El adicto es un enfermo, un esclavo de su adicción, al principio se siente como una persona inteligente, convencida de que hace lo correcto, sabiondo y todopoderoso; otras sólo busca las sensaciones de placer, desde el más profundo hedonismo, sin valorar las consecuencias de sus engaños. Su doble vida, chantajes, manipulaciones, etc. , le llevan a un deterioro tan brutal que acaba por dejar al descubierto su verdadera cara. Espiritualmente, los adictos son personas con un vacío interior, incapaces de amarse ni de amar a los demás, sólo se encuentran sumidos en su mundo.
La mayoría piensa que para superar el problema necesita simplemente aplicar un mayor autocontrol y voluntad, pero no es tan simple. Uno de los impedimentos para que un adicto se recupere es pensar que puede confiar exclusivamente en su voluntad, que aunque es determinante a la hora de apartarse del problema, no es suficiente por si sola, pues cuando menos se lo espere y la vida le ponga ante una fuerte tensión, lo más probable es que vuelva a recaer.
El primer paso es la autoaceptación, el reconocer que se tiene un problema y se ha perdido el control. Ese es el comienzo.