La investigación, realizada en el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, revela que los efectos negativos físicos, psicológicos y sociales de las personas que cuidn a familiares están altamente relacionados con la historia de vida previa entre la persona encaraga de cuidar y los propios trabajos de cuidados.
En total, 8 de cada 10 personas que tienen a algún familiar a su cargo sufren ansiedad estado y estrés, independientemente de sus variables sociodemográficas, siendo las familias, y en concreto las hijas, quienes en la mayoría de los casos asumen el “cuidado informal” de mayores dependientes.
Así se desprende de una investigación realizada en el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada por Ruth Mª Calero Pérez, que ha sido dirigida por el profesor José Mª Roa Venegas. Los resultados han sido publicados en la revista Geriátrika, y en la Revista Multidisciplinar de Gerontología.
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores aplicaron un cuestionario a una población de 203 sujetos cuyo único requisito era el ser cuidador informal de una persona mayor dependiente
Del trabajo realizado en la UGR se deduce que este cuidado crea en el seno familiar, en algunos casos, comportamientos inadecuados en la relación, y que los efectos negativos a nivel físico, psicológico y social del cuidador están altamente relacionados con la historia de vida previa entre cuidador y cuidado, el aislamiento social percibido por el cuidador, y el sentimiento de soledad en la relación con el cuidado.
Para llevar a cabo el trabajo, los investigadores aplicaron un cuestionario a una población de 203 sujetos cuyo único requisito era el ser cuidador informal de una persona mayor dependiente.
Apoyo familiar e institucional
Los resultados revelan que las variables cognitivas (pensamientos y valoraciones) utilizadas por el cuidador, tanto positivas como negativas, influyen de forma decisiva en la manera en que se relacionan cuidador y cuidado. Estas variables son el apoyo familiar y el apoyo institucional, y modulan el impacto que puede tener la relación entre cuidador y cuidado.
Además, variables culturales como los patrones de crianza y los estilos de educación recibidos, ejercen una clara influencia en la forma de ser y de actuar de los cuidadores informales, lo que va a repercutir en la tarea de cuidar.
Los investigadores de la UGR proponen un control de todas estas variables como un primer paso para la intervención por parte de las administraciones con el fin de mejorar la calidad de vida de este colectivo, y consideran que esta actuación “debe ser de carácter psicoeducativo y garantizar, de alguna forma, una mejor calidad de vida de las personas que cuidan del mayor dependiente”.
Y es que la relación entre el cuidador informal y el cuidado, señalan los autores, “no es una relación inocua, sino que está cargada de efectos, a veces nocivos para la salud física y psicológica del cuidador. Son conocidos los efectos de sobrecarga, ansiedad, estrés, etc., que afectan al cuidador informal. Pero consideramos que estás variables son insuficientes para explicar la variabilidad que se produce en la conducta del cuidador en su relación con el cuidado. Por ello, nos ha parecido interesante introducir variables de corte cognitivo y socio cultural, menos estudiadas, para aclarar en lo posible dicha variabilidad”.