Curioso tiempo éste en el que nos vemos en la obligación de tener que elogiar el sentido común, que nunca antes fue menos común, y ya ni nos planteamos exigir ideas brillantes o conceptos originales a los que podamos aferrarnos en tiempos de dificultad. No, amigos, estamos ante la tesitura de tener que aplaudir la decisión del Banco Central Europeo de reducir el tipo de interés de la zona Euro en un cuarto de punto.
Con ello se abarata la financiación de las entidades financieras europeas lo cuál, junto a la mayor confianza de los mercados con motivo del incremento del core capital hasta el 9%, permitirá que puedan volver a recurrir a los mercados mayoristas, algo que parecía impensable hasta ahora provocando la llamada guerra del pasivo, y con ello obtengan la liquidez necesaria como para ponerla a disposición de la sociedad en forma de préstamos y créditos.
De esa manera se liberará en cierta medida el estrangulamiento al que se encuentran sometidas gran cantidad de empresas europeas, incapaces de obtener la financiación necesaria como para llevar a cabo sus operaciones del día a día, y con ello se podrán sentar las bases de la recuperación económica, que ahora parece lejana e inalcanzable, pero que necesita de estos primeros pasos para iniciarse.
Por fin parece que el BCE muestra cierta preocupación por la economía real, más allá de sus operaciones financieras, y comprende que de poco sirve el control de la inflación o del endeudamiento público, si luego se mantiene ahogados a los ciudadanos y a las empresas, que son la única fuente de riqueza de los Estados a todos los efectos.
Parece, por tanto, que Mario Draghi, el nuevo Presidente del Banco Central Europeo, ha querido iniciar su andadura al frente del máximo organismo financiero europeo con buen pie y atendiendo a las necesidades reales del pueblo europeo, ¿cuánto durará esta actitud? Supongo que el tiempo que tarde en verse absorbido por la burocracia y la parafernalia de las grandes organizaciones internacionales.
