de escrúpulos y una densa red de adoctrinadores, de campamentos de entrenamientos y de suministradores de armas y explosivos. Pero el enemigo verdadero y más peligroso es el islamismo radical. A las organizaciones se las puede desmantelar, pero la ideología salafista contamina mentes todos los días…»
¡Qué contundencia! ¡Qué precisión! ¡Qué lucidez!
Si dijese que estas frases entrecomilladas fueron dichas tras los atentados del 11-M, nadie las pondría en duda porque si no se dijeron así, se dijeron de forma parecida.
El interés que tengo en exponerlas está motivado por la persona que las ha dicho:
«…Ayer, al aterrizar en el aeropuerto de Marraquech proveniente de Madrid, me enteré por sms de la tragedia. Estuve en la plaza de Jemaa el Fna, verdadero corazón de esta urbe histórica y hermosa. Allí se congregaron de manera espontánea centenares de personas que coreaban consignas contra el terrorismo…»
Todas las frases entrecomilladas que he expuesto en los párrafos anteriores están sacadas de un artículo del portavoz de Asuntos Exteriores del Grupo Popular en el Congreso, Gustavo de Arístegui, escrito en El Mundo y titulado El terrorismo no es ciego (El Mundo 29.04.2011)
¡Qué rigor! ¡Qué rotundidad! para escribir esto al día siguiente sin que oficialmente se conociera aún la autoría del atentado. ¡Qué sano «juicio»! En claro contraste, todo hay que decirlo, con su actitud hacia los atentados del 11-M en Madrid. Actitud que me llevó a escribir laCarta al Director titulada GUSTAVO DE ARÁSTEGUI Y EL 11-M, enviada a El País y no publicada, pero recogida más tarde en el libro 11-M Cartas al Director, y que expongo a continuación:
18 de febrero de 2007 GUSTAVO DE ARÁSTEGUI Y EL 11-M
De extemporánea y estrambótica puede calificarse la presencia de Gustavo de Arístegui a las puertas de la sala de la Casa de Campo en el comienzo del juicio del 11-M. Dio la sensación de que fue allí, fuera de tiempo y de lugar, a leerles la cartilla a cuantos allí iban a reunirse, como el que se presenta en un sitio con la clara intención de dejar una advertencia y, de paso, arrojar dudas y depreciar la validez del juicio: “ya sea en el juicio o por otros medios acabará sabiéndose toda la verdad sobre el 11-M”, dijo. ¿A qué medios se refiere: a los que llevan tres años sembrando la teoría de la conspiración que el PP avala? ¿A qué verdad se refiere: a la verdad judicial sumarial de los hechos probados o a “sus verdades”, las que el PP ha ido fabricando tras los atentados y que, amontonando especulaciones e invenciones, airean durante un mes y cuando caen por su propio peso son sustituidas por otras, en una fuente de inagotable narrativa? La presencia en la Casa de Campo del portavoz del PP en la Comisión de Exteriores del Congreso fue patética; sus palabras, inquietantes.
Según las propias palabras de Gustavo de Arístegui el atentado de Marraquech ha sido «muy probablemente yihadista» (ver para creer). A propósito del atentado en el Café Argana, Fernando Reinares escribe en El País de fecha 30.04.2011: «En Marruecos hay un antes y un después de los atentados de mayo de 2003 en Casablanca. También, en cierta medida, un antes y un después de los de marzo de 2004 en Madrid». «El método utilizado ‘recuerda al de Al Qaeda’, dice el Ministro de Interior marroquí» (Público 30.04.2011)
Una mente perversa conspiranoica, alguien que dijese cosas al estilo de las que dice Federico Jiménez Losantos en El Mundo sobre el 11-M, se preguntaría: ¿qué hacía allí Gustavo de Arístegui, en Marraquech, en el la ciudad del atentado?, ¿qué hacía allí el portavoz de Asuntos Exteriores del Grupo Popular en el Congreso en un momento en que una amplia delegación del Gobierno marroquí, encabezada por el titular de Economía y Finanzas, Salahedine Mezuar, y otros cinco ministros, además del presidente de la patronal, visitaba España? ¿No es sospechosa la prisa de Gustavo de Arístegui en calificar el atentado como «muy probablemente yihadista» cuando aún no había sido reivindicado?, ¿por qué y para qué enviar el artículo tan rápidamente a El Mundo? ¿No estará detrás la ETA, allí, en los desiertos no tan lejanos, ahora que está acorralada en España y Francia? ¿No será el atentado de Marraquech –al estilo del discurso de Mayor Oreja– el resultado de una negociación entre el PSOE, ETA y los yihadistas para forzar la legalización de Bildu? ¿Qué saben Gustavo de Arístegui y El Mundo sobre este atentado? ¿Qué saben sobre el Gobierno marroquí, sobre los servicios secretos, policías, jueces y fiscales de dicho país? En fin…, preguntas similares a éstas y peores –y no sólo preguntas sino también afirmaciones– son las que la pléyade conspiranoica política y mediática viene haciendo desde los atentados del 11-M en «esta urbe histórica y hermosa» que es Madrid (Casa de Campo incluida). Supongo que ahora el PP y El Mundo tendrán mucho tema para hablar y escribir. O quizás no, a lo mejor prefieren callar.
¡Ah!, por cierto, parece ser que miembros españoles de la Policía Científica y de los Tedax han viajado a Marraquech para colaborar en las investigaciones. No les arriendo las ganancias. No quiero ni contar las insidias de los conspiranoicos del 11-M.