Sociopolítica

El 20-N y la libertad de expresión

Hace 33 años que falleció el General Francisco Franco, dictador militar del Reino de España durante 39 años (36 años en lo que había sido zona republicana).

Hasta hace poco, no era ningún problema que la gente que añora aquellos tiempos pasados del franquismo se manifestara libremente por las calles y el Valle de los Caídos para poner de manifiesto su amor por el régimen totalitario, que fue transformado en democracia por la hábil e inteligente labor de nuestro augusto Rey Don Juan Carlos I, nombrado en 1969 por el General Franco para sucederle a título de Rey, un Rey que supo transformar los Principios Generales del Movimiento en la base para la transformación del país en democracia parlamentaria occidental auténtica posibilitando el referéndum para establecer dicho sistema en 1977 y convocar las Cortes Constituyentes que elaborarían la actual Constitución de 1978.

Lo que causa ahora preocupación -aunque no sorpresa- no es que aún existan personas que adoren al difunto general y su icono José Antonio Primo de Rivera que quieran celebrar esta conmemoración doble por ambas personalidades de otros tiempos delante de sus tumbas en el Valle de los Caídos, sino que hoy ya no es posible que estas personas se manifiesten libremente, pues al acudir al Valle de los Caidos con sus vestimentas particulares supone que por razones políticas y censoras se les impida el acceso al recinto. Se alega que es lo que dispone la Ley de Memoria Histórica, una ley destinada a tergiversar la historia de España y a amordazar a los que no piensan igual que sus autores. Foto: Vista desde el el monumento del Valle de los Caídos.

El estado actual de abandono del Valle de los Caídos, que al margen de su significado histórico es un lugar privilegiado para disfrutar de la naturaleza y de las panorámicas únicas sobre la sierra y Madrid, es de iguales proporciones que el deterioro de nuestra democracia, en la que la libertad de expresión se ve cada vez más acosada por los autores y los ejecutores de dicha ley, una ley destinada no a mejorar el conocimiento de nuestra historia, sino a abrir viejas heridas, incrementar la crispación entre los españoles y a falsear y utilizar los hechos históricos para manipular las mentes de aquellos que no tienen ninguna noción de los tiempos pasados por no haberlos vivido ni físioca ni conscientemente.Valle de los Caidos con sus vestimentas particulares supone que por razones políticas y censoras se les impida el acceso al recinto. Se alega que es lo que dispone la Ley de Memoria Histórica, una ley destinada a tergiversar la historia de España y a amordazar a los que no piensan igual que sus autores. Foto: Vista desde el el monumento del Valle de los Caídos.
El deteriorio del Valle de los Caidos como monumento histórico-artístico (nótese que las tiendas y la cafetería en la entrada llevan cerradas mucho tiempo, el recinto apenas es restaurado, el número de visitantes es bajísimo) y su profanación por nuestro juez justiciero de todos los dictadores no bolcheviques del mundo (que no se ha planteado nunca abrir causas contra Castro, Che Guevara, Hugo Chávez, Daniel Ortega por genocidas ni investigar el paradero de muchos de los niños de la guerra que los republicanos españoles enviaron a Rusia contra su voluntad y sin garantías, infringiendo los derechos humanos y los derechos fundamentales de los menores de edad, donde les esperó una vida en un sistema dictatorial comunista inhumano y sin libertad, sin posibilidad de volver a España tras la guerra y manipulados por los gobernantes bolcheviques de Rusia para ser buenos ciudadanos comunistas en el espíritu marxista-leninista-estalinista) ya se había producido en tiempos del gobierno Aznar, no lo olvidemos, al igual que el deterioro de la calidad de enseñanza ya iniciado bajo el gobierno de Felipe González y que Aznar no remedió a pesar de haber tenido la oportunidad de anular la reforma del sistema educativo pendiente de aplicación en marzo de 1996. Foto: La cruz del Valle de los Caídos y acceso a la Basílica con las tumbas del General Franco y de José Antonio Primo de Rivera.

Los franquistas celebraron su última gran manifestación en 1984, cuando aún llenaron el Paseo de la Castellana con un millón de manifestantes, pero a partir de entonces decaía el número de asistentes a las manifestaciones del 20-N año tras año, mientras que los antiguos franquistas se integraron en la vida política democrática, entre otras cosas porque la mayoría ya no tenía edad para un activismo político y porque los jóvenes de entonces se darían cuenta que no tiene sentido desear la vuelta de un régimen que ya no tenía sentido en la década de 1980. Que se manifestaran los franquistas nunca ha supuesto ningún problema para la democracia española, como tampoco es ningún problema que otros se manifiesten a favor de la URSS, cuando ésta lleva casi dos décadas disuelta, que enarbolen banderas inconstitucionales anteriores a la dictadura de Franco o que erijan estatuas a Stalin o Lenin, como ha pasado en algunos municipios andaluces, en demostración del espíritu de libertad y democracia que viven algunos políticos andaluces del progresismo más rancio. Foto: Monasterio del Valle de los Caídos con hospedería.

Preocupa por tanto que este año el gobierno haya dispuesto controles de acceso al Valle de los Caídos para discriminar a los asistentes según el color de sus camisas o la forma de sus insignias. Preocupa que este mismo mes el organismo autonómico catalán de censura y limitación de la libertad de expresión del CAC (símbolo del radicalismo catalanista) haya decidido retirar las licencias a dos emisoras de la COPE y dos emisoras de Punto Radio (ABC-Vocento) por no compartir las ideas del catalanismo más radical representado por el tripartito nacionalsocialista y separatista de PSC, ERC e IU (IC-V) y no someterse al dictado ideológico en Cataluña. Preocupa que un solo juez pueda reabrir tumbas y heridas para volver a abrir un capítulo de la história que se suponía superado. Preocupa, en fin, el deterioro de la democracia española, que por tan buen camino iba hasta hace cinco años y que nunca en estos 30 años de democracia constituicional, 32 años de democracia efectiva y 33 años de democracia coronada había sufrido un acoso tan atroz y desmesurado como bajo el gobierno del peor de todos los presidentes del gobierno españoles de la democracia.

Si hay algo que conmemorar en este 20 de noviembre es la llegada de la democracia a España de la mano de nuestro augusto Rey Don Juan Carlos I, una democracia que debe garantizar a todos los ciudadanos su libertad de manifestar sus gustos y opiniones de forma pacífica y sin limitaciones o discriminaciones de ninguna índole, coincidan o no con el actual sistema democrático, porque en esto consiste la democracia. Otra cosa es que se intente derrocar el actual sistema democrático monárquico por la fuerza y mediante la manipulación de las mentes y de la opinión pública, convirtiendo la memoria histórica de todo un pueblo en la memoria histérica de un gobierno sectario que nos dicta lo que debemos pensar y decir. La Constitución de 1978.

Por la monarquía parlamentaria y constitucional

Por la democracia

¡Franco ha muerto!

(Stalin también)


¡Viva España!

¡Viva el Rey!

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.