Durante los últimos 15 años se ha ido formando un abombamiento en la superficie del océano Ãrtico debido a la acumulación de grandes cantidades de agua dulce. Asà lo recoge un estudio realizado por investigadores británicos con datos facilitados por los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA). Si la dirección del viento cambiara, el agua dulce podrÃa dirigirse al océano Atlántico y enfriar Europa.
Investigadores del Centro Polar de Observación y Modelización (CPOM), del University College London y el Centro Nacional Oceanográfico del Reino Unido han medido el nivel del mar en el Ãrtico Occidental entre 1995 y 2010. Los resultados, que publica esta semana on line la revista Nature Geoscience, revelan la existencia de una gran aglomeración de agua dulce en el océano Ãrtico, que genera un abombamiento de la superficie marina formado a lo largo de esos 15 años.
Los resultados son notables: desde 2002 la altura del nivel del mar en el área estudiada se ha elevado unos 15 centÃmetros, y el volumen de agua dulce ha aumentado en unos 8.000 kilómetros cúbicos -alrededor del 10% de toda el agua dulce del océano Ãrtico-. Los datos lo han facilitado los satélites ERS-2 y Envisat de la ESA.
Los cientÃficos concluyen que la acumulación de agua, y el consiguiente abombamiento de la superficie marina, podrÃa ser consecuencia de la aceleración de un gran sistema de circulación oceánica llamado Giro de Beaufort. La aceleración se deberÃa a los fuertes vientos Ãrticos.
Un cambio en la dirección del viento podrÃa provocar que el agua dulce se vertiera al resto del Océano Ãrtico, llegando incluso al Atlántico Norte. Si ello ocurriera podrÃa verse ralentizada una corriente oceánica clave que parte de la Corriente del Golfo, lo que provocarÃa un descenso de las temperaturas en Europa. La Corriente del Golfo hace que Europa disfrute de temperaturas relativamente suaves, comparado con otras áreas de latitudes similares.
“Cuando observamos nuestros datos a una escala anual nos dimos cuenta de que los cambios en el nivel del mar no tenÃan relación directa con el comportamiento del viento, y nos preguntamos la razónâ€, dice Katharine Giles, investigadora del CPOM y autora principal del trabajo.
“Una posibilidad es que el hielo marino actúe como una barrera entre la atmósfera y el océano, -añade-. AsÃ, con los cambios en la cubierta de hielo cambiarÃa también el efecto del viento sobre el océano. El paso siguiente es tratar de confirmar esta idea investigando con más detalle cómo afectan los cambios en la cubierta de hielo marino a la interacción entre la atmósfera y el océanoâ€.
Los satélites de la ESA
El hielo marino puede estudiarse con datos de satélite de diferente tipo. Los radioaltÃmetros de satélites como Envisat y ERS-2 son especialmente útiles en la observación de áreas inaccesibles, como el Ãrtico.
Envisat, el mayor satélite de observación de la Tierra jamás construido, cumplirá diez años en órbita el próximo mes de marzo. ERS-2 fue retirado en julio de 2011, pero sus observaciones –y las de su predecesor ERS-1- seguirán siendo usados por los investigadores durante años.
“Hemos obtenido estos resultados sobre el Giro de Baufort gracias a que las misiones ERS-2 y Envisat se han superpuesto, y a que hemos podido disponer de largas series temporales de datosâ€, señala Seymour Laxon, director del CPOM y coautor del estudio.
La ESA seguirá monitorizando el Ãrtico con la familia de satélites de observación de la Tierra Sentinel, que serán lanzados los próximos años dentro del programa europeo de Monitorización Global para el Medio Ambiente y la Seguridad (GMES, por sus siglas en inglés).
A lo largo de este año se presentarán también los primeros resultados sobre los cambios estacionales en el grosor de hielo marino, a partir de las observaciones del satélite de la CryoSat-2, también de la ESA.
SINC / ESA