Todo buen experto en las artes de la seducción sabe que en el juego amatorio el que todo da, nada recibe, y el que se entrega en plenitud siempre pierde, y no digo que yo sea un experto, que no lo soy, aunque sí versado sobre el tema, que para algo me documenté para un extraño proyecto literario en negro, tanto en sueldo como en trabajo, pero no se lo digas a Solbes, que quede entre tú y yo.
El caso es que parece que British Airways conoce las artes seductoras mejor de lo que todos creíamos, y está tratando de poner nerviosa a Iberia en este juego de conquista financiera que se traen desde el mes de julio.
En lo más tórrido del tórrido verano ya te hablaba de la fusión entre Iberia y British Airways (El tiempo de vida de Iberia), y de las terribles consecuencias que ésta traería para la aerolínea española.
Y el tiempo ha pasado, y la negociación se ha enfríado, como se enfría la pasión de los amantes con el discurrir de los días. Iberia ha desconfiado de British Airways y no ha querido ‘tragar’ con el lastre de los fondos de pensiones que arrastra la compañía británica.
La cuál, ha recurrido al truco más viejo de la seducción, el truco que nunca falla, el truco que todo el mundo conoce, pero en el que todo el mundo cae, como es el truco de los celos, el truco de iniciar un juego de seducción paralelo como diciendo «cuidado, que si tú no quieres aquí tengo a otra».
Esa otra es Quantas, la aerolínea canadiense, la cuál ya formó parte de British Airways hace unos años, y que ahora parece que se está dejando querer de nuevo por ella, poniendo en peligro la incipiente relación entre la española y la inglesa.
Ya se sabe que en la seducción, como en el mus, tres es un mal número, así que la baraja acabará rompiéndose por algún extremo, el tiempo nos dirá cuál. De momento, observemos como espectadores este interesante juego de ‘ahora te quiero, ahora no’.
Por cierto, hasta donde llega mi conocimiento, Iberia también es una empresa estratégica, ¿o no? Entonces, ¿por qué no pasa nada si entra capital extranjero en ella? ¡Ay, qué mal pensado soy! Será que no es tan estratégica como yo pensaba.