El segundo Vehiculo Automatizado de Transferencia (ATV-2) de la Agencia Espacial Europea, bautizado como Johannes Kepler, se desintegró en días pasados durante su reentrada en la atmósfera terrestre. La nave, procedente de la Estación Espacial Internacional, tuvo que sortear un resto de basura espacial antes de su destrucción controlada.
El carguero o nave de reabastecimiento europea ATV concluyó su misión la noche del día 21, al desintegrarse durante una reentrada controlada en la atmósfera terrestre, convirtiéndose en una estrella fugaz. El contacto con la nave se perdió a las 22h41 (hora peninsular) a una altitud de 80 km.
La nave partió de la Estación Espacial Internacional (ISS) el lunes día 20 a las 16h46, comenzando un vuelo en solitario mientras el equipo de control de la misión en Toulouse (Francia), calculaba los parámetros para su destrucción controlada. Durante esta fase el ATV tuvo que realizar una maniobra no programada: evitar un fragmento de basura espacial, unas dos horas después de abandonar la estación
La NASA emitió una alerta, informando de que un fragmento de basura espacial pasaría a menos de 50 metros de la nave europea. El ATV-2 encendió sus motores brevemente para alejarse de la zona de peligro. El ATV-2 todavía contaba con una tonelada de combustible en sus tanques, más que suficiente para ejecutar las maniobras de reentrada y hacer frente a cualquier imprevisto.
El ATV-2 Johannes Kepler encendió sus motores el día 21 a las 19h07 para entrar en una órbita elíptica que lo acercase a la Tierra, y a las 22h04 para comenzar el descenso hacia la zona designada sobre el Océano Pacífico. Poco antes de entrar en contacto con la atmósfera terrestre, el Johannes Kepler comenzó a girar sobre sí mismo para garantizar una correcta fragmentación durante la reentrada.
Las piezas que sobrevivieron, como el puerto de atraque o los motores principales, -diseñados para soportar altas temperaturas- impactaron con la superficie del océano sobre las 23h. El ATV no transportaba ningún tipo de sustancia peligrosa. La reentrada tuvo lugar según lo previsto, sobre una zona despoblada del Océano Pacífico, a unos 2.500 km al este de Nueva Zelanda, 6000 km al oeste de Chile.
Una misión tranquila
“La misión del ATV-2 ha sido muy tranquila. Durante estos cuatro meses sólo hemos encontrado pequeños problemas, que fueron solucionados rápidamente por el fantástico equipo a cargo de la misión”, comenta Nico Dettmann, director del programa de ATV para la ESA.
“ATV ha demostrado una vez más su capacidad para apoyar las operaciones de la Estación Espacial Internacional. Ahora ya estamos preparando su próxima misión: el ATV-3 Edoardo Amaldi, será trasladado a Kourou en agosto, donde se preparará para su lanzamiento a principios del año que viene”, añade el experto.
“El ATV-2 ha batido muchos récords”, añade Alberto Novelli, responsable de las operaciones de la Misión del ATV para la ESA. “No sólo ha sido la mayor carga jamás lanzada por la ESA y por Ariane 5; los motores del ATV también ejecutaron la mayor maniobra de la historia de los vuelos tripulados desde las misiones Apolo a la Luna, elevando la órbita de la Estación más de 40 kilómetros”
Los últimos momentos del ATV fueron registrados por un prototipo de ‘caja negra espacial’, facilitada por el Centro de Estudios Orbitales y de la Reentrada de EE UU. Un aparato similar ya había estudiado la reentrada del carguero japonés HTV-2 el pasado día 28 de marzo. Este dispositivo recogió datos sobre la aceleración, ángulos de cabeceo, alabeo y guiñada, perfil de temperaturas y coordenadas GPS de la nave durante su reentrada en la atmósfera.
El denominado REBR (por sus siglas en inglés: Re-Entry Breakup Recorder) se separó del ATV y completó el descenso protegido por su propio escudo térmico. Cuando se encontraba a unos 18 km sobre la superficie del océano, empezó a transmitir la información recopilada a través del servicio de telefonía vía satélite Iridium.
Estos datos ayudarán a comprender mejor qué sucede durante la reentrada y cómo se fragmentan las naves espaciales bajo la acción de las altas temperaturas y de las fuertes cargas aerodinámicas. Los resultados pueden servir para diseñar las futuras naves espaciales de forma que se desintegren en fragmentos más pequeños y menos peligrosos durante su reentrada en la atmósfera.
Fuente: ESA