Economía

El Apocalipsis (La crisis económica mundial)

No quiero estar de crisis, estoy cansado de estar deprimido, voy a mandar a paseo a todos los periodistas que me cuentan lo mal que está todo, y comenzar a soñar con lugares y momentos mejores, porque no hace falta que me cuenten el apocalipsis, que ya me lo sé, que me lo leí en la Biblia y lo ví en la película de Coppola.

Así que me voy a refugiar en algún lugar perdido donde no lleguen las noticias, porque quiero vivir en paz, conmigo mismo, con mi entorno, con mis pensamientos, los cuáles me obligan a soñar, porque son así de caprichosos, y ellos, solo ellos, guian mi existencia, y la llevan a lugares recónditos, escondidos, y me obligan a escribir artículos como éste.

Si leo el periódico leo crisis, si veo la televisión veo crisis (o gente gritando, que es igual de deprimente), si navego por Internet navego entre crisis, si hablo con mis compañeros hablo de crisis, la crisis lo llena todo y el todo está en crisis.

Pero la crisis no es de ahora, no, aunque ahora sea cuando haya estallado la crisis económica, que sólo es una pequeña parte de la global. Porque la peor crisis que vive nuestra sociedad es la crisis de valores éticos y cívicos que se fueron dejando por el camino del éxito profesional y económico.

Y me alegro de la crisis, sí, sí, aún a riesgo de ser apedreado hasta morir por alguna masa enardecida, me alegro porque nos servirá para hacer un viaje interior, hacia nuestro propio interior, un viaje que nos servirá para reestructurar nuestros valores y comprender que lo material es efímero y absolutamente insignificante.

Un viaje catártico en el cuál el sufrimiento será la norma, pero del cuál renaceremos, como el ave Fénix, rejuvenecidos y convencidos de que ‘el fin no justifica los medios’ y de que las posesiones materiales no sirven para ocultar nuestra sensación de vacío.

Cambiaremos las pocas monedas de oro que nos queden por el abrazo de un ser querido, arrojaremos por la ventana la televisión de plasma a cambio de los versos del peor de los poetas, juntaremos todas nuestras palabras de odio y las venderemos por un solo ‘lo siento’ o un simple ‘por favor’.

¡Malditos pensamientos! ¡Reniego de ellos como Salieri renegó de Mozart!

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.